Un magro dilema (I)
- El sector ganadero emite más gases contaminantes a la atmósfera que el todo el del transporte junto
- La producción intensiva de carne contamina la tierra y contribuye al cambio climático
- La unidad de obesidad de un importante hospital público asegura que comemos demasiada carne
- La industria cárnica afirma que la advertencia de la OMS disminuyó el consumo de carne, pero que se recuperó rápidamente
“Un magro dilema” (I) expone cómo la producción de carne se ha convertido en un problema ambiental, porque la ganadería industrial contamina la tierra y contribuye al cambio climático.
Una representante de WWF explica como para producir un quilo de carne de cerdo o de pollo se necesitan cuatro mil litros de agua y para un quilo de carne de ternera quince mil. O que los purines utilizados abusivamente como abono desertizan el suelo agrícola y polucionan las aguas subterráneas. El sector ganadero emite más gases contaminantes a la atmósfera que el todo el del transporte junto.
En la primera parte de esta serie de dos reportajes sobre los efectos ambientales de la carne, “Un magro dilema (I)”, acude al festival de música techno DGTL de Barcelona comprometido con la sostenibilidad y que solo sirve comida vegetariana. También visita a un granjero de Lleida que defiende la ganadería convencional y va a Asturias donde se cría la raza asturiana de montaña que crece libre paciendo en prados sin apenas impacto ambiental.
“Un magro dilema (I)” aborda la alarma lanzada por la Organización Mundial de la Salud sobre los posibles efectos cancerígenos de las carnes rojas y procesadas y sus consecuencias para los productores españoles. La responsable de la unidad de obesidad de un importante hospital público de Madrid, asegura que comemos demasiada carne, mientras que un portavoz de la industria cárnica dice que la advertencia de la OMS hizo disminuir inicialmente el consumo, pero que rápidamente se recuperó.
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