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La difícil gobernabilidad de Italia

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Italia sigue padeciendo el mismo problema desde hace medio siglo: es ingobernable. Desde el final de la Segunda Mundial ha habido más de 50 gobiernos, de media uno al año. Un sistema proporcional y la multiplicación de partidos impedían sistemáticamente que una sola formación tuviera mayoría absoluta.

Siempre han sido necesarias complejas coaliciones, lo que ha redundado en la inestabilidad de los gobiernos y en ocasiones en el desgobierno del país, debido a los largos periodos de interinidad desde el estallido de una nueva crisis hasta que fraguan las negociaciones para el reparto del poder.

El catedrático de Derecho Constitucional Alfonso Fernández Miranda-Campoamor refiere los males de este sistema en el que la nota dominante es la tensión entre bambalinas. El profesor destaca que los gobiernos son muy débiles porque el presidente del Consejo (Ejecutivo) tiene una autoridad limitada sobre sus ministros y porque en las decisiones de estos prima el electoralismo y se aplazan sine die las medidas impopulares.

De cara a las anteriores elecciones, el Gobierno de Berlusconi promovió una reforma que premia al partido más votado asegurándole la mayoría absoluta en la Cámara, aunque no en el Senado. Y en Italia las dos cámaras tienes poderes equiparables.

Lo que ocurrió fue que la coalición de centro-izquierda, por un escaso margen de 25.000 votos, obtuvo el control de la cámara baja, pero a duras penas el del Senado. A la vista de los resultados, el autor de la reforma electoral, el ex ministro conservador Roberto Calderoli, reconoció que era una "mierda".

Finalmente, el margen de Prodi en el Senado resultó insuficiente para que siguiera gobernando cuando un pequeño partido de los 14 que formaban su coalición le retiró la confianza.