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Los 'chemtrails' y la siembra de nubes. ¿Realidad o conspiración?

Por
Meteorología, José Miguel Viñas: Chemtrails y siembra de nubes

Los 'chemtrails' son un tema recurrente en las redes. Hay un sinfín de vídeos, teorías y acusaciones en las que algunas personas afirman que nos están fumigando con productos químicos nocivos desde el aire.

'Chemtrail' es un acrónimo de chemical trail, lo que traducimos como “estela química”, pero, para empezar, el término está mal. Las estelas que dejan los aviones en el cielo son 'contrails', no chemtrails, es decir, estelas de condensación.

Como explica el meteorólogo José Miguel Viñas en Órbita Laika –programa disponible en RTVE Play- los contrails se forman de manera natural a la salida de las toberas de los motores de combustión de los aviones y su mayor o menor persistencia en el cielo depende de cuáles sean las condiciones meteorológicas.

¿Cuándo aparecieron las primeras estelas?

Lo de ver estelas en el cielo no es algo nuevo. Aparecieron hace más de 100 años, coincidiendo con la aparición de los primeros aviones a motor. La primera descripción de una de ellas data de 1915.

Por ejemplo, en 1919, el piloto alemán Zeno Diener alcanzó casi los 10.000 metros de altitud sobre Múnich y los testigos de ese vuelo, vieron la estela que dejó el avión. El piloto no les quiso fumigar. Simplemente se formó la estela porque se dieron condiciones propicias para ello.

¿Cómo se forman?

Los motores de un avión en vuelo expulsan principalmente vapor de agua y CO2 a muy alta temperatura, así como restos de la combustión: carbonilla y partículas metálicas microscópicas. Sobre estos elementos se incorpora parte del vapor de agua eyectado, formando embriones de hielo.

El cambio brusco de presión y temperatura en el exterior de la aeronave favorece la formación de los cristales de hielo que forman la estela, que no es más que una nube alta (cirro). Si tenemos un aire con una cierta cantidad de vapor de agua y baja la presión atmosférica, de forma natural se forma una nube. Una estela en este caso.

A unos 10.000 metros de altura, cota por la que vuelan los aviones comerciales, la temperatura ronda los -50º

A partir de ese momento en que se forma la estela, el mayor o menor grado de estabilidad atmosférica por donde está volando el avión, en combinación con la temperatura y el contenido de humedad que tenga el aire, determinan la evolución y duración que tenga la estela.

Lo único que provoca un cielo lleno de estelas es un ligero calentamiento en la parte más baja de la atmosfera, ya que queda retenido parte del calor procedente del suelo, que debería de escapar al espacio. Aumenta ligeramente el efecto invernadero.

La siembra de nubes

Los 'chemtrails' no son la única teoría de la conspiración que se fija en nuestro cielo. También se han construido todo tipo de teorías alrededor de la siembra de nubes y, en realidad, estas prácticas sí existen y no son algo nuevo. 

Se desarrollaron en Estados Unidos al término de la II Guerra Mundial en los laboratorios de investigación de General Electric, allí se descubrió la propiedad que tenía el yoduro de plata (una sal con una estructura cristalina parecida al hielo) para estimular la nucleación, que es el proceso clave que da lugar a las nubes y a los procesos de precipitación. Había nacido la siembra de nubes.

El sueño de modificar el tiempo meteorológico a voluntad parecía haberse cumplido. Rápidamente, se interesó el ejército de los Estados Unidos, apoyando una serie de campañas en las que se efectuaron siembras de nubes desde aviones. Aquello fue bautizado como el Proyecto Cirrus.

Algunos resultados parecían prometedores pero otros no. Los meteorólogos de entonces en Estados Unidos eran muy escépticos y exigieron pruebas objetivas de que se podían modificar las condiciones meteorológicas y de que, además, se podía hacer de manera controlada.

Por más intentos que se hicieron, no se demostró la efectividad del método y el Proyecto Cirrus fue abandonado. Se empezaron a llevar a cabo campañas en otros países y así ha seguido hasta nuestros días.

El proceso que da lugar a la formación de nubes es la condensación del vapor de agua que hay en la atmósfera, pero para que se formen las gotitas de agua y los cristalitos de hielo que forman las nubes, las partículas microscópicas que contiene el aire (aerosoles) juegan un papel clave.

El gobierno chino se planteó utilizar yoduro de plata durante los Juegos Olímpicos de Pekín 2008 para disipar posibles nubes de lluvia

Actúan como núcleos higroscópicos o de condensación. Si el aire no contuviera esos núcleos no se formarían nubes. El yoduro de plata que se usa en la siembra de nubes aporta núcleos de condensación extra pero hay muchos factores actuando a la vez, lo que introduce mucha más complejidad.

No es lo mismo intentar recrear lo que sucede o puede suceder en un laboratorio que enfrentarse a la atmósfera real. Es posible que a una escala muy local logremos resultados satisfactorios, pero a mayor escala de momento estamos lejos de conseguirlo, por más que algunas personas piensen que ya se provoca lluvia en un sitio a voluntad.

A pesar de ello, como explica José Miguel Viñas en Órbita Laika, se sigue investigando en todo el mundo. Algunos países, como China, Israel o los Emiratos Árabes están invirtiendo muchos recursos para intentar conseguirlo.

Más ciencia desmontando bulos en el programa de Órbita Laika dedicado a Conspiraciones. Órbita Laika, los martes a las 22:00h en La2 y siempre disponible en RTVE Play.