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El Prado expondrá 'El vino de la fiesta de San Martín' de Bruegel el Viejo

  • 'Una de las adquisiciones más excepcionales' de la historia del museo
  • Se une a otras restauraciones presentadas en los últimos días
  • Ya pueden verse los retratos ecuestres de Felipe III y Margarita de Austria

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El vino de la fiesta de San Martín-Pieter Bruegel el Viejo-Madrid, Museo Nacional del Prado
El vino de la fiesta de San Martín-Pieter Bruegel el Viejo-Madrid, Museo Nacional del Prado

UN CUADRO PARA EL OTOÑO

El 11 de noviembre, festividad del santo, se comía, dentro de la matanza del otoño, la oca de San Martín y se probaba el primer vino nuevo de la estación llamado "vino de San Martín" que se distribuía al pueblo.

Aunque vemos a San Martín partiendo su capa a la derecha no es un cuadro religioso ni una obra de devoción.

Lo que centra la representación es la celebración de la fiesta tal y como tenía lugar en Flandes, casi una bacanal. Podemos apreciar un contraste entre la caridad de San Martín -vestido como un caballero a la moda de la época- y los excesos de la fiesta que lleva su nombre.

En un otoño avanzado, con muchos árboles ya sin hojas, fuera de la puerta de la ciudad -la arquitectura recuerda la Puerta de Hal de Bruselas- y cerca de las casas de la campiña, se ha colocado un enorme tonel de vino. Bruegel lo pinta de rojo, sobre un andamio de madera.

Sobre él se amontonan personas de diversa condición: hombres -jóvenes y viejos- y también mujeres, algunas con niños. También campesinos, mendigos y ladrones. Todos intentando llenar recipientes con la mayor cantidad de vino. El efecto que produce el amontonamiento de unas cien figuras es el de una montaña humana que se deja llevar por la gula.

A la izquierda de la sarga (tela), el pintor ha colocado el grupo de quienes ya han probado el caldo y sufren sus efectos.

El Museo del Prado presentará el próximo lunes 12 de diciembre la que considera" una de las adquisiciones más excepcionales de la historia de la institución", El vino de la fiesta de San Martín de Pieter Bruegel el Viejo, tras el "delicado proceso de restauración" al que ha sido sometida, gracias al patrocinio de la Fundación Iberdrola, según ha explicado el Museo en un comunicado.

La obra fue adquirida a finales del año pasado. Elisa Mora ha sido la responsable de ese complejo proceso de restauración de la obra para "su estabilización y la recuperación de su textura y colores originales". Este próximo lunes lo explicará ante el Presidente del Real Patronato del Museo Nacional del Prado, Plácido Arango, el Director del Museo Nacional del Prado, Miguel Zugaza y la Ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde.

Según el informe técnico y documental realizado a finales de 2010 por Gabriele Finaldi, Director Adjunto de Conservación e Investigación y Pilar Silva Maroto, Jefe de Dep. Pintura española (1100-1500) y Pintura Flamenca y Escuelas del Norte (1400-1600) del Museo Nacional del Prado, se trata de un cuadro singular. De ahí, la importancia de su adquisicíón por parte del museo nacional.

Una compleja restauración

La intervención sobre el cuadro empezó en febrero con una limpieza de superficie para después pasar a la retirada del barniz de poliéster.

A medida que se ha ido eliminando la gruesa capa de barniz, la imagen -detalla el informe técnico- "ha ido recuperando la claridad de la composición, tanto en su conjunto como en los grupos de figuras, la profundidad en el paisaje y la calidad de la ejecución".

Pese a los desgastes, "se aprecian los toques de pincel característicos de Bruegel el Viejo"

Por si quedaba alguna duda sobre la autoría, a principios de septiembre se descubrió -como narra también el estudio "la firma del pintor, fragmentaria y desgastada" , así como "los restos de la fecha en números romanos, "MDL […]". Como podemos ver en la imagen incluida a la izquierda de este texto.

Bruegel, el Viejo, figura capital de la pintura flamenca del XVI

Pieter Bruegel el Viejo, el nuevo Bosco, como se le consideraba en su época, fue la figura capital de la pintura flamenca del siglo XVI" . "No le hacen sombra ni siquiera Quintin Massys y Joachim Patinir que, junto con él, conforman la tríada de pintores flamencos más destacada de la centuria", explican los responsables del estudio encargado por El Prado.

El vino de la fiesta de San Martín es es la obra más grande que se conserva del pintor, en la que Bruegel, continúa el informe ,"materializa una compleja composición evidenciando su dominio en la representación de un gran número figuras humanas entrelazadas en actitudes dinámicas diversas". Actitudes que traduce "con una gran maestría, directamente con el pincel" sobre la tela, sin preparación.

Al haberse perdido parcialmente la fecha hallada en la esquina inferior izquierda, no se puede fechar con precisión. "Estilísticamente corresponde a los últimos años de su actividad, entre 1565 y 1568, cuando representa a los personajes a mayor escala y con una tendencia hacia una mayor expresividad emocional", añade el informe.

La identificación de esta obra como de mano de Pieter Bruegel el Viejo es - relatan Finaldi y Maroto- "uno de los descubrimientos de mayor relevancia en muchos años respecto a la obra del gran pintor flamenco"

"Es un cuadro singular, por su temática y la forma en que Bruegel resuelve la composición. Si a eso se suma el reducido número de obras que se conservan de su mano –sólo tres en manos privadas- y el que esta obra procede de una colección histórica –la casa Medinaceli– de conocida calidad e importancia, resulta evidente la extraordinaria y absolutamente excepcional importancia de su posible adquisición para el Museo del Prado", concluye ese estudio redactado mientras se comenzaba la restauración pero antes de la adquisición por parte del museo nacional.

Las restauraciones, a buen ritmo

Los retratos ecuestres de Felipe III y Margarita de Austria de Velázquez se encuentran ya expuestos en la gran sala basilical del Museo tras su restauración. Además, el Museo ha concluido también la restauración de la escultura Ariadna dormida, que se exhibe de nuevo en la emblemática sala circular dedicada a ella tras la remodelación de la misma.

Cada cuadro guarda una historia a través de sus trazos, una identidad que se altera con el paso de los años. Los retratos ecuestres de los monarcas Felipe tercero y Margarita de Austria, pintados por Velázquez, han recuperado su composición original que se remonta al siglo 16 y vuelven a exponerse en el museo del Prado tras su restauración.