Lunes a viernes a las 18.15 horas
Es la cartera de don Marcos. -¿Qué pueden significar?
Creo que es de la caja fuerte de su empresa
o de su casa, ¿qué opinas?
Tenemos que probar que los Olmedo planeaban robar
la sucursal vecina al restaurante.
-Diputado Palacios.
Ya veremos si pronto no se te atraganta la risa.
La persona que quiso hacerte daño debe estar muy enfadada,
ha fracasado de pleno.
Dios quiera que no lo intente de nuevo.
¿Le apetece salir conmigo esta noche a cenar?
Es que ya tenía planes.
Podemos dejarlo para otro día, y así puede pensárselo mejor.
Eso quiere decir que el negocio va sobre ruedas, ¿no?
En eso tienes razón.
Vamos a rellenar estos dos sacos y ya después vemos qué hacemos.
Venga. -Venga.
Estoy seguro de que Natalia no fue quien mató a Felicia.
No tengo otro remedio que denunciarla.
Supongo que sabe cuál es la condena por espionaje
en tiempos de guerra.
¿Cuáles son sus condiciones?
¿Qué quiere exactamente de mí?
Sencillo, Natalia,
que se una a mi causa y trabaje para mi país
haciendo contraespionaje a los alemanes.
No puedo hacer eso, si me descubren, el castigo puede ser fatal.
No está en condiciones para rechazar mi oferta.
A no ser que no tema...
al dolor y a la muerte, claro.
O colabora conmigo o la denunciaré...
ante las autoridades por ejercer el espionaje en tiempos de guerra.
Usted no hará eso.
Ya lo creo que sí, no me ponga a prueba.
Deme tiempo para pensármelo.
No.
Necesito pensarlo con calma.
Entiéndame, necesito una pronta respuesta
para saber si debo protegerla o arrojarla a los lobos.
Solo le pido un día.
No me iré de aquí sin una respuesta.
Colaboraré con usted, se lo prometo.
No esperaba menos de usted.
(Sintonía de "Acacias 38")
¿Qué es eso de que Natalia Quesada no mató a Felicia?
Tengo indicios que así lo demuestran.
Ya pueden ser bien sólidos. -Lo son.
A mí no me encaja por ningún lado,
o me da más detalles o pensaré que se está riendo de mí.
No se altere, no hablo por hablar.
Pues hable.
Tal y como sospechaba, el muchacho de la droguería mintió
cuando le interrogué. -¿Cómo ha llegado a esa conclusión?
El mismo me lo acabó confesando.
Claro, porque usted le presionó.
Le hice un interrogatorio al uso, acelerado, cierto,
pero poco o nada destructivo. En ningún momento se vino abajo.
Vamos, que dijo la verdad para ayudar a alguien que no conoce.
Llevo muchos años en esto
y sé distinguir cuando un individuo me dice la verdad.
¿Y cuál es esa verdad?
Que alguien le pagó para contar que fue Natalia
quien adquirió el veneno. -¿Por qué habría de hacer eso?
Sabía que usted no dudaría de la implicación de Natalia
en la muerte de su esposa.
Sin duda, es alguien que conoce bien sus debilidades.
Dígame ahora mismo su nombre.
Se lo diría si lo supiera,
pero el muchacho no recuerda si era un hombre o una mujer.
(RÍE) ¿Cómo es eso?
Sin embargo, es capaz de afirmar que no era Natalia.
Le mostré una fotografía de la joven Quesada
y no la conocía de nada.
¿Y no se ha planteado que esa persona haya comprado al mancebo
para librarse de su responsabilidad?
Es una posibilidad.
¡No quiero posibilidades, quiero hechos!
Haga lo que sea para que ese chico cante su nombre.
-"¿Qué haces aquí?".
¡Ya te pagué lo prometido!
No te puedo dar más dinero.
Sígueme, creo que nos ven.
-"Hombre, Soledad".
Sabemos lo que has hecho.
¿Crees que puedes ir por ahí a tu aire?
Fausto está a la espera de tu visita en prisión.
La causa...
te necesita.
