Esta semana entramos en un centro de día un tanto particular. Acoge a personas sin hogar durante el día pero, a cambio, ellos son los encargados de organizar el desayuno, limpiar el centro y mantenerlo. Se hacen asambleas con los usuarios para proponer talleres, actividades y hablar de los problemas que surgen de la convivencia. Porque no es fácil. Cada persona es un mundo y en muy pocos metros se concentran realidades muy difíciles. En el centro se pueden duchar, guardar sus pertenencias en unas taquillas y tomar café por las mañanas. Mientras, en el despacho las dos técnicas ayudan a las personas sin hogar a tramitar todo tipo de documenatción y dar respuesta a unos hombres y mujeres que aquí han encotnrado un referente en el que apoyarse.
Este es un lugar singular porque se les escucha, se les atiende y se les invita a comprometerse con el espacio que también es su hogar en gran medida. Porque la calle está muy mal, los robos mientras duermen se suceden y estas personas viven con el miedo en el cuerpo, además de la incertidumbre de cómo será el día de mañana.
