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¿Somos culpables de ecocidio?

  • El consumo masivo se ha convertido en el entretenimiento de la sociedad
  • Si crece la demanda aumentan la producción y su impacto negativo en el planeta

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La moda es la segunda industria que más contamina el planeta.
La moda es la segunda industria que más contamina el planeta.

Hubo un tiempo en el que había dos temporadas: primavera/verano y otoño/invierno. Ahora pueden darse 52 temporadas en una semana; e incluso varias en un solo día. Por eso ya no se hace el cambio de armarios: no lo necesitamos. Acumulamos ropa ‘por si acaso’ que no nos pondremos nunca, o casi nunca, pero seguimos comprando y si nos hace falta espacio tiramos algunas prendas.

No cuesta hacerlo porque la camiseta nos ha costado tres euros y los pantalones no llegaron a diez. Y lo hacemos para poder comprar más. Según publica Ellen MacArthur Foundation (implicada en acelerar la transición a la economía circular) hoy se fabrican más 100 mil millones de prendas al año en el mundo pero lo peor, indica, es que ha disminuido notablemente el número de veces que llevamos una misma prenda.

Prendas que se tiran o reciclan, un hábito que por suerte se ha generalizado. Cada vez resulta más fácil encontrar contenedores para depositar ropa -incluso cerca del trabajo y en los centros comerciales- y también tiendas que aceptan esas prendas que desechamos. Cada día estamos más interesados en saber quién hace la prenda que llevamos( algunas llevan un código QR con esa información) pero... ¿conocemos el destino que tendrá la ropa que sacamos del armario?

Las organizaciones y asociaciones que recogen ropa estiman que solo el 4% está en buen estado y se pone a la venta en sus tiendas; el 50% es reutilizable y se envía a África, Sudamérica y Europa del Este; el 40% se destina a hacer nuevas hilaturas o rellenos; y el 6% solo sirve, por ahora, para cogenerar energía eléctrica y térmica.

El programa El escarabajo verde de TVE firma el reportaje 'Mi armario insostenible' en el que analiza los hábitos de consumo y reciclado con responsables de la cooperativa Ropa Amiga. Dicen que cada vez recogen más ropa pero en peor estado. Lo que se compró durante la crisis era de peor calidad y ya se están dando las segundas donaciones. Se recicla mucho sí, pero ese mucho apenas supera en España el 10%. El resto termina en la basura y en vertederos.

En España solo reciclamos el 10% de la ropa Efe

Tiramos y reciclamos. Pero pocos lo hacen con conciencia ecológica porque la mayoría lo hace para poder salir de compras. Se estima que llevamos a casa una media de entre 34 y 40 prendas al año. ¿Por qué compramos tanto? Las generaciones digitales lo hacen, a veces, animados por los influencers. El resto por necesidad o por capricho.

Nos gusta estrenar. Tenemos pasión por lo nuevo. Tanta que ya se habla de Neomanía. Resulta curioso que firmas tan influyentes como Gucci arrasen con revisiones de prendas de los años 70 y 80 y que los fashion victims no acudan en masa a las tiendas vintage o de segunda mano. Hay un consumidor que prefierer ir a la tienda de la firma italiana y estrenar.

El cliente se está acostumbrando a comprar solo producto rebajado. Efe

Compramos de forma compulsiva, exigimos a las tiendas a llenar los percheros de novedades continuamente. Para seducirnos con novedades tienen que hacer hueco y cada poco tiempo recurren a rebajar los precios, encadenando los descuentos especiales con la llamada mid season. Y al final lo único que se consigue es acostumbrar al cliente a comprar solo en rebajas y devaluar el producto. Productos que para tener precios más competitivos se hacen con materiales de peor calidad y, en la mayoría de los casos, en condiciones nefastas para el planeta.

Contamina la producción pero también el transporte y la distribución. ¿Es el hombre el mayor agente dañino que tiene el planeta? Una pregunta que no necesita respuesta y que ha hecho que se acuñe el término ecocidio, tipificado ya como delito en diez países, entre ellos Vietnam: "El ecocidio definido como destruir el medio ambiente natural, ya sea en tiempo de paz o de guerra, constituye un crimen contra la humanidad".

¿Es el consumo masivo un mal de la sociedad moderna? Reuters

La moda es también responsable de 1 200 millones de emisiones de gases invernadero. Cifra que supera al que produce el transporte aéreo y marítimo. Según el informe Detox my Fashion, de Greenpeace, con tan solo conservar la ropa uno o dos años se reducen las emisiones de CO2 en un 24 por ciento.

Por suerte la conciencia social sobre el cambio climático y el impacto que el hombre ejerce sobre el medioambiente ha calado en la población más sensible. Ahora es preciso educar, sobre todo a las nuevas generaciones. Se están dando pasos, pequeños pero decisivos.

Durante la crisis se compró ropa de peor calidad y cuesta más reciclarla. Efe

Las noticias de sobre moda sostenible interesan -calan a través de las redes sociales- y las firmas de moda más importantes han puesto en marcha políticas verdes. Resulta al menos interesante saber que en la pasada feria del libro de Frankfurt, uno de los ejemplares que más expectación levantó fue “Cómo evitar el desastre climático”, de Bill Gates.

Y es ese interés el que tienen que tener el cuenta las empresas. ¿Cómo? Adoptando iniciativas como la reventa o el alquiler (la firma COS lo probará en China). E incluso la reparación, como se hace, o se hacía, con los zapatos. El futuro pasa por ser sostenible de forma inequívoca. Ser sostenible será tendencia, es decir, estará de moda.Y no será una moda pasajera.

La pasión por lo nuevo, por estrenar se denomina Neomanía Reuters

Ese es además el camino que tienen que seguir los departamentos de I+D de las empresas para buscar alternativas al lavado en seco, por ejemplo,o para producir ropa inteligente y respetuosa con el medioambiente, con prendas que absorban el CO2 o que solo llevan tintes naturales.

Ahora hay que pasar de estar interesados en la sostenibilidad a ser agentes activos en la batalla para salvar el planeta. Es el cliente, el consumidor, quien tiene obligaciones morales y el deber de consumir de forma responsable. El cambio empieza en nuestros hogares y supondrá el paso siguiente a los que ya hemos dado: reciclar los residuos, desplazarse en bici, apostar por el transporte eléctrico… Es necesario dejar atrás hábitos que no nos dejan avanzar como sociedad para tener ciudadades sostenibles.

Las ciudades las forman las personas, no los edificios. Si el futuro del planeta pasa por la regla de las siete erres (reciclar, rediseñar, reducir, reutilizar, reparar, renovar, y recuperar) ¿Quién tiene que hacerlo? Reflexionemos.