No se te pase por la sesera defraudar a tus antiguos camaradas.
Detrás de ese alguien está el asesino de mi esposa,
y necesito saber quién es para hacer justicia de una vez por todas.
Le aseguro que daré con él, confíe en mí.
Alodia, ya estamos de vuelta.
No les hacía yo tan temprano, ¿qué tal ha ido la grabación?
No hemos parado en toda la tarde, y no porque saliera mal, ¿eh?,
que cada toma era mejor que la otra.
Yo me hubiera quedao más, pa aprovechar el tirón.
Claro, eso tú, que yo vengo derrengaito.
Viendo a la señora tan flamenca y a usté tan casado,
no parece que vengan del mismo sitio.
Reconoce que has estado malajoso, sobre todo, al final.
Di mejor cansado,
que la sesión ha sido más intensa que una peregrinación al Rocío.
Pero don José, si usté ni canta ni toca, ni baila, ni na.
Mira.
¿Y la responsabilidad de que na falle, qué?
La perfección es agotadora. Tú lo sabes bien.
¿No serán los años, que te están pasando factura, Choco de mi vida?
Menos guasa, que si yo soy viejo, el resto venís detrás.
No lo dirás por mí, que ya quisiera una mozuela tener el ánimo
y la energía que gasto yo.
Ni yo con menos años, podría tirar con to pa'lante como la señora.
¿Has oído? -Sí, sí.
¿Qué haces, niño?
Deja que me siente un ratillo, que ni me sostienen las piernas.
De eso na, que pareces un abuelete.
Déjate de guasa, que me duele hasta el cielo la boca.
"Ozú".
Tu arrastrándote y yo hecha un pimpollo, pues qué plan.
¿Quieres dejar de meterte conmigo?
Alodia, por favor, vete preparando la cena.
¿Qué cena ni cena?
Prepara más condumio,
que nos va a hacer falta para recuperar fuerzas.
Eso será pa mí,
que a ti lo que menos te falta es que te den más fuelle.
La verdad es que a la señora se la ve muy animada.
No sé, serán esas hierbas que me ha recomendao Carmen.
Como si a ti te hiciera falta algo.
De lo mejorcito que he catado.
Fíjate, dos infusiones, un poquito de cante y...
Ven, José, ven, ven. -¿Adónde me llevas?
Al cuarto, ¿dónde va a ser? -Oye. ¿Ahora?
Sí, que te comento cómo está el tema.
¿Te refieres a lo que yo creo que te refieres?
Si no lo has entendido, ahora te lo explico a fondo
y en la intimidad. -Si no hemos cenao.
-Vamos.
En fin, voy a recalentar las acelgas.
Gracias.
-Cálmate y cuéntanos exactamente qué te dijo Pierre Caron.
El muy cretino me acusó de espiar para los alemanes,
cosa que es del todo falsa. -Por supuesto.
Es una trampa para obligarme a espiar para su país.
Cosa que nunca haría.
¿Y qué le has dicho?
Pues... me puso entre la espada y la pared,
no tenía mucha elección.
O sea, que aceptaste.
Aurelio, ese hombre me amenazó, ¿qué mas podía hacer?
Me ha ordenado que frecuente a un par de diplomáticos franceses.
No, todavía no.
Me cuesta entender cómo has accedido tan fácilmente.
Aurelio, te repito que no tenía opción.
Era eso o denunciarme a las autoridades francesas.
¿Y sabes cuál es el castigo? La pena de muerte.
¡Pero que tú vives en España!
Poco pinta aquí la justicia gala, no entiendo a qué tanto temor.
Pierre me juró que me llevaría a Francia
para ser juzgada por un tribunal militar.
-¡Eso es un farol para asustarte!
¡Sus palabras no sonaban a farol!
Claro, es fácil si no es su vida la que pende de un hilo como la mía.
¿Avanzando?
(RÍE NERVIOSA)
Me han descubierto, no puedo seguir con este paripé.
Mi hermana tiene razón,
¿propone algo?
Sí, chantajeándola para que trabaje como espía para su país.
Tengo miedo. En cualquier momento puede cumplir su amenaza.
