(ENFADADA) ¿Pero quién
no ha silenciado el móvil?
Perdón, he sido yo.
Perdón, lo siento.
Ha pinchado música
de esas momias que te flipan.
¿Qué es eso?
No lo había oído nunca.
Está sonando
por la megafonía del museo, ¿no?
¿No la oyes?
¿Podéis apagar la música, por favor?
Así sea, caballero.
Entre nosotros hay voces falsas
que intentarán hechizarte
como las sirenas
lo intentaron con Odiseo...
Como esa música que andas siguiendo.
-A ver, ¿alguien escucha algo?
¿Una música?
-No. ¿Solo la oyes tú o qué?
Yo diría que esto va... aquí...
Muchas gracias. Muy amable.
No serás tan necio de creer
los embustes de Fernando VII.
¿General Torrijos?
¿Es usted?
Habla con el sordo.
Habla con Goya.
Me envía nuestro amigo,
el General Torrijos.
Me gustaría saber
de dónde sale esa música.
¿Una música?
No sé de qué me hablas...
Pero veo que alguien
te está pidiendo ayuda...
¡y veo quién es!
Estupendo. ¿Y quién es?
Se trata de una reina
atrapada en su retrato.
¡Sombras de huesos!
¡Los esbirros de Fernando VII!
"¿Qué demonios es eso?
¡Es un mapa mágico del museo!
Por algún motivo
la reina no puede hablar...
Algo la mantiene atrapada
y me está pidiendo ayuda...
por eso me da este mapa,
para comunicarse conmigo...
Para indicarme cómo llevar a cabo
mi misión en el museo...
Liberar a la reina".
(Música cabecera)
(Música clásica)
"Seguimos celebrando el bicentenario
del Museo del Prado y, como sabéis,
seguimos teniendo el museo entero
solo para nosotros... y de noche,
cuando todo cobra un aire especial.
Recorriendo este espacio mágico
os queremos contar
qué hace tan especial a este museo.
Hoy veremos que El Prado
no es exactamente
un museo de pintura
sino más bien de pintores".
En el capitulo anterior
ya vimos que el Museo del Prado
es un álbum familiar
de la monarquía española,
pero eso solo explica en parte
la excepcionalidad de este museo.
Además de ser un álbum familiar
es un museo de pintores.
"Sí, ya lo sé, como todos", diréis.
Bueno... Pues no exactamente.
La mayoría de museos tienen obras
del máximo
de artistas posibles de cada época.
El Prado, en cambio, cuenta
con la máxima colección de obras
de algunos artistas... Pero...
Pero poco o nada de otros artistas
tan importantes como Rembrandt
o Da Vinci, por ejemplo.
La colección del museo
es de más de 8000 cuadros
y hay alrededor
de 1500 obras expuestas, pero...
¿Quiénes son los grandes pintores
que coronan el ranking del Prado?
¡Veámoslo!
En décima posición, con 40 obras,
muchas de ellas
grandes obras maestras
como "El caballero
de la mano en el pecho", El Greco.
En novena posición, con 43 obras,
uno de los nombres dorados
del Renacimiento Italiano: Tiziano.
En octava posición,
con 45 obras en el museo,
el que fue el pintor de cámara
de Fernando VII: Vicente López.
En el número siete,
con casi 50 obras,
el miembro de una de las sagas
familiares de la escuela flamenca:
Jan Brueghel el Viejo.
El sexto lugar de ranking
nos trae un nombre muy importante
para este museo: Diego Velázquez.
Con cerca de 50 obras...
Atención, porque el 40 %
de toda la producción de Velázquez
está entre estas cuatro paredes.
En quinta posición,
otro artista de la escuela flamenca:
David Teniers.
En cuarta posición,
el artista italiano
que pintó en la corte de Carlos II
y a quién debemos
la magnífica bóveda
de El Casón del Buen Retiro:
Luca Giordano.
70 óleos,
el fresco de El Casón y 58 dibujos.
El pódium de artistas
más representados en El Prado.
Con el número tres... Atención...
Uno de los grandes maestros
españoles del Barroco,
quien apodaban El Españoleto,
José de Ribera, con 88 obras.
El número dos lo ocupa
el pintor barroco
más popular de la escuela flamenca,
el pintor favorito de Felipe IV,
Rubens, con más de...,
atención, 100 obras en el museo.
Y quien corona el pódium
con 135 óleos y casi 800 grabados,
dibujos y estampas es...
don Francisco de Goya.
Menudo equipazo de pintores.
La mayoría de ellos
son artistas monumentales,
famosos en todo el mundo,
artistas que han marcado
la historia del arte.
Pero la singularidad
del Museo del Prado se explica
tanto por los pintores que están
muy bien representados en él
como por los pintores
que no lo están tanto. Ya veréis.
Si bajamos
posiciones en el ranking...
Bajamos, bajamos, bajamos.
Bajamos hasta la última posición...
¿A quién nos encontramos?
A Rembrandt, con tan solo una obra.
Nos encontramos
a un gran pintor como Rembrandt
en la última posición.
¿Cómo puede ser?
¿Cómo puede ser que Rembrandt
tenga solo una obra en El Prado
y, en cambio,
Rubens tenga más de 100,
si los dos eran
dos de los pintores
más importantes
de Europa en su época?
"La respuesta
nos la da la historia. Ya veréis.
Para comprenderlo mejor
vamos a jugar al Risk
de la pintura europea antigua.
Situémonos en el imperio de Carlos V
y Felipe II que ocupaba medio mundo
y que nos da algunas claves
sobre la colección del Prado.
Empecemos por Flandes, que producía
la mejor pintura europea del momento
y pertenecía
a la casa de los Habsburgo.
De ahí la gran cantidad
de pintura flamenca
de la Colección Real del Prado.
Si a esto sumamos que el pintor
favorito de Felipe IV era Rubens,
consigues la cifra de más
de 100 obras suyas en la colección.
