Enlaces accesibilidad

El pájaro carpintero, un cráneo insólito para no sufrir daño cerebral

Taladra los árboles para hacer un túnel donde criará los polluelos

Marcan su territorio con el tamborileo y capturan larvas bajo las cortezas

El cráneo de estos pájaros absorbe los golpes para proteger el cerebro

Por
Pájaro carpintero de norteamérica
Pájaro carpintero de norteamérica

Estos días de plena primavera, entre abril y principios de mayo, se puede escuchar un insistente tamborileo en los bosques de casi toda la península Ibérica. Son los machos de pájaro carpintero haciendo sus nidos, perforando troncos con su duro y largo pico.

Los pájaros carpinteros por excelencia en España son el pico picapinos y el pito real. Son de los pájaros más llamativos de nuestras tierras por su plumaje de color rojo negro y blanco el primero y verde, amarillo y rojo intenso el segundo.

Los picapinos habitan sobre todo pinares pero también anidan en bosques de ribera, encinares o alcornocales. Desde pinares alpinos por encima de los 2.000 metros en Pirineos hasta choperas al nivel del mar. Los pitos se decantan por los bosques caducifolios no muy densos, las campiñas bien arboladas y los bosques de ribera.

La construcción del nido forma parte del cortejo. Ellos taladran los troncos mientras las hembras escuchan el golpeteo, que les atrae, y cuando localizan al macho observan con paciencia la construcción de lo que en principio será la cámara nupcial y luego el nido donde incubarán los huevos. Una vez terminado, ella entra y allí copulan.

Un profundo tunel

En el caso de los carpinteros de España, el nido es un profundo túnel en la madera de hasta 20 centímetros de largo y 15 de diámetro. La entrada es más estrecha, de unos 5 centímetros de diámetro. Los animales tardan entre una y tres semanas en taladrarlo según la dureza de la madera elegida.

Estas aves también pican con su pico en los troncos para hacer sonidos que marcan su territorio y para alimentarse. Hacen agujeros en la madera seca para acceder a las larvas xilófagas que están creciendo dentro y comérselas. Tras hacer un fino agujero sacan su larga lengua de un estuche situado en el cráneo y alcanzan la larva.

Tienen además una saliva pegajosa y viscosa que se adhiere al insecto y por si fuera poca especialización, el final de la lengua tiene unos pelillos córneos ásperos que sirven como ganchos. Así no hay larva que se escape. A los pitos reales además, les chiflan las hormigas rojas, que bajan a comer al suelo. En otoño también comen frutos secos. Los colocan en un resquicio de un tronco y ahí, con tranquilidad, rompen la cáscara con su ágil pico.

Un cráneo a prueba de golpes

El pájaro carpintero da cabezazos a la madera hasta 16 veces por segundo. Su cabeza se mueve a unos vertiginosos seis metros por segundo y la fuerza de desaceleración con cada picotazo es 1.000 veces la de la gravedad. Para picar sin sufrir daño cerebral cuenta con un equipamiento único. Se agarra a los troncos con los pies –tipo loro, con dos dedos que apuntan hacia delante y dos hacia atrás– y hace palanca con la cola.

La cabeza tiene un cráneo especial para aguantar los constantes golpes sobre la madera. Pesa tan solo un 1% de su peso corporal porque está compuesto por huesos esponjosos, llenos de pequeñas cámaras que alojan aire que amortiguan el impacto. Su hueso hioides –tiene forma de herradura y en los hombres aloja la nuez– es inusitadamente largo, se enrolla alrededor del cráneo y funciona como un cinturón de seguridad.

Además, el espacio entre el cráneo y el cerebro de estas aves es muy reducido y la masa cerebral no se sacude con los golpes. Por otra parte su pico es más largo por abajo para que la mayoría del golpe lo absorba la parte inferior de la cabeza. Este sistema ha inspirado la creación de dispositivos tecnológicos para absorber golpes, como cascos.