El miedo viaja por el éter, que no es nada y lo es todo y al que siempre se refirieron los viejos de la radio, viaja -decía- hasta contagiarse y convertirse en miedo colectivo.
El miedo se provoca, se genera por fuerzas externas, por estímulos reales o falsos y es como una espiral, porque la primera defensa, la primera reacción al miedo es la de escapar, huir, salir y cuando la huida no es posible aparece un nuevo miedo y así hasta llegar al pánico. Al final las causas desaparecen y con ellas el miedo, solo queda un mal recuerdo.
Pero los miedos peores son los interiores, los que nacen desde dentro, los miedos particulares, los miedos que no tienen explicación. Miedos que van cambiando con la edad, cuando eres niño se presentan en forma de monstro, que con la edad van perdiendo la forma para convertirse en algo mucho menos tangible, como la inseguridad o la soledad.
Miedos que nos acompañan siempre, que nos enseñan a vivir, a huir para no tener miedo, a defendernos para no tener miedo, a protegernos y conseguir no vivir aterrados por miedo. El miedo es el compañero de viaje incómodo, que debe enseñarnos que hay que hacer las cosas sin contar con el miedo.
Una vida más tarde comprenderemos, que la vida perdimos, solo por miedo. Palabra en forma de canción de Juan Pablo Silvestre. No se la pierdan al final de éste Radiograma, en la voz de María Salgado.
