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'Olaf va de picnic', las trepidantes aventuras de un conejo optimista

  • Es un comic para niños, del dibujante Pep Brocal
  • "Una historia de amistad, solidaridad y de la alegría de la vida", asegura

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Viñeta de 'Olaf va de picnic', de Pep Brocal
Viñeta de 'Olaf va de picnic', de Pep Brocal

Sin más pretensiones que hacer un buen cómic para niños, el dibujante Pep Brocal ofrece una pequeña joya visual en "Olaf va de picnic", un tebeo que no solo destaca por su ritmo trepidante y lleno de aventuras, sino también por un grafismo capaz de enganchar al lector adulto.

"Quería una historia que se leyera fácil, rápido y bien. ¡No es poca aspiración! A partir de ahí, he planteado una trama de superación, de combatir el miedo, de amistad, solidaridad y, sobre todo, de la alegría de la vida. Olaf es el optimismo a ultranza que permite salvar escollos de toda índole", afirma Brocal (Tarrasa, Barcelona, 1967).

Las viñetas nos trasladan al bosque de Olaf, un alegre conejo blanco que decide irse de picnic junto a sus amigos. El día se chafa con la aparición de un cazador malvado que rapta a casi todos los miembros del grupo, a los que el protagonista tendrá que rescatar con la ayuda de un curioso extraterrestre.

"Olaf es un personaje blanco en el sentido simbólico de la palabra, es el objetivo histórico del cazador despiadado, una víctima clásica. Es el héroe enrollado que hace su viaje particular, casi se podría decir que es Ulises volviendo a Ítaca y también es Jack Kerouac haciendo autostop en la ruta 66", apunta Brocal.

Un conejo y un extraterrestre

Los personajes del héroe y el villano están meridianamente claros, pero ¿qué rol juega el extraterrestre? "Es la representación del desconocido, la diferencia de razas, culturas, mundos o galaxias. En un bosque donde todos sus habitantes son visiblemente distintos entre sí, el marciano no deja de ser uno más, y eso es una revelación de igualdad", asegura el autor del cómic.

"Su importancia resulta más sutil. Viene de lejos y por tanto tiene perspectiva sobre la realidad del bosque, lo que le otorga lucidez y capacidad de acción real.

Tampoco es casual que los amigos de Olaf en esta historia sean un lobo y un cerdo, dos arquetipos antagónicos del cuento clásico", añade.

Una historia sin palabras

Las palabras brillan por su ausencia en "Olaf va de picnic" (Bang Ediciones), un libro consagrado a la narrativa visual. "El guión se resuelve sin necesidad de texto, pero no por ello es menos guion. Al contrario, solucionar la historia a ese nivel suponía un reto mayúsculo y por eso me embarqué en esta dirección", confiesa Brocal.

"Aunque no veamos paquetes de texto, el libro usa soluciones de otra índole; estas páginas están plagadas de grafismos expresivos, onomatopeyas e ideogramas que permiten una historia trabada desde el punto de vista de la lectura. Y creo que si el texto no es necesario, sobra", apostilla.

Cálido y desenfadado, el estilo del autor se ha regenerado por completo en su último tebeo. "Dispuse todos los condicionantes para renovarme: cambié de papel, de formato, de lápices, de método, de gama de colores, de mesa de trabajo y, por qué no, de cerebro. Procuré inventar algo de cero, pensando que al menos la intención ya sería buena", advierte.

La obra se destina, en principio, a los más pequeños de la casa, pero cualquier adulto pasará un buen rato si decide sumergirse en estas viñetas. "Creo poco en esta tendencia general a fabricar productos a la medida del niño. Con la excusa de una falsa corrección, muchos libros se convierten en subproductos tan inofensivos como inocuos y edulcorados", lamenta Brocal.

El dibujo no consume todo el tiempo del autor, que hace un año fundó Badabum Ediciones Especiales junto a Blanca Hernández y Laura Miyashiro. "Es un espacio de experimentación común para todas aquellas propuestas que las editoriales al uso consideran por ahora tierra de nadie", describe.