¿Por qué y cómo surge la Inquisición?
Los orígenes de la Inquisición española se remontan, de alguna manera, a unos acontecimientos que tuvieron lugar a finales del siglo XIV. En 1390 se había convertido en rey de Castilla Enrique III, que cuando subió al trono era todavía un niño de corta edad. La situación castellana era muy difícil, el vacío de poder evidente. Esa situación hizo que arreciaran las predicaciones antijudías de Ferrán Martínez, arcediano de Écija, que llevaba desde 1378 incitando a la población de Sevilla contra los judíos. Dichas predicaciones provocaron un gran estallido el seis de junio de 1391, cuyo resultado fue la práctica destrucción de la judería de Sevilla. Además, los alborotos antijudíos se extendieron por toda Castilla, también por la Corona de Aragón.
Bautizarse para salvar la vida
Muchos judíos aceptaron el Bautismo para salvar sus vidas, convirtiéndose, así, en cristianos. Una vez pasados los tumultos, pretendieron regresar al judaísmo, pero la Iglesia no lo permitió, recordando que el Bautismo dejaba una huella indeleble en los que lo recibían. En estas circunstancias, muchos de los judeoconversos se convirtieron en criptojudíos, pues en el secreto de sus casas seguían practicando los ritos y ceremonias de la ley de Moisés.
Con el paso de los años, muchos de los criptojudíos se volvieron indiscretos, empezaron a judaizar sin demasiado disimulo, y esa situación empezó a soliviantar a la población cristiana vieja. Si a esto se une el ambiente de crisis que se vivió en Castilla durante la mayor parte del siglo XV, como consecuencia de las turbulencias que acompañaron a los reinados de Juan II y Enrique IV, se comprende mejor el odio que suscitaban los judeoconversos, convertidos en chivos expiatorios a los que se acusaba de muchos de los males de Castilla, y a los que se achacaba de forma generalizada la condición de judaizantes.
Luchar contra el criptojudío
Precisamente la Inquisición surgió para luchar contra el criptojudaísmo, pero también para calmar a los cristianos viejos, que clamaban contra los judaizantes, exigiendo que se tomaran medidas contra ellos, convirtiendo en más de una ocasión ese clamor en revueltas anticonversas que perturbaban gravemente el orden social.