No pienso quedarme así.
¡Iré a buscarlo antes de que venga!
¿Se le ocurre alguna otra opción?
¿Qué posibilidades?
¿Cree que Pierre Caron sigue las órdenes de Marcos?
Natalia.
No pienso permitir que te ocurra ninguna desgracia.
Te lo prometo.
(SOLLOZA)
Daniela, deje que le ayude.
No se preocupe, siga con lo que estaba haciendo, yo me apaño.
Los papeles que estaba revisando pueden esperar.
Hay cosas que deben tener preferencia.
De acuerdo, se lo agradezco.
¿Por qué no se va y termino yo?
Así no llegará tarde a la cita que me dijo que tenía.
Al final no hay cita. Se anuló en el último momento.
Vaya, cuánto lo lamento.
No era nada importante.
De todas formas, insisto en que se marche,
se la ve fatigada por la jornada.
Aunque... he de decirle que hasta cansada está usted preciosa.
Usted también es muy guapo, cansado y sin cansar.
(CARRASPEA)
Vengo a por el paraguas.
Me ha dicho el sereno que vienen lluvias.
Daniela, vete para casa,
no sea que te pille el chaparrón y cojas una pulmonía.
¿Está segura que va a llover?
No veo el cielo nublado.
Si lo dice el sereno, por algo será.
Además, mañana abres temprano y te quiero despejada.
Como usted diga.
Espere, Daniela.
¿Qué le parece si yo le acompaño?
El barrio y la ciudad andan revueltos,
no me gustaría que le ocurriese nada.
Será un placer.
Bueno, pues vayamos entonces.
No vaya a ser que tentemos al tiempo.
No nos vaya a coger la tormenta.
Con Dios, abuela.
Con Dios, hijo.
Maldita sea.
(Suenan las campanas en Acacias)
(SUSPIRA)
(SE QUEJA)
(RESOPLA)
Buenos días, señor. -Buenos días.
(SE QUEJA)
Si así se levanta, no sé cómo estará al final del día.
Me duele hasta el esófago, no te digo más.
Tendré que preguntar al señorito en qué parte del cuerpo está eso.
(RÍE) Da igual,
pero no siento na desde la cabeza hasta los pies.
Ahora le preparo un buen desayuno para que no esté tan chuchurrío.
Un borrego entero vas a tener que ponerme para recuperarme.
¿Y a qué tanta flojera? ¿No ha dormido usted bien?
Mejor no preguntes, que la nochecita ha sido de órdago.
Ya. ¿Así es como le llaman ahora al...?
¡Eh! Niña, un respeto.
Debería saber que a ciertas edades,
el asunto puede provocar infartos, lo digo por el sobreesfuerzo.
¿Te he preguntado tu opinión?
(Puerta)
Ya estoy de vuelta con el periódico.
¿Qué le pasa, que está tan chuchurrío?
Otro con que si estoy chuchurrío. ¡Dejadme ya!
No se moleste, que es preguntar por preguntar.
Te vas a quedar con las ganas, que no tengo ánimo ni pa hablar.
-(SE QUEJA)
El señor y la señora, que están como dos recién casados.
Lástima no estar casado con una muchacha tan guapa como tú.
Ignacio, por Dios.
Menos cuchicheos y más desayuno,
a ver si con el buche lleno vuelvo a mi ser.
Sí, ahora mismo se lo sirvo.
(SE QUEJA)
Eso va a ser el esternocleidomastoideo, tito.
Eh... Anda ya.
(RÍE) Oh.
Lo que me gusta a mí una ensaimada de Mallorca.
A mí también, pero donde se pongan unos tejerinos, fuera la bollería.
Yo reconozco que con los dulces no hago distinciones.
¿Saben que solo he estado una vez en las Baleares?
Fue en Palma de Mallorca, y nos alojamos en el Gran Hotel.
Imagino que habrán oído hablar de él.
Sí.
Una preciosidad en pleno centro. Y con una fachada...
Y qué lujo, en sus pasillos lo mismo te encontrabas a una emperatriz,
que a una zarina del Imperio ruso.
