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Sokurov desconcierta pero gusta mucho en Venecia con 'Francofonia'

  • Narra cómo se salvaron las obras del Louvre durante la Segunda Guerra Mundial

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Los actores Vincent Nemeth y Johanna Korthals durante la presentación de 'Francofonia'.
Los actores Vincent Nemeth y Johanna Korthals durante la presentación de 'Francofonia'.

Alexander Sokurov ha llevado a Venecia Francofonia, una propuesta arriesgada y compleja que mezcla política y arte y cuenta de un forma muy particular cómo se salvaron las obras del Louvre durante la Segunda Guerra Mundial, una película que "debe ser respondida a través del significado artístico, no la forma".

"Mi deseo era crear una obra de arte, una representación subjetiva y (algo) sólido, no algo publicitario, sino histórico. Quería, y espero haberlo conseguido, ayudar a todos a escuchar, entender y reaccionar", dijo el director ruso en rueda de prensa.

Una película construida con fotografías antiguas, imágenes de Hitler en la época cuyos hechos narra el filme y montajes entre material audiovisual antiguo con escenas rodadas en el Louvre con actores, que fue recibida con grandes aplausos en Venecia.

Los actores personifican de una manera muy peculiar a Jacques Jaujard, entonces director de los Museos Nacionales franceses; Franz Wolff-Metternich, el militar alemán que ayudo a salvar los tesoros del museo; Napoleón, como la persona que inició la colección que daría lugar al Louvre, o Marianne, el símbolo de Francia.

"En nuestro viejo mundo se repiten los problemas de siempre: no recibimos respuestas de los políticos (...) Nada cambió de la Primera a la Segunda Guerra Mundial ni lo ha hecho hasta el presente (...)".

Por eso Sokurov -León de Oro en Venecia en 2011 por Fausto- intenta dar esas respuestas con el cine, crear emociones y dar la oportunidad de soñar. "Sí, el alma todavía puede dar algo ". Y en esta película utiliza el arte como forma no solo de expresión sino de comunicación.

"La pintura nos permite entender que los europeos debemos mirar más las cosas que son diferentes. La cultura necesita distancias, no se puede mezclar, debemos abordar la cultura de manera mucho más suave, si se destruye la cultura no se puede volver a crearla". Arte, política e historia se mezclan en Francfonia, que no es la primera película que el realizador ruso ambienta en un museo.

Anteriormente realizó Elegía de un viaje (2001) en el Bojimans de Rotterdam o El arca rusa (2002), rodada en un único plano secuencia en el Hermitage de San Petersburgo. En este caso, se traslada al Louvre y a su adorada Francia, "una Francia que ya no existe en la actualidad".