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Detención y juicio

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La declaración de Escobedo tenía, sin embargo, pocos detalles. No sabía donde estaba la pistola ni podía contestar qué había hecho con el arma o a quien se la había entregado, y lo mismo con el martillo, el soplete y la linterna. Pero confesó que había disparado contra el marqués y que se vio obligado a hacer lo mismo con la marquesa porque se despertó en la habitación contigua donde dormía.

"¡Sí, los maté, lo hice! ¡Había más gente, pero no puedo decir más!". Acabó la declaración con llantos y sin letrado. Cuando José Mª Stampa Braun, el célebre penalista, llegó a las dependencias policiales, leyó la declaración y le propuso hacer unos cambios:

- No. He hecho un pacto con Cordero.

- ¿Qué pacto?

- Que dejarán en paz a mi familia. Lo escrito no se puede tocar.

Stampa releyó la declaración y concluyó: "¡Pues menos mal que han abolido la pena de muerte!"

Tras la detención y confesión de Rafi se produjo un hecho singular: al día siguiente se fueron a Londres, en vuelos distintos, el administrador y Javier Anastasio, al amigo de Rafi que acabaría siendo procesado por cómplice en un juicio posterior y fugándose. Confesó haber acompañado a Rafi al chalet, haber esperado en el coche, haberle acompañado a su casa y, finalmente, arrojar la pistola en el Pantano de San Juan. ¿Cuál pudo ser el motivo de aquel precipitado y coincidente viaje a la ciudad en que vivía de nuevo, Juan de la Sierra?

El administrador dijo que no había ido a Londres a ver a Juan sino a venderles a una empresa inglesa los hoteles Ritz y Palace como simple intermediario, puesto que él nada tenía que ver con dichos hoteles; pero nunca apareció la persona que le había encargado el viaje. Por su parte, Anastasio dijo que había a ver a una novia, que era azafata y que, por aquellas fechas, trabajaba en Lisboa.

Pero Rafi siguió siendo el único encausado por la muerte de los marqueses y de nada sirvieron unos informes elaborados por el inspector Romero en los que se mostraban numerosos indicios acerca de la posible participación de Juan de la Sierra y el administrador en el crimen.

El juicio se celebró en julio de 1983 y Rafi fue condenado a 53 años de cárcel por ser el autor, "sólo o en unión de otros", del crimen de los marqueses. El miércoles 27 de julio de 1988, a las 13,20, fue descubierto en el Penal del Dueso (Santoña) el cuerpo sin vida de Rafael Escobedo, colgado con una sábana de una ventana y con rastro de cianuro en los pulmones. El forense concluyó que ya estaba muerto cuando le fue anudada la sábana al cuello. El juez de Santoña, Fernando Grande Marlaska, cerró las diligencias iniciadas al no poder determinar quiénes habían sido las personas que "ayudaron" a morir a Rafi Escobedo.