De hecho, recuerdo cantarle una toná
a una de ellas una vez que coincidimos en el comedor.
Era esta que decía...
# Viva Sevilla, viva Sevilla.
# Viva Triana, la Torre del Oro y los de Triana. #
# Vivan los sevillanos y sevillanas. #
Voy a parar, que si me lanzo, no paro.
Muy rumbosa la veo a estas horas, Bellita.
La grabación de este disco la tiene muy animada.
Decirles lo contrario sería mentirles,
aunque aquí, entre nosotras,
yo creo que este ímpetu viene de las hierbas de la mantequería
que usted misma me recomendó, Carmen.
Mire que es bueno ese remedio.
¿Y qué hierbas son esas exactamente?
No lo sé, solo sé que alguien se las hizo llegar a Lolita.
Ah. ¿También las toma? ¿Y a usted le animan tanto como a Bellita?
A ver,
desde que las tomo me siento mucho mejor.
Pues sí, encendiíta perdía me tiene el mejunje ese, no diga que no.
Bellita, si le soy sincera,
yo no he notado tanto ese cambio de energía como dice usted.
"Energía", dice.
Los meneos que le pegué anoche a mi José en la cama.
Vamos, que perdí hasta la cuenta.
Por Dios, no hace falta ser tan explícita.
O sí, que entre amigas no debe haber secretos.
(RÍEN)
Las dejo, que el deber me llama.
A más ver.
Sí.
Ay, Dios, esta mujer nunca se sabe por dónde nos va a salir.
Carmen, cuando terminemos de desayunar,
¿le importaría acompañarme a la mantequería?
Sí, claro, aunque creo que Lolita todavía no ha abierto.
Me gustaría llevarme un par de sacos de esas hierbas.
A ver si es verdad lo que decís.
Rosina. -(RÍEN)
Me voy pitando, que se me ha hecho tarde.
Vete tranquila, que lo tengo todo controlado.
¿Sabe todo lo que tiene que hacer con Moncho?
Que sí.
En cuanto se despierte, le cambio los pañales.
Después, lo mete en el carro, le da un paseo
y me lo trae a la mantequería, que pa entonces ya tendrá hambre.
Y se comerá la comida que ya tendrás preparada.
No se retrase, que ya sabe cómo se pone cuando le entra la gusa.
Descuida, que llegaré a tiempo. -¿No se me olvida nada?
Que no. Si me sé de memoria lo que tengo qué hacer.
Si tiene dudas, llame a la mantequería.
Qué dudas voy a tener, si llevo más de un mes haciendo lo mismo.
Ea, por si acaso. Gracias, suegro. -Adiós.
¿Qué se te ha olvidado ahora, Lolita?
Soy yo, padre.
Hijo, tu mujer acaba de salir, ¿no te has cruzado con ella?
No, no la he visto.
¿Ha pasado algo? Te noto afectado.
Vengo directo de una reunión del partido.
Se rumorea que se avecina una huelga obrera.
Todos los días anuncian una, puede que sea un rumor sin fundamento.
No lo creo. No preocupan las consecuencias
que este paro pueda traer en la vida del país.
Cuando se recurre a la huelga es que el diálogo ha fracasado.
Y dos no pelean, si no uno no quiere.
¿No se dan cuenta que atacando a los empresarios atacan al país?
Quizás sea hora de que os sentéis con ellos y les escuchéis.
Me niego.
Sus reivindicaciones solo fomentan el caos y la anarquía.
Ponte en su lugar. -¿En el de los enemigos de España?
En el lugar de la gente que vive en la miseria.
Padre, por favor, no me venga usted con ideas subversivas.
Hijo, baja de tu pedestal y sal fuera a ver cómo vive la gente.
Lo sé perfectamente, no necesito que me dé lecciones.
Tampoco lo pretendo,
pero es un hecho que el precio del pan sube cada día
y es el único sustento de muchas familias.
¿Y creen que paralizando el país van a conseguir algo?
No hay mejor revulsivo para un hombre,
que ver pasar hambre a los suyos y no poder hacer nada.