En cambio hay muy poca pintura
holandesa del siglo XVII.
El motivo fue la guerra
que enfrentó a España
con el norte de los Países Bajos.
Por eso tan solo
hay un Rembrandt en el Prado.
Era el pintor del enemigo.
Pero veamos
qué sucedía en el resto de Europa.
A pesar de la íntima relación
de la corona de Europa con Alemania,
hay poca pintura germana en el Prado
porque no era del gusto real,
pero la que hay
es de altísima calidad.
Italia era otro gran foco de cultura
y la corona española
dominaba la zona.
Por eso, por ejemplo,
el arte de Luca Giordano
llegó en tromba a la colección real.
Además la corona
estableció fuertes lazos artísticos
con la República Veneciana
y así la colección real
se llenó de Tiziano,
Tintoretto o Veronés.
Génova era otra gran
potencia bancaria
y sostuvo a la monarquía
en varias épocas.
Por eso llegaron artistas genoveses
como Bernardo Stozzi.
Las relaciones con Francia,
en cambio, no fueron buenas
hasta mucho más adelante,
con la llegada
de la dinastía borbónica a España.
Solo entonces el arte francés
desembarcó en la colección real.
En definitiva, que de algún modo
es posible ver la historia de España
a través de los pintores de
la colección del Museo del Prado".
(Música)
"Pero volvamos a Rembrandt
porque hoy, a este cuadro,
le va a tocar salir del museo.
Ya sabéis que el Prado tiene
millones de visitantes cada año.
Personas de todo el mundo vienen
para contemplar sus obras maestras,
como este Rembrandt, por ejemplo,
pero, ¿qué pasa
con todas esas personas
a las que les gusta el arte
y que quisieran ir a El Prado
pero que, ya sea por
problemas de salud o de movilidad
no pueden hacerlo?
¿Qué pasa con ellos?
¿Acaso no tienen el mismo derecho
que nosotros a disfrutar del museo?
Yo creo que sí. Por eso hoy vamos
a sacar este Rembrandt del museo
y lo vamos a llevar a casa
de una de esas personas,
porque, ya sabéis,
si la montaña no va a Mahoma,
Mahoma va a la montaña.
O, en nuestro caso,
si no puedes ir al Museo del Prado,
te llevamos el Museo del Prado,
o al menos un trocito, a tu casa".
(Timbre)
Hola, Isabel. Soy Ramón.
¿Me abres, por favor? Gracias.
(Música suave)
Isabel, cuénteme. Doña Isabel,
¿cuántos años tiene usted?
90.
¿Cuánto tiempo hace
que no sale de casa?
Pues va a hacer cuatro años.
Porque le cuesta mucho moverse...
Porque me duelen mucho los huesos.
¿Usted recuerda la última vez
que fue el Museo del Prado?
Sí, porque iba mucho con mi marido.
¿Pero de cuantos años
estaremos hablando?
Muchos. Muchos.
10, 20...
Cuando aquello...
era cuando pintaba yo.
¿Y todos estos de aquí
los ha pintado usted?
Sí. Pero vendí los mejores.
Porque, claro, la gente no es tonta.
(RÍE)
Bueno, pues hoy
tenemos aquí delante nuestro
un cuadro del Museo del Prado
que es un Rembrandt.
Ni más ni menos.
Le hemos traído el Prado hasta casa.
¿Qué le parece el cuadro?
¿Qué le inspira? ¿Qué le dice?
Pues no sé qué decirle.
No lo sé.
La protagonista
del cuadro es Judith.
Era una mujer
de la ciudad de Betulia, en Israel.
Muy rica ella.
A ella la ve ahí con sus pieles,
con su vestido precioso,
sus collares, sus joyas...
Ella está en Betulia, Israel,
y la ciudad está sitiada...
por Holofernes.
Y Holofernes es el general
de las tropas del rey Nabucco.
De Babilonia.
Sí...
Como la ópera de Verdi.
"El Nabucco".
Así que ella, que está preocupada
porque las tropas babilónicas
están invadiendo su ciudad,
se entera de que el general
Holofernes está enamorado de ella
y decide presentarse
donde está Holofernes
y aceptar una cena con él.
Así que lo que vemos aquí es justo
el momento antes del banquete.
Esta sirvienta de aquí delante
es una sirvienta de Holofernes
que le está ofreciendo una copa
con vino para antes del banquete.
El vino
es muy importante en el banquete
porque lo que va a hacer ella
es emborrachar a Holofernes...
y decapitarlo.
Qué buena.
(RÍEN)
Bueno, es así.
Va a decapitarlo.
A lo mejor se lo merecía él.
Bueno, era un invasor.
(RÍE)
Yo, si se lo merecía o no,
ahí no entro en juicios de valores.
¿Ve esa persona que está ahí,
justo ahí detrás?
Es una sirvienta también.
De Judith, en este caso.
¿Y ve que lleva
en las manos como una bolsa?
Ese saco es el saco en el que van
a meter la cabeza de Holofernes.
De recuerdo.
Se la van a llevar.
Es bonito.
Es bonito.
¿Cómo se puede pintar tan bien?
Hombre...
No todos te gustan, ¿eh?
No todos te gustan.
Unos te gustan más que otros.
A lo mejor el que me gusta a mí
no le gusta a los entendidos.
Pero este le gusta mucho.
Este sí me gusta.
Hombre,
es una maravilla este cuadro.
Hay otros pintores que me gustan más.
¿Por ejemplo?
Hombre, Murillo me gusta más.
(INCRÉDULO) ¡Isabel..., le hemos
traído desde El Prado un Rembrandt!
(RÍE)
(ILUSIONADO) He pensado: "Le voy
a llevar un Rembrandt a Isabel.
El único Rembrandt que hay
en el Prado. Se lo voy a llevar".
¿Y le gusta...? Sí...
