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La piel, la tendencia más incómoda de la moda

  • Crece la lista de diseñadores y empresas que no utilizan pieles animales
  • Fendi y Bottega Veneta sí usan pieles pero intentan que pasen desapercibidas

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La supermodelo Bella Hadid abre el carrusel de Fendi.
La supermodelo Bella Hadid abre el carrusel de Fendi.

La actriz Katie Holmes, el dj Diplo y la influencer española Sita Abellán han visto el desfile de Fendi dese la primera fila. La casa italiana ha pasado de estar cuestionada por el uso de las pieles a ser una de las favoritas de la gente joven y de estrellas de la música como Rosalía y Nicki Minaj, que incluso ha hecho una colección para ellos que se lanza el 14 de octubre. Y son ahora ellas, las clientas, la fuente de inspiración para Silvia Venturini que exprime los códigos de la casa y rescata formas, colores y estampados icónicos de los años 60.

Fendi revisa la década de los años 60 del siglo XX. AFP

La diseñadora decora sus prendas con el estampado gingham, flores Gaillardia y geometrías gráficas que invitan a un juego sensual de transparencias. Vemos pantalones encerados y otros hechos con algodón orgánico. Llaman la atención las prendas con bolsillos exteriores que parecen flotar creando suspensiones ingeniosas. Como el sugerente mono bicolor que llevaba Bella Hadid.

La top española Miriam Sánchez desfila para Fendi. AFP

Destacan las piezas de punto y ganchillo, de absoluta tendencia, que mantienen su estilo vintage pero se modernizan combinadas con otras transparentes o perforadas. Todos los looks van muy trabajados, con atrevidas superposiciones. Como las chaquetas y abrigos acolchados que se decoran con flores en tonos muy pálidos. Y por contraste llaman la atención las prendas con jardines en colores vibrantes, siempre con un aire retro. “Esta colección lleva flores imposibles y texturas etéreas que confunden al ojo”, dice Venturini haciendo referencia las prendas que llevan franjas transparentes que permiten ver la prenda que va debajo, o la piel. En este caso la de la mujer.

Propuestas para el verano de 2020 de Bottega Veneta. AFP

Bottega Veneta es sinónimo de lujo y artesanía, dos conceptos que no siempre van unidos. La firma vive una nueva etapa desde la llegada de Daniel Lee. El británico es un treintañero con un excelente currículo: se formó en Central Saint Martins y ha trabajado en casas tan potentes como Balenciaga, Maison Margiela y Celine.

La colección pega un giro estético, abandona la intelectualidad que imprimió Tomas Maier, el anterior director creativo, y abraza un estilo más urbano y sensual. Tanto para la línea de mujer como para la de hombre que ha presentado juntas.

Segunda colección de Daniel Lee para Bottega Veneta. AFP

Los tejidos juegan al contraste, desde la opacidad mate de la piel, tratada para que tenga la suavidad de la seda, hasta la frialdad de las texturas metalizadas que se utilizan para vestidos de fiesta en colores potentes, como verde y naranja. La paleta de la colección, titulada Solair Flair, es muy luminosa y la bandera de tejidos lleva texturas naturales como el algodón orgánico que Venturini mezcla con tejidos de laboratorio y pieles.

Conjunto en napa negra de Bottega Veneta. AFP

La silueta huye del encorsetamiento y el patrón se relaja. Lee juega con las proporciones y los contrastes de color para aportar dinamismo a la colección en la que vemos también tops-pañuelo y arrebatadores vestidos de punto con escotes asimétricos que se aferran al cuerpo. El bolso liso en colores llamativos rivaliza con el que lleva el icónico trenzado para convertirse en el must de la temporada. Irina Shayk ha sido la estrella del desfile.

Echando un vistazo rápido a las redes sociales vemos que los artículos de piel no gozan del favor del gran público pero hablamos de productos de lujo que sí tienen una clientela fija. Según la Italian Trade Agency (ITA), en Italia hay más de mil doscientas empresas que trabajan en la industria del cuero y generan el 65% de la producción de toda la Unión Europea. En 2018 sí hubo un descenso en las ventas y ahora el sector trabaja para ser más sostenible y lo hace reduciendo residuos y reciclando los descartes. La mayoría va más allá y pelea para tener el certificado ICEC que acredita que se hacen acciones responables y se cuida y respeta el medio ambiente. Para muchos no es suficiente.