Phil Spector fue un día el niño prodigio del pop, inventor del Muro de Sonido, modelo a imitar por talentos inimitables como Brian Wilson o fabulosos demiurgos del pop negro, como los grandes productores de Motown y Atlantic. Produjo a casi todos los grandes, se codeó con los Beatles, dirigió su propio sello, Philles Records. Pero el pequeño geniecillo olvidó que era humano y enfermó de paranoia y de soberbia como un Howard Hughes revisitado en la década prodigiosa; se retiró a sus palacios de invierno y se ganó el desprecio, cuando no el olvido, de sus coetáneos. Al fin, reapareció como la formidable caricatura que siempre fue, enredado en un terrible escenario de sangre y delirios, que le condujo a la cárcel en California, condenado por el asesinato de la actriz Lana Clarkson en 2003. Allí acaba de morir, a los 81 años, a causa del Covid.
Píntalo de negro. El soul y sus historias
Phil Spector
16/02/2021
05:23
