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Claudia Llosa salpica de mitos la Berlinale con 'Aloft'

  • La cinta de la peruana cuenta con la participación de TVE
  • Su directora la compara con "el vuelo del halcón"
  • La argentina Celina Murga presenta La tercera orilla

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Director Llosa poses with cast members Murphy, Connelly and Laurent during photocall to promote movie "Aloft" at 64th Berlinale International Film Festival in Berlin
La directora Claudia Llosa (segunda por la derecha) con Cillian Murphy, Jennifer Connelly y Melanie Laurent.

La Berlinale ha vivido este miércoles una jornada a competición dominada por talentos latinoamericanos, de la mano de la peruana Claudia Llosa y su nueva incursión en el poder de la tierra, mientras la argentina Celina Murga optaba por el minimalismo en torno a esa explosiva etapa llamada adolescencia con La tercera orilla.

Cinco años después de ganar el Oso de Oro con La teta asustada, Llosa regresa a competición con Aloft,  que cuenta con la participación de TVE, una nueva historia plagada de mitos, trasladados ahora a impresionantes paisajes helados y cielos polares surcados por un halcón.

Llosa era recibida como una campeona en una Berlinale que en 2009 la descubrió gracias al hermoso canto quechua que es La teta y a la que ahora regresaba entre estrellas internacionales. Aloft es una película que "arranca de la tierra y queda luego suspendida en el cielo, como el vuelo del halcón", según ha comentado a Efe, acerca de una coproducción hispano-inglesa-canadiense donde de nuevo indaga en la "relación del ser humano con lo sagrado".

"Lo sagrado, lo primitivo es algo que llevamos en el ADN, no es específico de uno u otro país, en uno u otro continente, sino que está presente en todas las sociedades", añadía la cineasta peruana, quien de los agrestes paisajes de Lima de su anterior película berlinesa pasa ahora a hielos polares "para seguir hablando de mitos y rituales", admitió.

El peso del filme recae en "una mujer fuerte -Jennifer Connelly- poderosa, que busca alternativas, sus propios canales de conexión, sea en el arte o en las técnicas de curación, frente a un entorno que trata de oprimirla". En paralelo discurre una historia de abandono y desesperanza, representada por un hijo, ya adulto, en busca de la madre perdida, junto a una reportera empática que trata de resolver su propio enigma.

Aloft,  cuya producción es en un 80 % española, era la única representante del cine español a competición en esta Berlinale, mientras que Argentina, con sus dos títulos, completó la presencia más abultada que se recuerda en décadas en ese festival.

El dedo en la llaga de la adolescencia

Por su parte, la argentina Murga, quien en 2012 estuvo ya en ese festival con el documental Escuela normal, metió el dedo en la llaga con un adolescente aparentemente tranquilo, en un entorno familiar sin estridencias y donde nada hace presentir que algo va a entrar en erupción, más allá de su mirada eternamente perdida.

"Se trataba de no anunciar nada, dejar fluir, que fuera el espectador quien descubriera que algo anda ahí socavando al personaje", explica a Efe Murga sobre su filme, segundo representante argentino a competición tras Historia del miedo, de Benjamin Naishat.

La trama discurre alrededor de una familia -en realidad, dos familias paralelas-, en una sociedad marcada por las "hipocresías de los secretos a voces", propia de lo que la cineasta califica de "núcleos cerrados", como el de Entre Ríos, su provincia natal y escenario tanto del mencionado documental como de este filme.

El protagonista es el adolescente -Allan Devetac-, pero el conflicto no se cierne en torno a una muchacha de su edad, sino un padre multiatareado -Daniel Veronesa- que busca al primogénito sucesor de todo lo que considera su dominio -familia, trabajo, hacienda, prostíbulos y armario donde guarda sus armas-.

Completó la jornada el filme chino Bai Ri Yan Huo -Blanck Cool, Thin Ice-, de Diao Yinan, una historia de matones profusa en sangre e imaginativos asesinatos, además de una genial esposa que entierra la urna con las cenizas del marido en el misérrimo jardincito que rodea un árbol ciudadano junto a su tintorería.