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Bin Laden dirigió Al Qaeda los últimos cinco años desde la casa en Pakistán donde se ocultaba

  • "Pakistán ha puesto de su parte", dice el presidente Zardari
  • Políticos de EE.UU. piden explicaciones a su aliado
  • Pervez Musharraf critica que EE.UU. haya violado la soberanía paquistaní

Ver también:Ver también: Especial sobre la muerte de Osama bin Laden

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Un residente de Abbottabad lee un periódico que informa de la muerte de Bin Laden
Un residente de Abbottabad lee un periódico que informa de la muerte de Bin Laden

Osama Bin Laden  se ocultaba desde hacía cinco o seis años en la residencia de Abbottabad donde finalmente fue abatido el pasado lunes. La localidad se encuentra a tan solo 50km al norte de la capital de Pakistán,  Islamabad, y en ella tienen su residencia muchos miembros de las fuerzas  armadas paquistaníes por su cercanía con varias instalaciones militares.

Tras casi diez años de persecución, el hombre más buscado del mundo no se escondía  en una cueva afgana, sino que dirigía Al Qaeda en una vivienda lujosa en el corazón del que pasa por ser el principal aliado de EE.UU. en la lucha contra el terrorismo.

Así lo ha explicado el jefe de contraterrorismo de la Casa Blanca, John Brennan, en la cadena estadounidense CBS. "Creo que la última información es que ha estado en este complejo durante los últimos cinco o seis años y que no tenía virtualmente ninguna interacción con nadie fuera de él. Sin embargo, en su interior parecía estar muy activo", ha declarado.

Brennan ha destacado que durante este tiempo "sabemos que ha difundido videos y audios. Sabemos que estaba en contacto con algunos dirigentes principales de Al Qaeda".

"Así que ahora intentamos comprender en qué ha estado envuelto en los últimos años, explotar cualquier información que podamos obtener en la residencia y continuar nuestros esfuerzos para destruir Al Qaeda", ha añadido Brennan.

"Pakistán puso de su parte"

Esta circunstancia ha levantado sospechas sobre un posible  "doble juego" del país asiático. El presidente de Pakistán, Asif Ali Zardari, ha querido salir al paso de estas sospechas y, pese a reconocer que su país no participó en la operación, ha insistido en que la muerte del líder de Al Qaeda ha causado una gran "satisfacción" entre los paquistaníes.

En un artículo de opinión en el diario The Washington Post, titulado "Pakistán puso de su parte", Zardari dice estar sorprendido al descubrir que Bin Laden se había instalado en una cómoda zona residencial en las cercanías de Islamabad y ha insistido en que su país está tan comprometido con la guerra contra el terrorismo como el propio Estados Unidos.

"Pakistán, quizá la primera víctima del terrorismo del mundo, se une a los otros blancos de Al Qaeda (...) en nuestra satisfacción ante el hecho de que la fuente del mayor mal del nuevo milenio se haya apagado y se haya hecho justicia para con sus víctimas", escribe Zardari.

"Aunque los acontecimientos del domingo no suponían una operación conjunta - prosigue - había una década de cooperación y de una relación de socios entre EEUU y Pakistán que desembocó en la eliminación de Osama bin Laden".

"Nos causa satisfacción el hecho de que nuestra ayuda temprana en la identificación de un mensajero de Al Qaeda al final llevara a ese día", agrega el presidente paquistaní.

El Ejército paquistaní, bajo sospecha

El asesinato del terrorista más buscado llega en el momento en que las relaciones bilaterales se encuentran en su nivel más bajo. La muerte de civiles en ataques de aviones de EE.UU. junto a la frontera con Afganistán y la detención de un miembro de la CIA han enfriado seriamente las relaciones entre ambos países, cuya alianza se forjó durante la guerra contra la invasión soviética de Afganistán en los años 80.

Entonces, EE.UU. canalizó a través del Ejército y los servicios secretos paquistaníes (conocidos por sus siglas en inglés, ISI) miles de millones de dólares en ayuda militar para los muyahidines afganos y para los voluntarios árabes que luego nutrirían las filas de Al Qaeda y otros grupos fundamentalistas violentos.

Desde 2001, el Congreso estadounidense ha aprobado aproximadamente 20.000 millones de dólares de asistencia directa y contratos militares para el país asiático, que se ha convertido en uno de los mayores receptores de esta ayuda.

La mayor parte de los recursos están destinados a financiar la campaña contra el terrorismo islamista en la que EE.UU. se embarcó tras el 11-S y para garantizar la estabilidad de Pakistán, una potencia nuclear con su propia oposición armada.

"Este va a ser un tiempo de presión para que Pakistán pruebe que no sabían que Bin Laden estaba allí", ha dicho el presidente del Comité de Seguridad Interna del Senado, Joseph Lieberman. Su homólogo en el Comité de las Fuerzas Armadas, Carl Levin, también ha advertido que la continuación de la asistencia militar dependerá "de cómo Pakistán responda a algunas preguntas que han de ser respondidas".

Es para tranquilizar a estos estamentos y para mantener el flujo de dólares por lo que Pakistán ha prometido una investigación y Asif Ali Zardari escribe en The Washington Post que "la guerra contra el terrorismo es tanto una guerra de Pakistán como de Estados Unidos".

Por su parte, Pervez Musharraf, presidente paquistaní entre 1999 y 2008, y que accedió al poder en un golpe de Estado con el beneplácito de EE.UU., se alegra del resultado pero critica que la operación haya violado la soberanía de su país.

"No es bueno políticamente" - declaró el lunes a Bloomberg Television - "nuestra soberanía ha sido violada". Musharraf ha destacado que esta ha sido la primera ocasión en que las fuerzas estadounidenses han actuado de manera totalmente independiente y sin informar a sus anfitriones.

Preguntado si tuvo algún conocimiento sobre el posible paradero de Bin Laden durante su presidencia, Musharraf ha sido categórico: "No. Nunca. En absoluto".