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Una tinta invisible que se lee con el móvil

  • Touchcode es una alternativa a los códigos QR
  • La capa de tinta adicional se superpone a una impresión en papel normal
  • Colocando encima la pantalla del móvil se descifra lo codificado en la tinta invisible

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Touchcode identifica objetos colocando la pantalla sobre una superficie impresa
Touchcode identifica objetos colocando la pantalla sobre una superficie impresa

Los smartphones permiten acceder a información en casi cualquier momento y lugar. Por ejemplo relacionada con el entorno o con objetos y productos próximos de los que se quiere conocer algo más: comparar precios en distintas tiendas, ampliar la información o ver un vídeo explicativo, leer una reseña e Internet o conocer la opinión de otros consumidores.  También permiten acceder a contenido multimedia adicional, caso de un vídeo relacionado con un artículo publicado en una revista en papel.

Hasta ahora el teléfono podía identificar objetos utilizando la cámara de fotos, bien para tomar una imagen que luego se procesaba y reconocía o bien para leer los códigos de barras o códigos QR que posteriormente se traduce en una búsqueda en Google o en servicios específicos que dan acceso a información relativa a éste.

Touchcode identifica objetos colocando la pantalla sobre una superficie

Touchcode básicamente sirve para esto mismo, para identificar objetos reales. Pero lo hace de una forma muy simple e intuitiva: basta con colocar la pantalla táctil del teléfono sobre una superficie impresa normal y corriente.

Es decir, colocando la pantalla del móvil sobre sobre el paquete de un producto o sobre una zona de la página de una revista o de un libro en papel es suficiente para que Touchcode lo reconozca e inicie la interacción correspondiente.

El truco está en una tinta conductiva especial que es invisible a la vista pero que la pantalla táctil detecta del mismo modo que es capaz de reconocer cuando se toca sobre ella con los dedos.

Ventajas sobre los códigos QR

Touchcode supone algunas ventajas respecto a los códigos de barras o a los códigos QR, también llamados bidimensionales o "bidi".

Los códigos QR tienen un aspecto similar a los códigos de barra "de toda la vida", pero en lugar de consistir en una serie de líneas verticales de distinto grosor los códigos QR suelen presentar un formato cuadrado que contiene formas dibujadas a base de más recuadros aún más pequeños, blancos y negros.  El problema es que este tipo de códigos están pensados para ser leídos por máquinas –lectores láser o cámaras– y no por las personas.

De modo que a simple vista estos códigos no sólo no aportan ninguna información al usuario, sino que resultan poco atractivos. Motivo por el que, a pesar de su utilidad, tendemos a ignorarlos.

De hecho es muy habitual ver estos códigos QR, por ejemplo, en anuncios y carteles publicitarios, pero salvo excepciones suelen pasar sin pena ni gloria, sin demasiado impacto. Simplemente no se diseñaron para eso y ése es el principal motivo por el que los códigos QR no acaban de funcionar.

Según Archrival, una agencia especializada en márketing entre jóvenes, sólo el 20% de los universitarios encuestados en su estudio fue capaz de leer el código QR que se les mostró. El resto, el 80%, aún sabiendo qué era aquello, no pudieron hacer nada útil con él.

En cambio con Touchcode la misma información sirve tanto para que la puedan reconocer las personas, de forma atractiva y visual, como las máquinas, teléfonos móviles o tablets con pantalla táctil en este caso.

La desventaja de Touchcode es que solo funciona en contacto físico y en superficies planas

Pero también Touchcode tiene algunas pegas: aunque añadirlo durante el proceso de impresión es casi trivial sólo funciona de forma impresa, en contacto físico y en superficies planas.

Un código QR puede leerse tanto impreso en papel como en pantalla, e incluso a distancia (según la cámara del móvil), caso de una valla publicitaria. También es legible aunque no esté situado en una superficie perfectamente plana.

Con un móvil actual sería muy difícil leer el Touchcode de una botella, por ejemplo. Al menos hasta que lleguen los teléfonos con pantalla flexible, claro.