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PHotoEspaña 2018

Tomás de Acillona, el gran virtuoso de la fotografía pictorialista

  • Este fotógrafo aficionado fue el principal representante español de este movimiento
  • Una exposición en el Museo del Romanticismo rescata su trabajo del olvido

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Sin título, c. 1949 © Tomás de Acillona. Museo del Romanticismo
Sin título, c. 1949 © Tomás de Acillona. Museo del Romanticismo

El vizcaíno Tomás de Acillona (1893-1957) nunca vivió de la fotografía pero fue una de sus grandes aficiones. En las instantáneas volcó su curiosidad que le condujo al “virtuosismo técnico” al rebufo del pictorialismo, un movimiento muy en boga a principios del siglo XX que consideraba que la foto era el medio y el arte en sí misma.

El Museo del Romanticismo recupera en el marco de PHotoEspaña 2018 una completa exposición consagrada a Acillona (Hasta el 23 de septiembre). La selección rescata del olvido, solo se había mostrado antes una retrospectiva del autor en 2010 en Bilbao, los secretos de su trabajo.

Exposición de Tomás de Acillona en el Museo del Romanticismo

Exposición de Tomás de Acillona en el Museo del Romanticismo

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Abogado por Deusto y acaudalado hombre de negocios, Acillona tuvo el tiempo y el dinero suficiente para ejercitarse con la técnica de la goma bicromatada. A grandes rasgos, esta toma como base de la emulsión fotográfica la goma arábiga a la que se añaden compuestos químicos, y una vez seca se expone a la luz solar.

Desde 1910, el fotógrafo recurre a un laboratorio que montó en su propio hogar. Trabaja acompañado en muchas ocasiones de su amigo el músico Andrés Isasi, tan entusiasta como él del manejo de nuevas técnicas. Ambos amigos de la infancia fueron afinando en sus experimentos.

Pictorialismo: la importancia de la técnica frente al contenido

El comisario de la exposición, Mikel Lertxundi, explica que el pictorialismo concede muchas veces más importancia al complejo revelado que al motivo de la foto. Acillona fue uno de los principales representantes de este movimiento fotográfico en España.

“Consideran que es arte por todo lo que han hecho en el proceso. Usan técnicas pigmentarias con el acabado final de la superficie y esto es un mayor control final del fotógrafo porque permite el retoque, por ejemplo, con goma de borrar como hacían ellos”, señala Lertxundi a RTVE.es.

'Nubes sobre Dilizena',1933 © Tomás de Acillona. Museo del Romanticismo

El resultado recuerda a veces a “un dibujo, un carboncillo o una sanguina”, apunta el experto. Tomás de Acillona capta escenas costumbristas, como pescadores o mujeres cosiendo redes, retratos y naturalezas muertas donde experimenta con la luz o el enfoque. 34 de estas piezas se pueden disfrutar en la muestra de Madrid.

“Recoge paisajes porque le encantaba pasear pero también de los Altos Hornos de Vizcaya. Plasma bodegones donde se ve especialmente su despliegue técnico que tiene relación con el naturalismo”, añade el comisario e historiador que cree que la exposición es una gran oportunidad para “redescubrir” a este autor, que también captó con minuciosidad los rincones de su jardín en Algorta.

A pesar de ser aficionado, su evolución no se detiene y su habilidad técnica se aproxima al desenfoque impresionista en los años 30, y en los 40 juega con “el detalle, los objetos, las personas y los retratos”.

El creador expuso frecuentemente en diversos salones fotográficos internacionales hasta antes del inicio de la Guerra Civil, aunque su nombre se ha diluido a través del tiempo.

Su producción fue ingente y llegó a crear dos millones de pruebas en veinte años, a las que se añade su afán divulgativo: también tuvo tiempo de plasmar sus descubrimientos científicos en el manual de más de 300 páginas La estampa a la goma bicromatada (1941).