La huelga es la única herramienta que tienen para llamar la atención.
Lo único que van a conseguir es encrespar los ánimos.
Ahí te doy la razón.
Eso sin contar con la reacción de las fuerzas de orden público
para reprimirla.
Me temo que se excedan cargando contra los huelguistas.
Está de acuerdo conmigo en que lo mejor sería poder impedirla, ¿no?
Lo veo difícil llegados a este punto.
Si al menos supiera las intenciones de esos malditos sindicalistas.
Estos dos se están evitando.
Señor Méndez.
¿Necesita algo?
Le estaba ofreciendo unos cannoli para que los probase,
aunque no sea la hora del postre.
Sí, es uno de mis postres preferidos.
Lo probé en Italia.
Un momento, es que cuesta sacarlo, como está hecho... Pues mira.
Ya está. -Gracias.
Perdón.
¿Quiere un café? -Sí.
Delicioso.
No tiene nada que envidiar a los que probé en Nápoles.
Unos días muy simpática...
y otros ni se hablan.
Menuda manera de tratar a un antiguo policía.
¡No es posible!
¡La madre del cordero!
¿Qué diablos haces aquí? No puedes seguir acosándome.
Como si no tuviera ya suficientes problemas.
¿Y quién te ha dicho que he venido por ti?
Ni eres el centro del universo ni tan importante como te crees.
Déjate de juegos.
¿A quién si no vas a buscar en estas calles?
Un barrio como este acoge a personajes mucho más...
ilustres que una simple criada.
¿A quién estáis vigilando?
Eso no es de tu incumbencia, al menos, por ahora.
¿Tienes ya respuesta para Fausto?
Me reitero en lo que le dije en su momento.
Haré lo que él me diga.
El jefe se pondrá muy contento.
Recuérdale que no todo vale, tengo mis condiciones.
¿Por qué no se lo recuerdas tú?
Seguro que prefiere escucharlo de tu boca, que de la mía.
Mañana iré a verle.
No me falles.
La paciencia de Fausto tiene un límite.
No soy una traidora.
¿Cómo llamas a desaparecer del mapa después de delatar a un compañero?
¡Jamás habría hecho nada así!
¡No, no!
Como ves, para acabar contigo no necesito pedírselo a nadie,
ni tan siquiera salir de aquí.
¿Vas a hacer lo que te digo? Amor.
¿A qué viene esta convocatoria subterránea?
En nada empezarán a llegar los clientes de los almuerzos,
¿no podías decírnoslo arriba?
Sí, para que todo el mundo se entere.
¿Tan secreto es el asunto?
Secreto y grave.
Daniela no es la muchacha inocente que todos pensamos.
¿Otra vez con fabulaciones?
Pensé que ya la había dejado en paz con sus sospechas.
Esto no tiene nada qué ver con aquello, de verdad.
O sea, ¿reconoces que tus celos de entonces
eran por algo sin fundamento?
¿Queréis dejarme hablar? -Hable, abuela,
no le interrumpimos.
Daniela Stabile no es quien dice ser.
¿Ah, no? ¿Y quién es entonces?
Es una policía infiltrada que ha venido aquí a vigilarnos.
¿Una policía? Cada vez está usted más paranoica.
Has perdido el norte, Sabina.
De eso nada, que sé lo que me digo.
¿Y de dónde has sacado ese dislate, si se puede saber?
Tachadme de loca, de paranoica o de lo que queráis,
pero la he pillado varias veces con miraditas
con ese hombre que trabajaba en la policía.
¿Con quién? ¿Méndez?
Sí, ese mismo.
Tenías que ver
el tira y afloja que se traen entre manos.
Sabina, ves fantasmas donde no los hay.
Más que fantasmas, policías, que dan mucho más miedo.
Eso es imposible.
Para empezar, que yo sepa, no hay mujeres que trabajen en la policía.
No, ni en la carrera judicial.
Eso, sin contar el cariño que nos demuestra cada día,
y no una vez, sino varias veces.
El abuelo tiene razón.
Sus sospechas no tienen ningún sustento.
Pensad lo que queráis.
