Enlaces accesibilidad

Cyrano de Bergerac: Triste y vertiginosa parábola del amor

  • El montaje parisino que ofrece el Real está llena de acción y emociones
  • Radio Clásica-RNE ofrecerá en directo la función del sábado 19 de mayo

Por
El acto I nos traslada hasta un teatro francés del XVII en una curiosa escena de teatro dentro del teatro.
El acto I nos traslada hasta un teatro francés del XVII en una curiosa escena de teatro dentro del teatro.

Como "triste parábola del amor" ha presentado el Teatro Real la ópera de Franco Alfano de la que nos ofrece, en cinco funciones la producción creada por Petrika Ionesco para el Teatro del Châtelet en 2009.

Y así es la historia que propone Franco Alfano -más conocido por acabar Turandot de Puccini que por sus propias partituras- basada en la celebérrima novela de Edmond Rostand. Pero, además de "triste", a la historia llena de acción aquí plasmada por el rumano Petrika apoyada por la enérgica dirección orquestal de Pedro Halffter, al frente de la orquesta titular del Real, podríamos añadirle muchos más adjetivos...como vertiginosa, épica, aventurera o vitalista.

Ionesco ya habló en la presentación a la prensa de una cierta visión cinematográfica de la historia que había tenido en cuenta. El montaje nos da la oportunidad de ver en acción a Plácido Domingo en un papel protagonista que él ha elegido. A Ainhoa Arteta en el de la heroina femenina Roxane que ha tenido que improvisar en cuestión de días.

Y al tenor Michael Fabiano, a la altura física y vocal del rol del bello pero incapacitado para la oratoria, Christian; el "rival de Cyrano' como pretendiente de Roxane, y al que el narigudo personaje ayuda -como todos sabemos- escribiendo cartas de amor para la amada de ambos.

Una ópera que tiene de todo...

Pero además de todo esto, Cyrano -como una megraproducción de aventuras de Hollywood- nos enseña el teatro por dentro, nos mete entre perolas y calderos en una cocina del siglo XVII, nos llleva hasta primera línea de batalla de una guerra (el asedio de Arras) para terminar entre los muros de un convento donde dicen -y también lo contó Ionesco- la verdadera Roxane habría pasado sus últimos años de vida y donde incluso llegó a convertirse en una especie de santa.

Especialmente hermoso -por poco habitual- es el inicio de la ópera. Comienza sin previo aviso y sin música la acción. Los espectadores reales del Teatro Real asisten a una representación de un ballet en 1640 en el Hotel de Borgoña (De pronto, se levanta de nuevo el telón y vemos como en un espejo, al otro lado del escenario a los espectadores de aquel teatro parisino. El efecto de este teatro dentro del teatro es fascinante y cuando la bellísima música -que no es una obertura- por fin, llega es recibida con más placer que en cualquier otra ópera.

La partitura merece un punto y a parte, porque aunque Alfano, quien murió en 1954, quiso entroncar con las músicas que florecían en los inicios del siglo XX, como la música atonal, se dejó llevar por un lirismo que más tiene que ver con grandes compositores del XIX como Puccini. Cyrano, como dice Plácido Domingo está repleta de páginas melódicas inolvidables y es una obra inmortal.

Además de las muy plásticas escenas bélicas entre españoles y franceses en el asedio de Arras y las animadas luchas entre mosqueteros del acto III, si tuviéramos que elegir un acto de la ópera, elegiríamos el acto el IV que se desarrolla en el Convento de las Damas de la Cruz de París, donde se ha refugiado Roxane y a donde de vez en cuando va a visitarla su primo Cyrano.

Un final rotundo

En ese acto final, muerto Christian, y pasados los años, Cyrano tiene su encuentro definitivo con Roxane. Sospechamos por la inteligencia que ha demostrado ella en los actos anteriores y por su comportamiento que ya intuye que tras la belleza de Christian -a cuya memoria permanece fiel- se albergaba la inteligencia y la elocuencia del deforme Cyrano.

Cyrano está gravemente enfermo. Sujetándose a un inmenso árbol que es el elemento escénico protagonista, lee la última carta de Chistian -en realidad suya- a su amada Roxane poco antes de caer muerto y descubrirse todo el engaño.

Tras el árbol desfilan en triste comitiva las monjas. Es una escena impresionante, un digno final de una historia que como resaltaron este martes ante la prensa quienes la han diseñado y protagonizan ahora en el Real, tiene de todo y no le falta de nada.