En el batiburrillo de la mesa, rodeada de piezas y rocas, esta cabeza de fémur destaca. Podría pertenecer a un humano.
Colmillo de lobo recién siglado. Para ello en un lugar liso de la pieza extienden una fina capa de esmalte transparente de uñas, con un rotulador punta 0,5 milímetros escriben un código que incluye el yacimiento donde fue hallado, la campaña y el cuadro.
El material recogido en los yacimientos se acumula en la residencia de excursionistas reconvertida en laboratorio.