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La Berlinale cierra su desfile de aspirantes al Oso con cine asiático

  • Chá Va con Vá y Ten No Chasuke cierran la competición
  • Entre las favoritas para ganar, 45 yeas y El Club

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Actress  Yen, director Di and actor Hoang attend the 'Cha va con va' ('Big Father, Small Father and Other Stories') photocall at competition section at the 65th Berlinale International Film Festival in Berlin
La actriz Do Thi Hai Yen, el director Phan Dang Di y el actor Le Cong Hoang, de la cinta vietnamita 'Cha va con va', en la Berlinale.

La Berlinale ha cerrado este viernes su desfile de 19 aspirantes a los Osos con cine asiático, a la espera de que este sábado el jurado internacional reparta los premios de un festival en el que Latinoamérica brilló y donde los nuevos talentos del cine aportaron agradables sorpresas.

La vietnamita Chá Va con Vá (Big Father, Small Father and Other Stories) dio una última dosis de sensibilidad asiática al servicio de una bonita historia, mientras que la japonesa Ten No Chasuke (Chansuke's Journey) deleitó a los amantes de lo delirante, en viajes de ida y vuelta entre el cielo y la tierra.

La primera, dirigida por Phan Dang Di, es una película mágica, de jóvenes en periodo de iniciación a todo, que discurre entre las calles de Saigón y los lodazales de la periferia y que despertó al festival, pese a que los ánimos estaban ya algo agotados en esta última jornada.

La segunda, del japonés Sabu, es un paseo onírico alrededor de un "ángel" que desciende a lo terreno para salvar la vida a una muchacha a quien el ejército de guionistas celestiales colocó bajo las ruedas de un automóvil.

La exquisitez vietnamita y el ritmo trepidante japonés en medio de historias que se enredan y desenredan se repartieron el protagonismo del último tramo de un festival en el que, de acuerdo a su código de conducta no escrito, no hay que dar nada por descartable.

Las favoritas para el Oso

Al jurado encabezado por el director estadounidense Darren Aronofsky, con asistencia de su colega peruana Claudia Llosa, el actor alemán Daniel Brühl y la francesa Audrey Tautou, entre otros, le corresponde emitir su veredicto, sea coincidente con la crítica internacional del festival o buscando su propio Oso.

Las preferencias, tanto en la revista del festival Screen como en barómetros de diarios locales, se inclinan claramente por 45 Years, del británico Andreas Haigh y con la excelente Charlotte Rampling al frente de la historia de un matrimonio gastado.

Sus directos perseguidores son El club, del chileno Pablo Larraín, El botón de nácar, de su compatriota Patricio Guzmán, así como Ixcanul, del guatemalteco Jayro Bustamante, y Eisenstein in Guanajuato, el filme rodado en México por Peter Greenaway.

Nada mal, para las cuatro películas con participación latinoamericana a concurso. Ocurra lo que ocurra con el reparto de Osos, dichos filmes representan cuatro formas distintas de hacer cine y de sabiduría cinematográfica, proceda ésta de veteranos como Greenaway o de debutantes como guatemalteco.

Otras opciones

Otro joven talento, el alemán Sebastian Schipper, aportó a la competición un nuevo lenguaje cinematográfico, con una película rodada como una secuencia única, donde todo gira alrededor de una joven española, Victoria, papel interpretado por Laia Costa.

La neófita Laura Bispuri impactó con Vergine Giurata,  una película rodada entre Italia y Albania que toma como protagonista a un muchacho/muchacha atado al juramento de una virginidad perpetua.

De estos nombres procedió el componente de savia nueva que todo festival quiere mostrar, mientras que las mayores decepciones procedieron de nombres consagrados, como el alemán Werner Herzog y su superproducción Queen of the Desert, así como Terrence Malick y la etérea Knight of Cups.

Tampoco se ganó el agrado de la crítica la española Isabel Coixet -especialmente la alemana, que fue implacable con su Nadie quiere la noche.

Nada es descartable, puesto que al jurado se le atribuye el derecho soberano a tomar cualquier vía, de lo que hay constancia en los veredictos de todo festival de cine que se precie.

Taxi, el filme del iraní de Jafar Panahi, sería una opción más bien política o solidaria hacia el cineasta inhabilitado por Teherán, mientras que premiar la rumana Aferim se entendería como un reconocimiento a uno de los ejes temáticos de esta 65 edición del festival: el racismo, en este caso contra los gitanos.