Los dos estáis hechizaos por la susodicha.
¡Nosotros hechizados y usted envenenada!
Reconozca que le tiene ojeriza.
Os guste o no,
esa mosquita muerta es el caballo de Troya del nuevo siglo XX,
¡y no pararé hasta demostrarlo!
No me diga que también está con las noticias de la guerra.
En estos menesteres, las hembras son mejores que los machos.
Tenía una borrega, la Furtiva, no había perro que la pillara.
Se escapó de otro rebaño y nunca quiso volver.
Cartas que el cartero ha entregado por error en el 38.
Yo creo que lo hace a propósito pa cargarme a mí con su trabajo.
Mira, esta es para usted.
Este hombre no se entera de que ya no es usted el portero.
¿Buenas noticias?
¿Y qué se cuentan? ¿Ha heredado usted algo?
Un detalle que le tengan al día de lo que se cuece por allá.
¿Y de qué va eso del Churro va?
Sí.
Ey, ey, quieto parao, quieto parao, que ya me imagino cómo va esto.
No sé yo. No me veo brincando como dos corderos desbocaos.
Que no es por quitarle la ilusión,
pero uno ya no es un zagal y estos esfuerzos se pagan.
Mucho entrenamiento habría que echar.
No me extraña, si eran de nuestra quinta...
¿Un bote un ungüento pa los riñones?
Pues deben ser unas buenas fanegas.
¿Te espera mi padre?
Había quedado en venir en cuanto tuviera los papeles de la sociedad.
Deberías haber anunciado tu visita, mi padre es un hombre muy ocupado.
Miguel, qué sorpresa verte por aquí.
Y qué alegría, ¿verdad, Anabel?
Hacía mucho que no estábamos los tres juntos.
En realidad, mi visita no es por cortesía,
es puramente laboral.
Me retiro. -¿Ya te vas?
Estoy más cómoda en mi alcoba. Si me disculpan.
Siéntate.
No debería estar tan seco con mi hija.
Los sentimientos de su hija hacia mí no son los que eran.
Es posible que se hayan enfriado,
pero nunca es tarde para reavivar la llama del amor.
No en nuestro caso, don Marcos.
Anabel me confesó que nuestra relación era cosa del pasado
y que su corazón pertenecía ahora a Aurelio Quesada.
¿Eso te ha dicho ella?
No quiero malmeter contra su socio,
solo dejarle las cosas claras para que no haya malentendidos.
Entiendo.
Mis posibilidades con Anabel ya no existen.
¿Me estás diciendo que le dejas el camino libre a Aurelio?
Don Marcos, si me permite un consejo,...
lo mejor que puede hacer por Anabel es protegerla de ese hombre.
No hay más que verla para ver que ha caído en su red.
Tomaré nota.
Gracias por la información.
Y hablando de Aurelio...
Aquí tienes los contratos que el nuevo presidente ha firmado.
¿Cómo ha conseguido que los firmara tan rápido?
No me ha sido fácil, he tenido que apretarle.
Le daré mi parecer en cuanto los lea.
Tómate tu tiempo, no quiero que se nos pase absolutamente nada.
Es mi trabajo, no se preocupe.
Con Dios, don Marcos. -Con Dios.
Aquí tiene, otra jarra de infusión de hierbas para que no le falte.
Muy bien, enseguida me pongo con ella.
Tenga cuidado al beber, que está hirviendo.
Mejor calentita, así no cae de golpe en el estómago.
Como la pinchen, va a parecer un surtidor,
que ya lleva un par de jarras.
Escancia un poco más.
Y digo yo, señora,
¿por qué le ha dado a usté por tomar tanta infusión?
¡No es de tu incumbencia!
¡Son cosas de señoras que tú jamás entenderías!
¿Qué no entendería Casilda?
Nada que tenga que ver con los señores, desde luego.
Diga usté que no, señor, que solo le he preguntado a la señora
que por qué le ha dado por beber tanta infusión a palo seco.
Y yo no te contesto porque sería gastar saliva.
Yo tampoco entiendo ese arranque que te ha dado.
