Enlaces accesibilidad

'Historias', el alma más tierna de Juan Ramón Jiménez

  • Se publica por primera vez el libro completo con 27 poemas inéditos
  • Centra su atención en el mundo de la infancia y en sus vivencias en Moguer

Por
El poeta Juan Ramón Jiménez y su esposa Zenobia Camprubí posan en San Juan de Puerto Rico, la ciudad donde se exiliaron voluntariamente.
El poeta Juan Ramón Jiménez y su esposa Zenobia Camprubí posan en San Juan de Puerto Rico, la ciudad donde se exiliaron voluntariamente.

Cuenta Carmen Hernández-Pinzón, sobrina-nieta de Juan Ramón Jiménez, que lejos de la imagen de creador narcisista e inalcanzable, aislado en su torre de marfil, el poeta de Huelva era un hombre tierno y eternamente conectado con el mundo de la infancia, con el que compartía una constante capacidad de asombro. “Creo que ese alma de niño le hizo ser genial hasta el final”, afirma.

Este lado extremadamente sensible, pegado a sus vivencias en su añorado Moguer, y en el que ya anticipa su evolución posterior con gotas de trascendencia, es el que nos muestra Historias, publicado en la colección Vandalia por la Fundación José Manuel Lara. El libro contiene 27 poemas inéditos procedentes del archivo de la Universidad de Puerto Rico, país donde se exilió junto a su esposa Zenobia Camprubí.

Juan Ramón Jiménez con sus sobrinos José, Juan Ramón y Francisco en 1920. Fundación José Manuel Lara

Es la primera vez que se publica este volumen completo, aunque algunas creaciones ya fueron incluidas por Juan Ramón en varias antologías y fue corregido en 1921. Dividido en cuatro secciones: “Historias para niños sin corazón”, "Otras marinas de ensueño", "La niña muerta"-dedicado a una sobrina fallecida muy querida-, y "El tren lejano", fue escrito por el autor onubense entre 1909 y 1912, en un contexto marcado por la tristeza.

Juan Ramón Jiménez había regresado muy desencantado del ambiente literario madrileño, donde sus obras publicadas no habían sido bien acogidas. El poeta retorna a un Moguer arrasado económicamente por una plaga de filoxera. En esa atmósfera de penuria e impuesta autorreflexión arranca un impresionante torrente creativo.

“Está muy triste, está muy mal, está muy nervioso, pero su capacidad creadora es impresionante. Le llega a decir a su amigo Juan Guerrero que en esa época escribió 32 libros. En su tiempo, los amigos le decían que con lo que él había escrito se podía empapelar Madrid, por eso le molestaba cuando le tachaban de señorito andaluz y de no haber trabajado nunca. Este es un reproche que le hizo Zenobia al conocerle”, señala Carmen Hernández-Pinzón, responsable del legado literario del Nobel de Literatura y cuya colaboración ha sido imprescindible para publicar Historias.

El poeta del mar y de la infancia

Sus versos sumergen en el universo del poeta puro de los niños, del mar y la eterna melancolía, en una etapa primigenia y sensitiva que Juan Ramón Jiménez siempre amó, y que allana el camino desde el Modernismo al culmen intelectual de Diario de un poeta recién casado (1916-17), obra que cumple cien años.

“Sí que era un poeta ensimismado pero nunca pierde la realidad como referencia, de hecho, en Moguer él dice que aprende del oficio del artesano que 'pone el alma en el cuerpo', a él, por ejemplo, le encanta escuchar cómo habla la gente en las plazas. Era un hombre comprometido con su tiempo y muy sensible al sufrimiento de los demás”, explica Rocío Fernández Berrocal, editora de Historias, profesora, y una de las mayores especialistas en la obra del andaluz.

Los desfavorecidos, el ensueño, la elegía y la muerte son temas que sobrevuelan su creación, que por encima de todo enfoca su mirada al mundo infantil, que tanto le fascinaba, y que paralelamente en esta etapa fue volcando en su obra maestra Platero y yo (1914). En Historias, esta querencia se traduce en un hondo pesar por la muerte de su sobrina María Pepa, de tan solo 26 meses, que le afectó profundamente, ya que practicamente murió en sus manos, tal y como evoca en sus versos:

Yo la tuve cogida de la mano,

mucho tiempo después de haberse muerto,

por si podía (yo)

ayudarla a pasar por el misterio

(La niña muerta)

“Refleja historias sobre todo de niños tristes y desgraciados que han pasado por épocas malas y muerte, que es un tema que le obsesionaba mucho, la muerte y la enfermedad de los niños. Él dice que es uno de los pilares por lo que se aparta de Dios, ya que no entiende la enfermedad en los más pequeños”, señala su sobrina-nieta en una entrevista para RTVE.es, en la presentación del libro este lunes en Madrid.

Un torrente creativo

La producción literaria de Juan Ramón fue ingente, y aún “queda muchísimo por descubrir en verso y prosa”, señala Carmen Hernández-Pinzón, que acostumbrada a bucear en su archivo, relata como el poeta escribía en cualquier sitio “desde un ticket de compra a una factura", y además hacía numerosas correcciones, apunta, y achaca su imagen de aislamiento a sus desavenencias con los miembros de la Generación del 27.

Esquema del manuscrito de 'Historias'

A pesar de esta ardua tarea de localización, ayuda que el Nobel diseñara sus libros “como un arquitecto”, incluyendo un esquema con anotaciones sobre la edición, la dedicatoria o las partes bien diferenciadas de su composición.

Un orden detallado que el lector también puede observar en los documentos que incluye Historias sobre el proceso de escritura, y una oportunidad para aproximar la intensidad inagotable de la poesía juanramoniana a todos los paladares.

“Él decía siempre que la poesía era para la 'inmensa minoría' pero este libro es para una inmensa mayoría, y permite descubrir al Juan Ramón más tierno”, resume la profesora Berrocal.