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Scola homenajea a su amigo Fellini en la Mostra de Venecia

  • Presenta Che strano chiamarsi Federico - Scola racconta Fellini
  • "Es un álbum de recuerdos" que mezcla documental y ficción
  • The Rooftops, la hipocresía de la vida en Argel cierra la competición

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Che Strano Chiamarsi Federico! Photocall - 70th Venice Film Festival
El director italiano Ettore Scola posa durante el pase gráfico de la película "Che strano chiamarsi Federico - Scola racconta Fellini" durante la 70 edición del Festival de Venecia.

Ettore Scolaha presentado este viernes en la Mostra de Venecia un precioso, emotivo y brillante homenaje a su amigo Federico Fellini, con un filme que consigue retratar con profundidad al autor de La Dolce Vita a través de pinceladas y recuerdos muy personales.

Che strano chiamarsi Federico - Scola racconta Fellini huye con elegancia de la lágrima fácil y de la tristeza que suelen invadir las películas homenaje. "Es triste el que muere sin dejar trazas ni huellas, pero no hay que llorar por la muerte de Fellini", afirmó hoy Scola, que ha regresado al cine para realizar este filme.

Retirado desde hace dos años, Scola no dudó en ponerse de nuevo tras la cámara para construir esta película con motivo del vigésimo aniversario de la muerte de Fellini, que se cumple el próximo 31 de octubre.

"Es un álbum lleno de fotografías, de escritos, de recortes y de recuerdos y, como todos los recuerdos, alguno está borroso y se ha tenido que reconstruir un poco" a través de una gran labor de búsqueda en los archivos, ha explicado en una rueda de prensa un frágil, pero lúcido e irónico, Scola.

En contra de las películas lacrimógenas

A sus 82 años, el realizador de Una jornada particular no quiere hacer llorar ni construir películas lacrimógenas: "Hoy la gente se conmueve demasiado", afirma.

Además, "habría traicionado un poco de ese cinismo del que me acusan -no es verdad-. Y es una forma de reparación, porque, si lo hubiera hecho triste, Federico se hubiera cabreado mucho, porque era una persona muy alegre, muy irónica".

"Esa era su grandeza", y por eso Scola, su amigo durante 50 años, no se ha emocionado realizando este filme, pese a todo, emotivo, hecho especialmente para los jóvenes, como ha resaltado su propio creador.

"Es un pequeño álbum para los jóvenes, porque Fellini hablaba a los jóvenes. Incluso si los jóvenes no han visto sus películas, hay huellas de él por todas partes y deberían verlas", ha agregado.

Filmes importantes en un mundo actual en el que se ha perdido el contacto directo, pero en el que, al mismo tiempo, los jóvenes tienen muchas más oportunidades, ha señalado Scola, que rechaza la idea de que aquella época, en la que él y Federico se dedicaban a hacer obras maestras, era mejor. "No estoy de acuerdo, no podía haber seguido eternamente".

Mezcla de documental y ficción

Che strano chiamarsi Federico - Scola racconta Fellini mezcla imágenes documentales con una ficción que juega a su vez con una difusa separación de ficción y realidad, marcada por el continuo paso del blanco y negro al color.

Un narrador se mete entre los actores para contar a los espectadores la parte de ficción mediante la que Scola cuenta los comienzos de Fellini en la revista Marco Aurelio, en la que realizaba viñetas desde su llegada a Roma desde Rímini con solo 20 años.Scola llegó a los 16 años a la revista, y ahí comenzó una amistad forjada en los paseos en coche que tanto gustaban a Fellini y a través de los cuales ideó los surrealistas y especiales personajes que pueblan su universo cinematográfico.

De la misma forma, el filme usa esos paseos para introducir personajes que representan algunos de los papeles más importantes de los filmes de Fellini y se aprovecha de los decorados falsos como testigos de las historias que llevó a la gran pantalla.

Apenas unos breves testimonios de Alberto Sordi o de la esposa de Fellini, la actriz Giuletta Masina, se introducen en un relato que recoge la magia y el mundo propio de Fellini, con imágenes del circo, de bailarinas, de paseantes, de prostitutas y de tantos otros que fueron retratados por el cineasta.

Interesantes escenas de rodajes, como la de la famosa escena de la Fiontana di Trevi en La Dolce Vita, y algunas palabras del realizador contribuyen a dar unidad al filme.

The Rooftops, la hipocresía de la vida en Argel

Cinco historias que muestran la hipocresía de la vida actual en Argel y, en especial, la situación de las mujeres es lo que cuenta Es-Stouh (The Rooftops), la película del director argelino Merzak Allouache que ha cerrado este viernes la competición oficial de la 70 edición de la Mostra de Venecia.

"Todo lo que muestro en el filme simboliza la hipocresía de nuestra sociedad en la que se están produciendo muchos fenómenos que no se quieren reconocer", ha afirmado en rueda de prensa el realizador, que puso como ejemplo los casos de pedofilia de los que se ha empezado a hablar en los últimos meses.

Los jóvenes argelinos están viviendo un "periodo confuso" y además hay "una especie de violencia en las calles, en las relaciones y en los diálogos".

"Lo que he querido es dar la voz de alarma. Soy solo un testigo y, a través de mi película, quiero hablar de la sociedad argelina", señaló Allouache.

Un hombre es torturado, porque no quiere firmar un documento; una niña trata de tener una relación normal con su tío, encerrado en una jaula; un grupo de música ensaya en una terraza; el propietario de un edificio intenta echar a una mujer mayor que vive ilegalmente en la terraza, y un equipo de televisión se encuentra en el peor sitio en el peor momento.

Cinco historias bien narradas y con una evidente unidad temática y de estilo, que cumple su objetivo de denuncia social, pero que no aporta nada desde el punto de vista cinematográfico.