Te dejé apurando una jarra de infusión
y ahora te encuentro con otra.
Y se olvida de la que le he preparao entre medias.
¿Llevas ya tres jarras de esas hierbas?
Bueno, porque esta me la quería tomar con mi marido
para que brindemos juntos.
No. Lo último que me apetece ahora es una infusión de esas.
Casilda sirve otra taza al señor.
Ya te he dicho que no me apetece.
¿Me has oído o no?
Perdóneme, señor, yo solo cumplo órdenes,
ya sabe usted el temperamento que tiene su mujer.
Tenga cuidado, no se vaya a quemar la boca.
Mi amor, no me hagas el feo de brindar yo sola.
Tómate esta taza conmigo.
Para que nunca nos falta ni fuerza ni energía.
Hum...
Está ardiendo.
Menos remilgo y para dentro. ¡Del tirón!
Y tú, calienta más agua para otra jarra.
Va. -Pero señora, que ya van cuatro.
¡Calla y obedece!
No puede ser, me la ha vuelto a jugar.
¿Quién va?
-Soy yo, Miguel.
Llevas un buen rato aquí abajo.
Quería repasar unos papeles con tranquilidad, por eso me he bajado.
¿Va todo bien?
No sé qué decirle.
¿Son de la sociedad Quesada-Bacigalupe?
Sí.
Y no sé si tengo varios problemas o varios de grandes dimensiones.
Si necesitas desahogarte...
Mi intuición no se equivocó.
La empresa está jugando a dos barajas.
¿A qué te refieres?
Además de materias primas,
la mercantil de don Marcos suministra armas
tanto a los alemanes como a los franceses.
¿Estás seguro de eso?
Acabo de leer un contrato firmado por un intermediario alemán.
Marcos y Aurelio te han engañado.
Son dos buitres de la peor calaña.
A los que no les importa ni un ápice la vida humana.
¿Cómo pueden ser tan desalmados?
Mientras esos dos campan a sus anchas como honrados empresarios,
a tu abuela y a mí no nos pasan ni una.
¿Dónde está esa justicia que tanto reclamas?
Ojalá tuviera argumentos para rebatirle,
pero está usted en lo cierto.
La justicia no siempre es igual para todos.
Bueno, ¿por qué no paras y subes a tomar un café?
Te vendrá bien despejarte.
Pues sí, me vendrá bien tomar el aire fresco.
Pero no tardes. -Gracias.
Con la clave de tu caja fuerte, ¿quién se ríe de quién?
¿Notas algo? -Sí, la vejiga a punto de reventar.
Que poco aguante, si han sido unas jarritas de nada.
Lo que tú digas, pero no me entra ni una taza más.
Bueno, pero aparte de eso,
¿no sientes nada más?
¿Qué habría de sentir?
Bueno, igual hay que esperar.
¿Esperar a qué? -¡Ay, por favor!
Qué pesados estáis Casilda y tú preguntando todo el rato.
Qué cansinos. -Mira, Rosina, estás rarísima.
Lo siento, pero voy al aseo, no aguanto más.
¡Oh! ¡Liberto, date prisa!
El muchacho me confirmó que Natalia no fue a su establecimiento.
Y al mismo tiempo,
anula toda la investigación que he realizado hasta el momento.
Le ruego que sea discreto y no le diga nada a nadie,
especialmente a Natalia.
Cada vez es más difícil saber
qué papel está jugando cada uno en este entramado.
Cualquier relajo puede tirar por la borda mi labor.
Por eso insisto.
Por supuesto, en nombre de la amistad y confianza que nos une.
Por supuesto, él es el último responsable de mi trabajo.
¿Qué le preocupa?
Creo que ella y su hermano vivirán siempre amenazados por Marcos.
El odio entre familias es mayor.
Hágame caso, Felipe, y no se inmiscuya demasiado con ellos
a riesgo de complicarse la vida.
Intuyo que tiene que ver con Natalia.
Te has adelantado, llevo todo el día pensando
en cómo sacarla del atolladero en el que se encuentra.
¿Lo dices por decir o es que tienes algo en mente?
