Tiempos nuevos, tiempos salvajes, decía una canción de moda en la movida, de los irreductibles ‘Ilegales’ y no estoy muy seguro de que la idea se cumpla, me explico.
Resulta que cada vez estamos –como decirlo- más amaestrados y menos salvajes, los gimnasios han sustituido a muchos bares, en los que se socializaba con una copa sobre la mesa, al calor de conversaciones políticas, sobre el último disco de Pink Floyd o Supertramp, mientras alguien se liaba un porro. Ahora se habla más de zapatillas para correr, de batidos de proteínas vegetales, de resultados de entrenamientos, de pulseras que monitorizan nuestras constantes vitales o del próximo tatuaje que adornará el músculo perfectamente torneado.
En los tiempos nuevos la agresividad se acumula en las redes sociales, el insulto discurre precisamente por ahí. Un insulto –de alguna manera- controlado, porque se deja constancia del mismo por escrito, se trata de un insulto amplificado, todo el mundo se entera y no sé qué duele más, si una hostia en la puerta de un bar analógico de los tiempos salvajes o un insulto publicado en el mundo virtual, desde la sala de un gimnasio de los nuevos tiempos.
Quizás la cosa debería quedar en; tiempos viejos, tiempos salvajes.