Sí me gusta, sí.
Pero hubiera preferido
que le hubiera traído Murillo.
Murillo.
(DECEPCIONADO) Vaya por Dios...
(RÍEN)
Pues eso, doña Isabel,
que si usted no puede ir al museo,
pues el museo viene a su casa.
(Música suave)
Muchas gracias.
Muchas gracias.
(Música animada)
"Bueno, pues mientras el equipo
recoge todo el material
para volver al museo,
voy a ver si le echo un vistazo
al mapa que encontré en el cuadro
de la reina Isabel de Braganza
como fundadora de El Prado.
Es que no puedo
quitármelo de la cabeza.
Era alucinante,
como si tuviera vida propia.
No sé, como si fuera mágico.
A ver...
Que no me vea nadie...
Aquí lo tengo...
Vamos a ver...".
(Música suspense)
"Uy, pero qué extraño.
No hay nada.
Está en blanco. No lo entiendo.
Cuando lo saqué del cuadro,
todas aquellas cosas que aparecían,
aquellos esqueletos,
y ahora, en cambio, nada de nada.
No sé,
me lo habré imaginado o es que...
No sé..., es que a lo mejor...
a lo mejor solo funciona
dentro del museo...
Vamos a ver...
¡Exacto, eso es!
El mapa vuelve a funcionar.
Vamos a ver.
Dos casillas vacías...
Como si tuviera
que rellenarlas con algo.
Y un cofre.
¡Y una ruta!
Será cuestión
de seguir el camino que me indica.
Sí, esta ruta
me lleva hasta el cofre.
Exacto.
Uf, vaya,
los esqueletos otra vez.
Ahí están
los esbirros de Fernando VII,
los mismos que salieron
cuando cogí el mapa de la reina.
¡Y vienen hacia mí!
¿Qué hago?
¡Ah! El mapa me da la respuesta:
una ruta alternativa. ¡Eso es!
Este camino evita los esqueletos y
me lleva igualmente hasta el cofre".
(Música)
Así que te has dejado engañar
como un merluzo.
¡Hombre!
(RÍE) Majestad.
Usted no se da por vencido
fácilmente, ¿eh?
¡¿Tan ciego estás?! Te están
utilizando en sus maquinaciones.
Sí, bueno, porque usted lo diga,
¿no? Pero sea lo que sea,
lo voy a descubrir.
¿Crees que es mi reina la que te está
llamando? Ella nunca se mezclaría
con haraganes traidores.
Sí, bueno. A lo mejor los traidores
fueron los que la mantuvieron
en la sombra a pesar de ser
la reina fundadora del Prado.
¿No lo dirás por mí? Hice que
le pintaran unos retratos estupendos.
Y que la esculpieran
en mármol de Carrara.
Todo lo que usted quiera,
pero para luego olvidarla.
Diga lo que diga ese mapa faccioso,
no te atrevas a acercarte de nuevo
a la reina. ¡Mantén tus manos
plebeyas lejos de ese cofre!
(Música tensión)
El cofre... Pone nervioso, ¿eh?
(Continúa la música)
Pues habrá que ver
qué es lo que hay en él.
¡Por mi corona que los conspiradores
seréis aplastados a la mayor
brevedad, no os saldréis con
la vuestra! ¡Traidores! ¡Bellacos!
¡Rufianes! ¡Malandrines!
(Música)
"Vaya, cerrado. ¿Y ahora qué?
Necesito una llave para abrirlo.
¡El mapa! Exacto, quizás el mapa
me indique alguna cosa. Vamos a ver.
Una llave, sí, pero...
No indica nada de cómo encontrarla.
Qué raro. ¿Y ahora qué hago?".
(Música)
(Música alegre)
"En fin, mientras pienso una
solución sigamos con nuestro museo
de pintores. Porque os quiero hablar
de unos profesionales que tienen
todos los grandes museos de arte.
Unos profesionales que conocen
a los pintores mejor que nadie:
los restauradores. Ellos
pasan horas delante de los cuadros.
Los estudian, investigan su técnica,
sus aciertos, sus errores,
sus arrepentimientos...
El equipo de restauradores del Prado
es sensacional, y hoy quiero
proponerle a Almudena Sánchez, una
de las restauradoras más importantes
del museo, un juego: el "¿Quién es
quién?" en la pintura del Prado".
(Música)
(Música divertida)
Almudena, como creo que tú, como
restauradora, todos tus compañeros
aquí, compañeros aquí en el Museo
del Prado, sois los que mejor
que nadie conocéis
el por qué de los pintores, te
propongo que juguemos a este juego
que tenemos aquí,
que es el "¿Quién es quién?".
Yo te dijo una frase,
e intentamos averiguar
de qué pintor se trata.
Vamos a ver.
¿De acuerdo?
OK. Pues cogemos y ponemos
el juego en marcha, hacemos así.
Y vamos allá. Primer pintor.
Pintor de la geometría
y la espiritualidad.
Tiene que ser Fra Angélico.
Tiene que ser Fra Angélico.
Y entonces, que está por...
Ahí, abajo.
¿Por qué es el pintor
de la geometría y la espiritualidad?
Bueno, pues porque Fra Angélico
domina la geometría, porque domina
el espacio, domina la perspectiva.
Se ve claramente en su obra
de "La Anunciación". Fra Angélico
lo que está haciendo en esta obra
es separar la parte divina
de la parte terrenal.
En el pórtico donde se encuentran
el arcángel Gabriel y la Virgen,
como vemos,
hay una iluminación sobrenatural
que vuelve el espacio en resplandor
blanco sin producir sombras.
Sin embargo, si nos fijamos
en la habitación del fondo,
estamos viendo una luz natural
que entra por la ventana, que impacta
en la pared, y en el suelo, y produce
un juego de luces y sombras en torno
a las patas del banco.
