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El primer Nobel español de la historia

El prodigio de la medicina y descubridor de la neurona

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Aragonés de nacimiento, se pasó su vida viajando de un lado para otro. Aficionado a la pintura y a la fotografía, empieza medicina en la Universidad de Zaragoza en 1869. Pronto destacará entre los de su clase. Cuatro años más tarde se licenciará en la disciplina y con referencias prometedoras ingresará en el Cuerpo de Sanidad Militar de Lérida, como segundo médico.  Durará poco y durante su destino en Cuba al año siguiente caerá enfermo de paludismo y disentería, por lo que tendrá que regresar a España entre fuertes achaques de salud.

De regreso a su ciudad natal empezará a interesarse por la histología, disciplina de la que se propone montar un laboratorio en Zaragoza. Se doctora en Madrid y se compra un microscopio. Una nueva enfermedad, esta vez la hemoptisis vuelve a atraparle. Poco después se casa con Silveria Fañanás al tiempo que acepta la dirección de los Museos de Anatomía de Zaragoza.

Hacía 1880 empieza a publicar sus primeros trabajos, aprueba una cátedra en Valencia y se convierte en padre (la primera vez de muchas). Fe y Santiago son sus dos primeros retoños. A orillas del Mediterráneo nacerán Enriqueta y Paula las dos siguientes descendientes.  

Se interesa por la hipnosis conforme va dando forma a su Manual de Histología. Su quinto hijo, Jorge, llega coincidiendo con su traslado a Barcelona donde le espera el puesto de Catedrático de Histología Normal y Patológica. Un año después de su traslado a la Ciudad Condal (1898) empiezan a dar frutos sus estudios y trabajando sobre el método de Golgi descubre la unidad celular del sistema nervioso. Al mismo tiempo se involucra en la divulgación de su obra y de los descubrimientos que va haciendo, e inicia la publicación de la Revista Trimestral de Histología Normal y Patológica. Su interés por la divulgación científica va en aumento y empieza a mantener contactos con revistas europeas dedicadas a la ciencia.

La Reunión de la Sociedad Anatómico Alemana será decisiva en el futuro de su carrera. En la capital alemana presenta su descubrimiento ante la admiración de la comunidad científica

Pilar y Luis aumentarán a siete el número de vástagos de la familia Cajal, pero la muerte de la pequeña Enirqueta, de siete años de edad sumirá a la familia en el duelo.

A mediados de los noventa vuelve a Madrid y tras la presentación de su descubrimiento llega el aluvión de reconocimientos a nivel europeo e internacional. Recibe numerosos premios y encabeza las academias de diversas disciplinas. Investido Doctor Honoris Causa por la Universidad de Cambridge, recibe el Premio Fauvelle de la Societé de Biologie, Premio Internacional de Moscú y funda la Revista Micrográfica. En el plano académico, se convierte en miembro de la Real Academia de Ciencias de Madrid y también de la de Medicina. También recibió diversas condecoraciones de países como España o Francia la Gran Cruz de Isabel la Católica y la Gran Cruz de Alfonso XII.

Incansable, también impulsará la creación del Instituto Nacional de Higiene Alfonso XIII del que es nombrado director.

Al poco tiempo de comenzar sus investigaciones sobre la fisiología del sistema nervioso publica La textura del sistema nervioso del hombre y de los vertebrados. El volumen es acogido con muy buenas críticas, pero Cajal sufre un golpe emocional con el fallecimiento de su padre y mentor, el también doctor Justo Ramón.

Pero profesionalmente siguen los proyectos y los reconocimientos. La Academia Imperial de Ciencias de Berlín le otorga la Medalla de Oro de Helmholz por las mismas fechas rechaza el cargo de Ministro de Instrucción Pública.

Aunque sin duda la cúspide en el reconocimiento de su carrera le llegaría el 10 de diciembre, en la Real Academia de la Música de Estocolmo, cuando le es entregado el Premio Nobel de Fisiología y Medicina. Degeneración y Regeneración del sistema nervioso es su primer libro como Nobel.

En 1934 y a la edad de 84 años muere, pocos meses después de publicar su último libro: El mundo visto a los ochenta años.