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Barrios sin alma: así es la 'turistificación' de Lisboa

  • De cada tres personas que pasean por Alfama, una es turista
  • En Portada ha recorrido el barrio para entender cómo es la convivencia entre turistas y locales

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Turistas vs. vecinos: ¿cómo ha cambiado Lisboa?

Alfama es uno de los barrios más antiguos de la capital portuguesa. Con sus empinadas cuestas, su tranvía o el eléctrico como lo llaman por aquí, su ropa tendida en los balcones y su peculiar olor a sardinas asadas. Pero cada vez, con menos vecinos.

Antes era uno de los barrios marginales y más olvidados de la capital, pero desde hace unos años se ha ido transformando, reformándose hasta convertirse en uno de los más turísticos.

Antonio Melo tiene 71 años y ha pasado la mitad de su vida en Alfama, de donde ahora le quieren sacar. Su contrato de alquiler no va a ser renovado y ahora en este barrio como otros del centro, los precios de las viviendas se han multiplicado por 10 en muchos casos. Para los más mayores la situación es más dramática porque les cuesta más adaptarse a otro barrio, pero los desahucios afectan también a los jóvenes y los artesanos que están desapareciendo de los barrios históricos de la capital.

Antonio dice que su barrio no estaba preparado para tanto turismo. En el edificio donde vive hay cerca de una veintena de apartamentos turísticos, gente que como dice Antonio apenas se quedan unos días.

En pocos años los precios de las viviendas se han disparado en todos los barrios lisboetas.

En pocos años los precios de las viviendas se han disparado en todos los barrios lisboetas. En Portada

El turismo, motor de una economía castigada

Los vecinos ven apenados cómo sus calles han enmudecido, los únicos ruidos que ahora se escuchan son las ruedas de las maletas y los disparos de los flashes de las cámaras. Los portugueses que aman la vida en la calle y entablan conversación fácilmente, solo ven turistas que entran y salen de las casas, en donde antes vivían sus vecinos de toda la vida, que apenas se quedan unos días y luego llegan otros, que casi no les entienden y con los que solo hablan cuando les van a preguntar por una calle. El barrio se ha quedado también sin sus tiendas tradicionales, ahora solo hay locales de venta de souvenirs y bares o hamburgueserías.

Francisca Guerra, única propietaria portuguesa de un edificio en Alfama, lo ve con otros ojos. Vive la paradoja de soportar a los turistas como vecinos pero se reconcilia con el turismo en su restaurante, donde ellos son sus principales clientes.

El país que fue uno de los más castigados por la crisis de 2008 puso en marcha el turismo como motor de la economía e implantó algunas medidas fiscales para atraer inversiones extranjeras. Muchos jubilados europeos se han trasladado a Portugal para ahorrarse el IRPF de sus pensiones. Pero esa 'turistificación' ha tenido consecuencias.

En Alfama sus vecinos nos están contra el turismo, ni siquiera lo aborrecen. Solo desean que exista un equilibrio entre las actividades para el turismo y la protección a las personas. Que sus barrios no pierdan la identidad ni la memoria que se conserve el alma del barrio.