Venga, uno más, uno que es
muy del Prado, el pintor que
convierte lo cotidiano en sagrado.
Bueno.
(RÍE)
Pues yo creo
que estoy pensando en Murillo.
En Murillo.
Que tiene una puerta, incluso,
en el Prado. La puerta sur es
la puerta Murillo.
(RÍEN)
¿Por qué convierte
lo cotidiano en sagrado?
Porque nos representa escenas
sagradas como si se tratase
de escenas cotidianas,
o de ámbito familiar.
La relación entre padres e hijos...
Como el cuadro de Santa Ana
enseñando a leer a su hija,
a la Virgen, que es su hija.
Enseñando a leer a la Virgen.
Ahí vemos una escena familiar.
La madre deja de coser
para enseñar a leer a su hija.
¿Seguimos con el siguiente?
Muy bien.
Vamos allá.
Pintor de la materia táctil.
Bueno. Si pensamos
en un pintor del Prado que
se caracterice por la materia táctil
tenemos que pensar en Ribera.
En Ribera. Vamos allá. Aquí está.
¿Por qué de la materia táctil?
Si nos fijamos en esos cuerpos
desnudos que representa Ribera,
siempre vamos a ver esa diferencia
en las texturas de la piel
del anciano frente a la piel tersa
del joven. Vamos a ver
esas arrugas pronunciadas
que hace
con un relieve tridimensional,
que parece que están talladas
las arrugas en la materia.
Seguimos con el pintor
que distorsiona la imagen
gracias a la luz.
Bueno. Pues si hablamos de distorsión
yo creo que todo el mundo piensa
en el mismo: en El Greco.
En El Greco.
Que distorsiona pero no deforma.
El Greco lo que hace es,
crea unas perspectivas
extrañas, muy forzadas.
Unas perspectivas que hacen
sentir al espectador que está viendo
una imagen distorsionada.
Para las personas como yo, que vemos
El Greco y... ¡Ostras! Nos cuesta.
¿Cómo les convencemos?
Pues un pintor modernísimo,
original, con una técnica que puede
casi calificarse de transgresora.
Por eso no le gusta a mucha gente,
porque no la entiende.
Bueno, voy a hacer propósito
de enmienda; voy a ponerme delante,
voy a intentarlo. Venga, vamos al
siguiente, el pintor del carácter.
Yo creo que si pensamos
en un pintor que sea capaz
de pintar el carácter
de las personas, ese es Goya.
Él desnuda sus personajes,
es un psicólogo.
Él es capaz de pintar, representar,
pues el egoísmo, el éxito,
la derrota, la vanidad, la amistad,
la generosidad...
Todo, no se queda en lo superficial,
en la fisonomía del personaje,
logrando el perfecto parecido.
Va mucho más allá. Y penetra
en el interior del ser humano.
(Gritos y explosiones)
(Relinchos y disparos)
(Música tenebrosa)
(Disparo)
(Continúa la música)
(Disparo)
(Continúa la música)
(Disparo)
(Música tensión)
Detrás de mí dos de los cuadros
más famosos de Goya. Dos cuadros
que no se entienden el uno sin
el otro, porque cuentan dos momentos
de un mismo hecho histórico.
El 2 de mayo de 1808 el pueblo
de Madrid se alzó contra las tropas
de élite napoleónicas,
los llamados mamelucos.
Y como consecuencia de aquella
revuelta, unas horas más tarde,
la madrugada del 3 de mayo,
los franceses fusilaron
a los protagonistas del alzamiento.
Pero no adelantemos acontecimientos,
vayamos por orden.
Como hemos dicho,
todo empieza el 2 de mayo de 1808.
Este cuadro es conocido
como "La carga de los mamelucos".
¿Y quiénes son los mamelucos?
Son los miembros de la caballería
de la guardia imperial francesa.
Mercenarios llegados de Egipto
que luchaban con las tropas
napoleónicas. Recordad que ese año
Napoleón había entrado en España,
en teoría, tan solo para llegar
a Portugal. En la práctica,
invadieron la Península.
Pactando la salida del rey Carlos IV
y de su hijo Fernando VII,
y proclamando a un nuevo rey:
José Bonaparte,
hermano del emperador.
Cuando el pueblo fue consciente
de la usurpación de la corona
se rebeló contra los invasores.
El 2 de mayo las calles
del centro de Madrid se convirtieron
en un auténtico polvorín.
El pueblo llano salió en masa armado
con lo que tenía a mano.
Goya lo retrata muy bien. Mirad.
Cuchillos, navajas, palos,
varas, alguna escopeta...
Fijaos aquí, en primer término, este
hombre clavando un punzón al caballo
del mameluco. Mirad las expresiones
de los personajes, el miedo
en la cara de los franceses.
La ira en la cara del pueblo.
Y los cadáveres en el suelo;
sus caras ensangrentadas
con estas expresiones de horror.
Todo es una escena dantesca
en la que todos los personajes
están enfrascados en la batalla.
Los únicos personajes que miran
al espectador son los caballos.
Es como si los seres no racionales
fueran los únicos que se dieran
cuenta de lo absurdo de tanta
violencia, y pidieran ayuda,
de algún modo estuvieran
pidiendo ayuda con los ojos.
Bien, todo esto ocurría
el 2 de mayo en Madrid.
Horas más tarde ocurría esto otro.
Lo que durante el día fue una
rebelión, se transformó en represión
por la noche. Los protagonistas
son los mismos de antes,
pero ya lo veis, la situación
ha dado un giro radical.
A la izquierda del cuadro vemos
a los personajes que van a ser
fusilados. A sus pies,
los que acaban de ser ejecutados.
Y a su lado, los que les seguirán.
A la derecha de la imagen,
el pelotón de fusilamiento.
Goya organiza la escena partiendo
de este farol, justo aquí en medio,
que han puesto los franceses
para ver a los fusilados.
