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Iva Toguri: las traiciones que llevaron a más de seis años de cárcel a "La rosa de Tokio"

  • La joven norteamericana Iva Toguri fue acusada injustamente de traición a los Estados Unidos
  • Iva cargó sola con la responsabilidad de ser la célebre voz de "La rosa de Tokio", yendo a la cárcel por ello
  • "El condensador de fluzo" repasa las grandes traiciones de la historia. Ya en RTVE Play

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El condensador de fluzo - Curiosidades históricas - Iva Toguri

En 1945, una mujer fue acusada de traicionar a los Estados Unidos de América, convirtiéndose en víctima de una de las grandes traiciones de la historia. Su nombre era Iva Toguri, más conocida como “La rosa de Tokio”.

Hija de inmigrantes japoneses, la joven norteamericana Iva se trasladó en 1941 al país de origen de su familia con el propósito de pasar un tiempo con su tía enferma. Eligió un mal momento para hacerlo: tan solo seis meses después de su llegada, los japoneses bombardearon Pearl Harbor y Estados Unidos entró en la Segunda Guerra Mundial.

La presencia de Iva en el país no fue del agrado de todo el mundo. Su condición de estadounidense, así como el rechazo a renunciar a su nacionalidad, generó ciertos recelos, pero también tuvo algunas ventajas: sus conocimientos de inglés le sirvieron para ser reclutada por los servicios de inteligencia nipones y trabajar en “Zero Hour”, un programa de radio utilizado como estrategia de guerra psicológica para desmoralizar a las tropas enemigas instaladas en el Pacífico.

“Zero Hour” ofrecía contenidos muy diversos a sus oyentes: desde noticias censuradas por el bando enemigo y mensajes de prisioneros de guerra, hasta música popular occidental para despertar la nostalgia de los combatientes. Pero ninguno de estos contenidos se hizo tan célebre como la sección protagonizada por una voz femenina que, entre dobles sentidos y errores de pronunciación, fue incrementando su popularidad entre los soldados americanos, ganándose el sobrenombre de “La rosa de Tokio”. Su gran popularidad trajo consigo el primer bulo de esta historia: la Rosa de Tokio nunca existió como tal, sino que fue una agrupación de muchas locutoras, entre las que se encontraba la propia Iva.

La caza de brujas que llevó a Iva a prisión

La rendición de Japón y la entrada de los aliados al país acompañados de una legión de periodistas fue el comienzo de una caza de brujas cuyas consecuencias acabó pagando la protagonista de esta historia. Al ser la única que había conservado su nacionalidad americana, pasó a ser la única de las locutoras que podía ser juzgada por traición a los Estados Unidos. El 5 de septiembre de 1945, fue arrestada y trasladada a la prisión de Yokahama, donde se realizaban los interrogatorios. Su siguiente destino fue la prisión de Sugarno, en compañía de otros criminales de guerra. Tras seis meses del arresto, un informe interno del ejército estadounidense concluyó que no existía base suficiente para sostener la acusación, pero a Iva aún le esperaba una larga temporada en la cárcel.

La llegada de rumores a Estados Unidos sobre las intenciones de Iva de regresar al país generaron protestas populares y el linchamiento mediático de una población que buscaba venganza tras las disputas vividas con el país nipón. A finales de 1948, el director del FBI consiguió arrestar, de nuevo, a la protagonista de esta historia. Tras su traslado a Estados Unidos, el 5 de Julio de 1949 se celebró el juicio con ocho cargos por traición, apoyándose en falsos testimonios de ex-empleados de Radio Tokio y soldados que habían oído una emisión de la que ni siquiera se conservaban grabaciones o transcripciones. El 29 de septiembre, fue sentenciada a diez años de cárcel y a pagar una multa de 10.000 dólares. Por suerte para Iva, un hombre decidió seguir investigando: Ronald Yates.

Convencido de la falta de veracidad de las acusaciones arrojadas sobre la protagonista de esta historia, el periodista del Chicago Tribune Ronald Yates logró destapar la trama de mentiras y falsas acusaciones vivida por Iva. En enero de 1956, tras seis años y dos meses de condena, fue liberada. Su indulto, firmado por el presidente Gerald Ford, no llegó hasta veinte años después. Finalmente, con 90 años de edad, Iva vio reconocida su labor al recibir un premio del Comité de Veteranos de la Segunda Guerra Mundial, logrando por fin justicia no solo a nivel legal, sino también social y mediático.