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Literatura

Antonio Lucas: «El mar no te quiere, te humilla y no da segundas oportunidades»

Noticia Página Dos

  • Buena mar (Alfaguara) es la primera novela del poeta y periodista Antonio Lucas
  • Lucas se embarcó tres semanas en alta mar, en un caladero del Atlántico Norte. «Allí no se habla de buen tiempo, sino de mal tiempo o peor»

Página Dos entrevista al poeta en el Puerto de Vigo

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Antonio Lucas: «El mar no te quiere, te humilla y no da segundas oportunidades»

Todo ocurrió, como pasa muchas veces con la buena literatura, por una casualidad. Antonio Lucas había leído hace tiempo Gran Sol (1963) de Ignacio Aldecoa, un espléndido testimonio cargado de intención social sobre el oficio de los pescadores. Le encantó. Veinte años después, quedó a comer con un amigo, un periodista gallego. «Me contó algo que yo desconocía de él. No solo que su padre era marinero en el caladero de Gran Sol, sino que su hermano, también marinero, había muerto en su primera marea en aquel lugar. Tenía veintinueve años. Dejó viuda y tres hijos. Aquello me sobrecogió.» Siguieron charlando y cuando se despidieron, de modo espontáneo, el escritor le dijo: «Voy a hacer el mismo viaje que hizo tu hermano.»

Y lo hizo. Y de allí salieron seis reportajes de los que Lucas quedó satisfecho, pero sintió que le había faltado explicar algo: la parte más emocional. El narrador, el protagonista de la novela, no es él, «pero tiene mis hechuras. Necesita una distancia para tener perspectiva.» Hay un viaje físico, que es duro, y otro mental, que es devastador. Buena mar (Alfaguara) es el homenaje a hombres que pasan trescientos días al año lejos de casa. Son silenciosos y escuetos, y dicen que el mar no es épico, solo agua.

«Tengo cuarenta y tres años», narra el comienzo de Buena Mar. «Pareja. Padres. Hermana. Trabajo. Amigos. Hipoteca. Dos gatos. Ninguna experiencia marinera. En unos días subiré a bordo del Carrumeiro en un puerto del sur de Irlanda, donde el barco atracará por unas horas para descargar la mercancía. Tuve la posibilidad de rechazar el viaje, pero no me atreví.»

En los clásicos de la literatura marinera encontramos a navegantes solitarios (Robin Lee Graham, Julio Villar, Thor Heyerdahl, Joshua Slocum, Robin Knox-Johnston), amenazas ocultas (Moby Dick, Veinte mil leguas de viaje submarino, El viejo y el mar), expediciones (Por el mar de Cortés, John Steinbeck; El lobo de mar, Jack London o El viaje del Beagle, Charles Darwin), visiones ecologistas (El mar que nos rodea, Rachel Carson) y biografías (El mundo del silencio, Jacques Cousteau o Un mundo azul, Sylvia Earle).

Su contacto en tierra con el barco era una mujer de pocas palabras. «Te esperarán en Irlanda. Lo mejor es que empieces cuando ya estén en faena. Que te vaya bien». La voz de la intermediaria no aceptaba réplica. Antonio Lucas no volvió igual de aquellas tres semanas. Óscar López le pregunta en la entrevista si aquella travesía le cambió la vida. «Sí, veo muchos aspectos de otra manera. Y cada día me acuerdo de aquellos marineros. En Buena mar hay dos viajes: uno hacia adentro y otro hacia afuera.» Quizá, como dijo el navegante en solitario Moitessier, uno se hace a la mar para intentar salvar su alma.