Este foco de luz marca la línea
divisoria del cuadro. A un lado,
las víctimas. Y al otro,
los verdugos. Goya no nos enseña
la cara de los soldados franceses.
En cambio, las víctimas muestran
todas las emociones posibles. Está
el que baja la cabeza, implorando
clemencia, con las manos
entrelazadas parece que esté
rezando. El que alza el puño,
y lanza una mirada de desprecio
por lo que le va a suceder. Y está
también, naturalmente, el personaje
que atrae todas las miradas,
el personaje con la camisa blanca.
Que capta toda la luz del farol:
de rodillas, con los brazos alzados,
con la cara desencajada,
como si no entendiera nada.
Como si no entendiera por qué
le van a disparar, por qué le van
a fusilar, por qué le van a matar.
Los que esperan su turno se tapan
la cara, desesperados.
O miran de reojo entre confundidos
y atemorizados.
Y fijaos también en la sangre.
Fijaos cómo mancha el suelo
y cómo mancha también la cara
de los muertos.
(SUSPIRA)
Goya pintó estos cuadros
como regalo de bienvenida
para el rey Fernando VII.
Parecía que el rey iba a volver
para recuperar el trono y acatar
la Constitución de Cádiz,
ya sabéis, la de 1812.
Pero, por lo que se sabe, al rey
no le gustaron los cuadros,
y lo que es peor,
no le entusiasmó la idea de una
Constitución. De hecho, la revocó
e instauró una monarquía absolutista
en la que él era todopoderoso.
Cortamos, es buena.
Sí, buena, buena, habrá sido buena
por los pelos, ¿eh? Porque hay
alguien de vosotros que está
haciendo como un ruidito con unas
llaves; como un "clin-clin-clin".
Que no se habrá metido
en la toma de milagro.
¿Pero qué dices?
¿Qué ruido de llaves?
¡Ah! ¡Ah! Nada, nada, nada.
Perdonad, me había parecido
que había como un "tin-tin-tin".
Pero nada, nada.
Nada, nada, perdonad, perdonad.
(Música)
"¡Uf! Ya no me acordaba que yo soy
el único que parece escuchar
los sonidos del museo. En fin,
debe tratarse de la reina, seguro.
Quizás está intentando decirme algo
con ese ruidito. Está claro
que es el tintineo de una llave,
o sea que ¡tiene que ser la llave
que abra el cofre
que me indica el mapa!
Yo creo que el ruido viene de allí".
(Música)
"¡Claro! El retrato de Luis Veldrof,
aposentador de Fernando VII.
Quizás él pueda darme la llave".
Don Luis,
creo que tiene algo para mí.
Así es, llevo un rato
llamándote con mis llaves.
Tenía que ser usted.
Soy el aposentador real
de Fernando VII.
Es conmigo con quien tienes
que hablar para resolver tus dudas.
Oiga, mire, los mensajes de la reina
me llevaron hasta el cofre,
pero está cerrado.
Usted tiene la llave, ¿no?
Esa llave y cualquier llave
que se precise,
todas están a mi cargo,
pero nunca he traicionado a mi rey.
Estuve a su lado hasta
el día de mi jubilación,
incluso le acompañé a Francia
cuando la guerra con los franceses.
Fernando VII confió siempre en mí.
Fui uno de sus servidores más fieles.
Ya, pero usted ahora lo que quiere
es ayudar a la reina, ¿verdad?
María Isabel de Braganza,
qué mujer tan dulce y discreta.
Si la hubieras visto contemplar
los cuadros de la colección real.
Se esforzó mucho por darles
el lugar que merecían.
Ella es la auténtica alma
de este museo,
por eso voy a ayudarte.
Te daré la llave
con la que podrás abrir el cofre,
porque la reina merece
que su voz sea escuchada.
¿Y qué hay en el cofre?
Eso es un secreto
que solo la reina conoce
y lo que yo estoy a punto de hacer
tampoco debe saberlo nadie jamás.
Y mucho menos el rey.
Tiene mi palabra, don Luis.
(Música)
Pobre diablo, se piensa
que voy a traicionar a mi rey.
(RÍE)
(Continúa la música)
(PIENSA) "No abre.
Cómo es posible que no abra.
Pero si la llave me la ha dado
el mismísimo aposentador del rey.
No será que la cerradura
está atascada...
Puede ser, esto lleva más
de dos siglos sin abrirse.
Qué hago.
Bah, qué demonios.
Mi reina, me lo llevo.
Ya lo abriré de algún modo".
(Música suspense)
Va, venga...
Ya voy, ya voy, ya voy.
¿Dónde vas con la bolsa?
No, no, no. Quita, quita, quita.
Ya la llevo yo.
No puedes salir con la bolsa.
El espectador no entenderá nada.
No te preocupes, me la pongo
para atrás y no se verá.
Qué dices.
De verdad...
¡Ay, mira, tú sabrás!
Que no se va a ver,
ya verás.
Me la pongo así por detrás
y ya está. No se verá.
"Todo el mundo preparado.
Fuera luces".
Llevamos todo el programa hablando
de que el Museo del Prado
es un museo de pintores,
y así es.
De hecho es estrictamente así.
En la colección del Prado
encontramos miles de pintores,
pero, atención, pintores hombres,
porque la cifra de mujeres pintoras
es alarmantemente pequeña.
Solo asciende hasta 30.
Las mujeres artistas
no lo tenían nada fácil.
De entrada, no se les permitía
entrar en las academias
para aprender pintura.
Las pocas que llegaban a dominar
el arte de la pintura a menudo
eran hijas o esposas de pintores
y quedaban a su sombra.
En la época se consideraba
que las mujeres, atención,
no tenían ni el talento,
ni la inteligencia,
ni el carácter necesario para
ejercer la profesión de pintoras,
pero, incluso teniéndolo
todo en contra,
hubo mujeres que sí lograron pintar,
que consiguieron hacerse un nombre,
aunque, desgraciadamente,
muchas de sus obras
fueron adjudicadas
a artistas masculinos
que gozaban de mayor prestigio.