¿Y cómo de provisional?
Le ha concertado un encuentro con un par de diplomáticos franceses.
Temo que no salga indemne de este asunto.
Si lo que sugieres es que mi hermana no acuda a su cita,
quítatelo de la cabeza, no arriesgaré su vida de esta manera.
Mi padre me encargó que la protegiera antes de salir de México.
Y fallar a Salustiano Quesada, tiene consecuencias.
Sí. Su autoridad se basa en el ejemplo.
Un renuncio podría arruinar su reputación,
aunque sea con uno de sus hijos.
¿Qué es lo que lo propones?
Esa gente sabe bien lo que se hace, encontrarán a Natalia enseguida.
¿Nunca ha estado allí?
Interesante.
Mi hermana está acostumbrada a un confort,
que dudo que una casa de campo abandonada tenga.
(ASIENTE DUDOSO)
Solo tengo una pregunta,
¿cómo justificaremos la desaparición de Natalia?
Los que usted ya conoce.
Yo no estaría tan segura.
Esas infusiones son las que me dan fuerzas pa grabar todos los días.
Pues toma un poco menos, solo una tacita por las mañanas.
¿Cómo va la huelga?
Habrá manifestaciones y protestas en diferentes puntos de la ciudad
para evitar que los que quieren impedirlo
se junten en un mismo lugar y ataquen frontalmente.
Ya sabes de las amenazas de mi padre.
No le tengo ningún miedo.
Pero es mi padre.
Le debo respeto, y si tú me amas, deberías guardárselo también.
Deberíamos casarnos cuanto antes,
es absurdo esperar a que nuestras familias hagan las paces.
Nunca seremos felices del todo hasta que no rompas vínculos con él.
Dame un poco más de tiempo.
Aurelio le propuso verse en unas cuadras
y ella dijo que no sabía si podía asistir.
¿Le dijo que cuadras?
Anabel ya no forma parte de mis pensamientos.
Mañana tengo el día libre.
Podríamos pasarlo juntos.
Quizá un paseo por el parque. -Mañana no.
Cualquier día menos mañana.
Vaya.
Empezamos mal si no consigo una cita ni siendo tan especial.
A La venta del moro, que me han dicho que hay buena mercancía.
Échate para allá. -Dale.
Cerebrín se llama. -¿Cerebrín?
¡Vamos!
¿Qué se traen entre manos estos dos?
Hay varias irregularidades, pero solo una llamó mi atención.
Un contrato firmado
con un intermediario alemán para una venta de armas.
Una cantidad muy alta.
¿Algo denunciable? -En la situación actual, no.
Se sabe que aunque es ilegal vender armas a los contendientes,
muchas empresas lo hacen.
Ya ni sé lo que hago.
Ya no sé lo que hago.
¿Va a colaborar en la desaparición de mi hermana?
¿Ella estará a salvo?
Confío en que sea así.
Por el cariño que le tengo y como le considero mi amigo,
le recomiendo que se aleje de ese mundillo,
creo que está poniendo en riesgo su carrera como abogado.
Pierre pone a Natalia entre la espada y la pared. Aurelio y Genoveva se enteran y esta le hace una propuesta a Aurelio para protegerla: secuestrarla. Méndez le cuenta a Felipe la razón del asesinato de Felicia.
En el restaurante, Miguel y Daniela, están muy cerca, pero Sabina impide que se besen. La dueña del restaurante se sigue sin fiar de Daniela y más cuando percibe algo extraño entre Méndez y ella. Está convencida de que colabora con la policía.
Marcos le exige a Méndez que consiga la confesión del mancebo de la droguería. Por su parte, Soledad tienen un nuevo encuentro con Leonardo y le adelanta que aceptará su trato. Tras conocer las malas artes empresariales de la empresa de Marcos, Miguel sopesa actuar.
Las hierbas que ha comprado Bellita en la mantequería le tienen muy activa, y así se lo comunica a sus amigas. Rosina pide una dosis de hierbas y obliga a Liberto a tomar grandes infusiones.
Servando decide formar un equipo para participar en una competición de Salto del burro.