En lugar de una vacuna, agua salada. Eso es lo que recibieron 8.500 personas en Alemania el pasado mes de abril. Una enfermera antivacunas y negacionistas del coronavirus tiró las dosis a la basura y rellenó las jeringuillas con una solución salina. La mayoría de los afectados tiene más de 70 años y pertenece a grupos de riesgo. Ahora vuelven a vacunarse.
Coronavirus: última hora en directo
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