Existe otra razón evidente
por la cual hay
tan pocas artistas femeninas
en los museos de arte antiguo.
La historia la han escrito
los hombres.
También la historia del arte.
Las obras de artistas mujeres
no interesaban
ni a historiadores,
ni a restauradores,
ni a los críticos,
y por eso las ignoraron,
pero, por suerte,
los tiempos cambian.
Y ahora, hoy aquí,
vamos a hablar de ellas.
"Y cortamos, ha sido buena".
(Música suspense)
Marc, me dejas la "legrand"
un segundito, por favor.
Vale, gracias.
(Continúa la música)
(SORPRENDIDO) ¡Ostras,
qué susto me has dado, Sara!
¿Y eso?
Un cofre, un cofre que tengo.
Si es un momio.
¿De dónde lo has sacado?
Mira que me... ¡Oye!
¿Qué?
¿No estaba en el gabinete
de sus majestades?
¿Estás loco o qué te pasa?
No sé, pensaba que molaba...
Como en plan de atrezo, ¿sabes?
Ramón... Ramón, estás muy raro.
Cada día más, ¿vale?
Mira, me lo voy a llevar
antes de que nadie se dé cuenta.
Y suelta eso,
a ver si te vas a hacer daño.
Y no toques nada más, que nos
van a echar del museo por tu culpa.
(Música suave)
(PIENSA) "¿Y ahora qué?
¿Qué es esto?
¿Unas perlas?
Qué extraño.
Bueno, tal vez sean alguna pista".
(Música suave)
"Isabel de Portugal,
la esposa del emperador Carlos V.
Ah, sí, mira, le faltan
algunas perlas del collar".
Majestad, creo que ha perdido
algunas cuentas.
Con su permiso.
(Continúa la música)
Así pues, quizá sea verdad
que sois de fiar
y que intentáis ayudar a mi tocaya,
la otra Isabel.
Hago todo lo que puedo,
pero no es nada fácil.
Aunque os veo flojear
por una llave que no abre.
Sí, lo de llave...
Solo tengo que limpiarla
un poco o lijarla.
Ya verá como al final consigo
que abra.
(RÍE) No seáis bobo.
El aposentador no es más
que otro secuaz de Fernando VII,
el Rey Felón.
Os ha dado una llave falsa.
El fiel servidor, el aposentador...
Me va a oír.
Olvidaos de él.
Nunca os dará esa llave.
Es más, ni siquiera la tiene.
Ah, ¿no?
¿Y quién la tiene?
¿Sabéis que mi tocaya y yo
tenemos más cosas en común,
aparte del nombre?
Las dos eran portuguesas, ¿no?
Exacto.
Aunque no tuvimos
la misma suerte en el amor.
Yo viví feliz
y fui amada por mi esposo.
En cambio, la otra Isabel...
Felón digamos que le salió rana,
¿verdad?
Era una mujer dulce y amorosa,
pero murió sin dar un heredero
y el rey la olvidó enseguida.
En fin, sé en poder
de quién obra la llave,
pero solo os lo diré
si hacéis algo por mí.
Si está en mi mano...
Lo está.
Cambiadme la nariz.
Sí, ya sé lo que queréis decir.
¿Diga?
José Luis...
Hola, soy Ramón, buenas noches.
¿Ramón?
¿Pero tú sabes qué hora es?
Ya, ya, perdona.
Sí, ya sé que es tardísimo.
Joder, que son las 4 de la mañana,
tío.
Sí, perdona, pero es que te estoy
llamando por una cosa importante.
Mira, estoy en el museo,
estoy en el Prado,
y necesitaría
que me hicieras un favor.
Necesito que vengas.
Que estoy en la cama durmiendo,
¿es algo urgente o qué?
Necesitaría que vinieras ahora.
¿Ahora?
Pero ¿qué dices?
Ya, pero es que es importante.
Es para una cosa del rodaje,
más o menos.
Pues si es urgente...
Voy mañana y lo vemos.
No, mañana...
Mañana no puede ser.
Mañana no... Tendrías que venir
ahora mismo. Ahora.
¡Qué dices, ahora!
(Música)
"Bien, al final he conseguido
que esta misma noche
venga uno de los magníficos copistas
del Museo del Prado.
Artistas que copian obras maestras
bajo encargo
o por afán de aprender
de los grandes.
Le he pedido que me ayude
con lo que necesito.
Isabel de Portugal tenía una nariz
aguileña muy pronunciada.
A su muerte, el emperador Carlos,
su marido,
encargó a Tiziano un retrato
de la reina para poder llevárselo
siempre consigo a todas partes,
pero el emperador le pidió al pintor
veneciano que retocara
la nariz de la reina
para embellecerla,
así, en lugar de la nariz aguileña
que en realidad tenía,
el cuadro de Tiziano muestra
una nariz recta y perfecta.
Por eso hoy, cumpliendo
el deseo de la reina que quiere
que la contemplemos con el aspecto
que realmente tenía,
vamos a hacer
una réplica del cuadro,
pero esta vez con su verdadera
nariz aguileña.
Espero que le plazca y que así pueda
decirme cómo conseguir la llave
para abrir el cofre".
(Música)
"Bien, dejemos trabajar al pintor
y aprovechemos para saber
más cosas sobre
las pintoras del Prado.
Vamos con una de las más
prestigiosas, Sofonisba Anguissola".
(Música)
"Anguissola fue una de las pocas
pintoras que consiguió fama
en la Europa del siglo XVI.
Fue una retratista destacadísima
que consiguió brillar
en un mundo masculino
desde la corte de Felipe II.
Una de sus señas de identidad
eran los ojos que pintaba,
que eran como los suyos.
Grandes y expresivos".
