Juanma Palma tiene 49 años pero mantiene la mirada inocente, llena de ilusión como la de un niño que busca y busca en su interior para conocer y descubrir dónde se encuentra en cada momento. Hoy se abre por vez primera de corazón para contar su historia. Una historia de vocación pastoral que no dejaba vivir a su otra pasión por ser y sentirse libre en lo afectivo y sexual. El celibato se lo impedía. Y tuvo que elegir. Un proceso difícil y largo del que hoy se siente muy orgulloso porque puede ser quien realmente es en todas sus facetas de la vida.
Ha sido una charla íntima, relajada bañada en un té rico para coger aire. Juanma me acoge en el salón de su casa que también es el lugar de encuentro con la comunidad que le rodea. Ahora, tras contar su historia, está nervioso porque recordar momentos difíciles siempre es remover el interior de alguien sensible como Juanma. Ha sido y es una persona valiente, eligió para ser coherente consigo misma. Aunque ello le implicara vivir a la intemperie durante mucho tiempo. Porque su relación con el ministerio eclesiástico ha sido complicada desde que decidió ser libre. La Iglesia católica no se acepta a una persona que cuestiona o no comulga con el celibato por muy entregada que se haya mostrado en lo espiritual durante años. Juanma se sigue sintiendo cura en el fondo por su vocación de ayudar al prójimo pero ya mira hacia otros rincones espirituales en esa búsqueda constante en la que vive. Él ha encontrado la paz interior amando a otro hombre. Ahora se siente libre para disfrutar de sus relaciones sin olvidar su espiritualidad y su otra pasión como coordinador del espacio Berakah dónde puede dar rienda suelta Un camino largo y tortuoso en muchos momentos que le valió la pena. Pero dentro de la Iglesia católica son muchas las vocaciones que siguen sufriendo el celibato en silencio.
