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Las penúltimas 'Noches blancas' del teatro de cámara Chéjov de Madrid

  • El teatro lleva más de 30 años representando clásicos europeos
  • Podría cerrar en breve por problemas económicos
  • La Comunidad de Madrid considera suficiente su subvención

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Alicia Cabrera y Ángel Herencia siguen, a pesar de la dificultades que atraviesa el teatro, 'Noches blancas' de Dostoievski en el Teatro Chéjov.
Alicia Cabrera y Ángel Herencia siguen, a pesar de la dificultades que atraviesa el teatro, 'Noches blancas' de Dostoievski en el Teatro Chéjov.

La de esta noche podría parecer una función más en el Teatro de Cámara Chéjov de Madrid, fundado hace más de 30 años por Ángel Gutiérrez, un "niño de la guerra" al que la guerra civil le cambió su Asturias natal por una Rusia que marcaría su vida.

Ahora este teatro independiente (que se ha dedicado a llevar a escena con sencillez y autenticidad joyas clásicas, sin seguir las nuevas modas escénicas) amenaza con cerrar. La subvención que recibe de la Comunidad de Madrid (40.000 euros en 2012), más los ingresos propios, no alcanzan siquiera para pagar el alquiler del local (48.000 euros).

Su director fue un niño aventajado que aprovechó con creces la experiencia de educarse en Rusia. Allí, Ángel Gutiérrez estudió dirección teatral, dirigió unas 40 obras rusas y españolas (como La casa de Bernarda Alba) en distintos teatros del país y ocupó durante 18 años, una Cátedra de Interpretación y Dirección en la Academia Estatal de Teatro de Moscú.

Una sala clave del teatro madrileño

En 1975, regresó a Madrid y fundó este pequeño teatro, situado en Lavapiés, muy cerca del museo Reina Sofía y que muchos consideran un "trocito de Rusia en Madrid", además de una de las mejores escuelas donde aprender interpretación siguiendo las técnicas de Stanislavski (del que Ángel fue discípulo directo), Meyerhold y Mijail Chéjov.

Pero volvamos a él, al pequeño teatro Chéjov. Un teatro de cámara es como un teatro en familia. Aquí no hay taquilla. En la recepción, el "taquillero" maneja billetes y entradas sentado en una butaca, ante una mesita. Después, atravesamos un patio con macetas, una coqueta salita de aires rusos, y llegamos a la sala.

Las butacas están dispuestas en forma de grada. Las paredes son negras y las ventanas, pintadas del mismo color y con las persianas echadas, se confunden con el fondo. En el patio de butacas, no cabe un alfiler.

Una farola de luz anaranjada ilumina débilmente un escenario en el que sólo le acompaña un banco de la calle. El banco y la farola (e incluso el público) esperan a que Alicia Cabrera y Ángel Herencia lleguen para darles vida, sentido.

Representan Noches blancas de Dostoievski, la historia del intenso encuentro y desencuentro en Petersburgo de un joven soñador (sin nombre en la novela original) y una jovencísima muchacha, Nastenka, durante cuatro de esas mágicas noches en las que el crepúsculo se alarga hasta el amanecer. La hermosa historia de una ilusión, que enfrenta a estos dos actores a la verdad, "como actores y como personas", como dice Carlos Herencia.

El espectáculo debe continuar

No son dos papeles nada fáciles y ellos cumplen más que dignamente aportando energía, juventud y oficio a sus personajes. Todo el peso de la adaptación teatral descansa en los actores -que deben reír, llorar, bailar y expresar mil emociones- y el peso sustancial del texto.

Es un buen ejemplo del tipo de teatro que se viene haciendo en este espacio desde hace 30 años. En ese tiempo se han representando clásicos literarios españoles (desde Tirso y Cervantes hasta Arniches y los Álvarez Quintero), europeos (Molière, Shakespeare), y especialmente rusos (Gogol, Gorki y por supuesto el Chéjov que ha iluminado la carrera de Gutiérrez)

Termina la función; Carlos y Alicia reciben los muchos aplausos de esta noche, subidos a unos columpios que han surgido inesperadamente, y en los que "vuelan" desde el escenario hasta el patio de butacas. Hasta aquí todo normal para un teatro. Nadie pensaría, que el iluminador y los actores no cobran y están aquí únicamente por amor a la escena.

Todo parece normal hasta que Ángel comienza a despedir una a una a todas las personas del público. Amigos y anónimos le felicitan y le manifiestan su preocupación porque han oído que ésta era la última función.

Él -con su característico hablar pausado que contrasta con la contundencia de sus palabras- les cuenta que no. Que va a "seguir luchando mientras pueda". Que es mejor morir gritando que callado. Y aún mejor "no morir". Que no espera ya nada de los políticos.

En 2010, recuerda, Esperanza Aguirre le otorgó el Premio de la Tolerancia de la Comunidad de Madrid "por su labor en favor del entendimiento y el acercamiento entre culturas", momento que aún se recuerda en la biografía de Ángel en la web del teatro.

Los problemas financieros y la versión de la Comunidad de Madrid

Ángel cuenta que por sus conversaciones con la presidenta regional siempre ha confiado en ella. La considera dice "uno de los políticos más coherentes de su partido." Ha intentado ponerse en contacto con Aguirre pero no lo ha conseguido. Cree que sus mensajes se pierden en la jerarquía burocrática que rodea a la Presidenta.

Ángel no sabe de números ni de cuentas aunque sí teatro (es "una de las claves del teatro en España", en palabras de Luis María Ansón). Él argumenta que las ayudas que recibían del Gobierno regional ha disminuido en los últimos años, y liga esa circunstancia al hecho de que ahora no puedan hacer frente a las deudas que se han ido acumulando. Confirma también que la compañía estable del teatro lleva un año trabajando sin cobrar.

La Consejería de Cultura, por su parte, explica a RTVE.es que "desde la Comunidad de Madrid nunca se ha dejado de prestar apoyo al Teatro de Cámara de Chejov, ni siquiera en estos tiempos de recortes, ya que el Gobierno regional sigue dando su apoyo a las producciones del centro, con 40.000 euros anuales de subvención en 2011, cantidad que se mantendrá en 2012, tal y como se le ha comunicado a Ángel Gutiérrez. "

"Es un importe considerable", continúa diciendo la nota enviada desde la consejería que dirige Ignacio González " muy por encima del de otras instituciones públicas, y que la Comunidad entiende muy acorde con su producción teatral"

Cada uno tiene sus razones. Pero en cualquier caso, todos los que han pasado alguna vez por este modesto teatro desearían que se encontrara la fórmula para que las penúltimas noches blancas del Teatro Chéjov no pasen a ser sus últimas noches. Desde aquí les animamos que se pasen una noche por este modesto y singular teatro, que como muchos otros pequeños o grandes, contribuyen a que Madrid sea hoy en día la gran capital teatral que es.