(Continúa la música)
"Sofonisba Anguissola sirvió durante
más de diez años
en la corte del rey Felipe II
como dama de compañía
y como profesora de pintura
de Isabel de Valois,
la tercera esposa del rey.
Durante su estancia en la corte,
pintó retratos magníficos,
como estos que estamos viendo.
En el Prado se conservan cuatro
de sus pinturas.
La más famosa quizás sea
el retrato que le hizo al rey,
y mi preferida sobre
la reina Isabel de Valois
sosteniendo un retrato de su marido
Felipe II".
(PIENSA) "Ya está terminado,
qué pasada.
Así que este es el verdadero aspecto
que tenía
la reina Isabel de Portugal
con su auténtica nariz aguileña.
Desde luego, vaya diferencia".
Daos prisa, rápido.
Mostrádmelo.
Sí, sí, perdón.
Por fin.
Esa sí soy yo con mi nariz de rapaz.
Tal y como debieron
verme los siglos.
Y a quien no le guste, que no mire.
Me alegro que le guste tanto,
majestad.
Y ahora, si fuera tan amable,
¿podría decirme dónde está la llave?
¿Sabéis quién querría ayudar
a una reina encerrada?
Otra reina encerrada.
¿Cómo?
¿Que hay otra reina encerrada
que además es la que tiene la llave?
Así es.
Debéis hablar con mi suegra.
Ah...
Muchas gracias, majestad.
"Ya sé a qué reina se refiere.
Espero que también quiera ayudarme".
(Móvil)
¿Quién es?
No... Otra vez este no.
Lo siento, pero paso
de coger el teléfono.
(Móvil)
No, si no me va a dejar en paz.
Hola, majestad.
Mire, no quiero ser irrespetuoso,
lo siento mucho,
me tendrá que perdonar, pero
ahora mismo me pilla superliado.
En peores momentos te vas a ver
si no entras en razón.
Sí, ya... Que si soy un traidor
y un plebeyo,
que me voy a arrepentir y todo eso.
¿Pero tú sabes con quién
estás hablando?
¿No te das cuenta de que yo no soy
un rey cualquiera?
Yo fui quien estableció la ejecución
por garrote vil en España.
Cesa de inmediato de perseguir
esa llave, ¡es una orden!
Qué pesado es este hombre.
(Música piano)
(PIENSA) "Ahí está, la suegra
de Isabel de Portugal.
Nada más y nada menos
que Juana I de Castilla.
La famosa Juana la Loca".
Majestad, me envía la emperatriz
del Sacro Imperio Romano Germánico,
la reina Isabel.
Su nuera, vamos.
¿Felipe?
¿Eres tú, hermoso?
No, no soy Felipe.
Me llamo Ramón.
He venido a por lo de la llave.
Vaya carcelero simpático
me ha tocado.
Si yo tuviera la llave,
¿crees que me hubiera quedado tantos
siglos aquí encerrada?
Majestad, me refiero a la llave
del cofre de la reina Isabel.
¿Isabel mi madre o Isabel mi nuera?
Uy, sí, qué lío.
Discúlpeme.
Quiero decir,
la reina Isabel de Braganza,
que está encerrada igual que vos.
Claro, entre reinas encerradas
tenemos que ayudarnos.
Mire...
Ella me ha proporcionado este mapa,
tengo que abrir el cofre
de la reina Isabel,
pero no tengo la llave.
Yo creo que la llave la tiene usted.
¿La tengo yo?
¿Dónde, hermoso?
No lo sé. Yo creo que...
A lo mejor es esa que tiene justo
ahí, al lado de la ventana.
Silencio, corremos peligro.
Se acercan los esqueletos, escóndete.
¿Dónde?
Pues no sé, aquí dentro.
En el cuadro.
Eso es, muy bien.
(Pasos)
Pero venga, rápido,
siéntate en la silla.
(Música tensión)
Ya están aquí, no te muevas.
No respires.
Estate quieto.
Así.
Ya se van.
Bien hecho. Respira.
Ya puedes levantarte.
Y ahora tienes que irte tú, hermoso.
Vamos...
¡Uf, qué peligro!
Pero, ¿y la llave?
Mira en tu bolsillo.
(Música)
Gracias, majestad.
(PIENSA) "Bien, con esta llave podré
abrir el cofre,
pero antes de eso,
me he comprometido a mostraros
las pintoras del Museo del Prado.
Vamos allá".
(Música)
"Empezamos con Marietta Robusti,
llamada la Tintoretta
porque era hija de Tintoretto".
Era una buena retratista,
pero la sombra de su padre
era demasiado alargada.
Algo parecido le ocurrió
a Anna Maria Teresa Mengs,
fue discípula de su padre,
el pintor Anton Raphael Mengs
y conocida por sus retratos
al pastel,
como este, en el que le retrata
precisamente a él.
Angelica Kauffmann fue un prodigio.
Con 15 años ya realizaba retratos.
Acabó recibiendo fama
y reconocimiento
y también pintó escenas históricas
y bíblicas,
saltándose la regla no escrita,
de que no eran temas para mujeres.
Rosa Bonheur fue una mujer
que rompió moldes.
Vestía como un hombre,
llevaba el pelo corto,
y fumaba cigarros.
Algo insólito entonces.
Pintaba animales, sobre todo leones
como este llamado "El Cid".
Lucia Anguissola recibió la misma
educación que su hermana Sofonisba.
Se decía que,
de no haber muerto tan joven,
se podía haber convertido
en una magnífica pintora.
Artemisia Gentileschi,
hija del pintor Orazio Gentileschi,
tuvo una vida muy complicada.
No solo fue violada,
sino que sufrió vejaciones durante
todo el proceso judicial,
pero no se dejó vencer.
Sus retratos de una fuerza dramática
extraordinaria
le trajeron fama y encargos.
Bien, y para terminar,
quiero hablaros de la pintora,
de la artista femenina
con más cuadros colgados
en las salas de exposición".
(Música)
En esta sala del museo
dedicada a los bodegones
hay cuatro obras de Clara Peeters.
Mirad, una, dos, tres y cuatro.
Se sabe muy poco de esta artista
de Amberes.
Tan solo que le gustaba pintar
bodegones
y que seguramente
era de buena familia.
Sus cuadros son siempre exquisitos
por su luz, por su perspectiva.
Ella pintaba de un modo mucho
más realista que sus colegas,
y eso era una novedad.
Seguramente pertenecía
a la clase aristocrática,
porque me gustaría que os fijarais
en un detallito de aquí.
Fijaos en este bodegón,
concretamente en el cuchillo.
Ella firma como de un modo velado,
porque justo aquí,
en el borde del cuchillo,
pone "Clara Peeters".
Cuando los aristócratas
iban a cenar,
normalmente llevaban su cuchillo,
así que,
tal vez, lo que nos está diciendo
la artista con este bodegón
es que ella pertenece
a la clase aristócrata.
Pero sus cuadros nos dicen
muchas más cosas,
especialmente este de aquí.
(Música)
"Contemplar un bodegón es siempre
descubrir un sinfín de comidas,
bebidas, objetos, pero en este
bodegón de Clara Peeters
hay algo mucho más interesante
escondido.
Vamos a ver si la gente
consigue verlo".
Pues en este cuadro yo veo que es
un bodegón donde mezclan flores,
comidas, bebidas.
-Las flores son frescas.
-Hay rosas.
Hay flores silvestres.
-Hay lirios, tulipanes,
margaritas.
-En el centro veo como una fuente
de frutos secos.
Veo almendras, higos.
-Higos, pasas, orejones...
-Dátiles, pistachos.
-Y parecen unas pasas también
muy detalladas.
-Veo un plato con lo que parecen
rosquillas de pan.
-¿Es algo de embutido o qué?
-Y hay unas rosquillas que parecen
rellenas de chocolate.
-Una copa con un elixir.
-Vino rosado.
-Debe ser vino dulce.
-Por el tamaño de la bebida
yo diría que es más bien té,
porque si eso es licor...
es una copa bastante grande.
-La copa es muy bonita.
Es de un cristal...
Podría ser de bohemia.
-Lo que me estoy dando cuenta
es que según vas mirando el cuadro,
te vas encontrando más cosas,
como el trofeo que está en el centro.
-Me tendría que poner las gafas.
Ah, sí, veo un cáliz, podría ser...
con una estatua muy pequeñita.
¿Pero no ves nada más?
No sé.
¿Qué más debo ver?
¿En la tetera no ves nada?
¿En la tetera?
La veo normal, de color gris.
-¿En la tetera?
Es una tetera azul marino.
-Me fijo, pero no veo nada más.
-Sí, ahora lo veo.
-Hay un reflejo de algo.
-Tiene el reflejo de un ventanal,
¿no?
-Hay un retrato...
Parece un retrato invertido.
-Hay un reflejo de una persona
dentro de la jarra.
-Parece una cara.
Luego, la parte de arriba
es lo mismo, pero invertido.
-Aquí, aquí, aquí están las caras
de alguien.
-No tiene pinta de ser el pintor,
porque no está con un pincel.
Es una figura oscura.
Eso es lo que veo
que me llame la atención.
(Música)
"Clara Peeters escondió
su autorretrato
en el reflejo de la tetera
como una manera de reivindicarse
como una pintora capaz de mucho más
que solo pintar bodegones.
Fue su manera de decirle al mundo
que una mujer
también podía ser un gran artista".
(Música suspense)
"Eureka, está sí que es la llave.
¿Y ahora?
Pero qué demonios pasa.
Pero ¿qué es esta lluvia de papeles?
¿Un dibujo del garrote vil?".
¡Qué, majestad,
usted no se cansa nunca, eh!
Bueno, pues que sepa
que no me va a parar con dibujitos,
ni que sean del mismísimo Goya.
(Música suspense)
(PIENSA) "¡Un pincel!
Claro, sin duda debe
ser el pincel de la reina.
Isabel de Braganza era una persona
culta, ilustrada y amante del arte.
Pintaba, pero no se ha conservado
ninguno de sus cuadros.
A lo mejor este pincel me sirve
para completar una de las casillas
que me marca el mapa.
Ahí está, el pincel.
¡Primera casilla completada!
Solo me queda una más.
Tal vez, si consigo completar el
mapa, pueda llegar hasta la reina".
(Música suspense)
Disculpe un momento, perdone
que le interrumpa, doña Cecilia.
Siento deciros que surgió un problema
con la partitura de la reina.
Esta no es la que buscáis.
(A LA VEZ) -No, la que buscáis.
Pero es que el mapa
me dice que está aquí.
A su servicio para envíos
y mensajes en general.
Seguridad y rapidez es mi lema.
Tengo un mensaje de los dioses.
Para descubrir dónde
se halla lo que buscas,
deberás antes superar una prueba
que me lo hizo Hércules.
¿Y ya está?
Date la vuelta y verás lo que tienes
que hacer para conseguirla.
(Continúa la música)
Con la que te va a caer encima,
vas a echarme de menos.
-Oye, a mí no me cuelgues el
teléfono,
que te estoy llamando.
Me están pasando unas cosas
que lo flipas.
¿Qué cosas?
-Claro, la espada.
Con la espada de Felipe VII puedo
anular el poder de Mefistófeles.
Mi reina, es nuestra música.
¿Quién anda ahí?
(Música suspense)
Añadir comentario ↓
Esta seria de cuatro capítulos es interesantísima. Nos acerca al Museo con una nueva perspectiva, amena, instructiva, con una buena trama y muy bien documentada, Millones de gracias a todos los involucrados en esta seria. Magnífico presentador. Sin duda esta serie se merece un 10.