Enlaces accesibilidad

Más Isabel - Nuevo personaje: Tomás de Torquemada

Por
Isabel - ¿Sabías que Torquemada era de origen judío?

Nacido en Valladolid en 1420, los cronistas de la época le describen como un "hombre adusto e inexpresivo" que casi no comía, vestía "sencillamente" y era severo hasta consigo mismo.

"Fue capaz de amonestar a la propia reina por permitir que los carpinteros trabajasen en un día festivo para tener a punto el tablado de una fiesta. Rehuyó los honores y pompas mundanas. Rechazó el arzobispado de Sevilla y otros cargos igualmente codiciables y sólo aceptó el encargo de organizar la Inquisición porque lo vivió más como un sacrificio al Estado y a la Iglesia que como una sinecura ventajosa.”

Se formó como dominico en el Convento de San Pablo en Valladolid. Fue destinado como prior del Monasterio de Santa Cruz de Segovia y allí nombrado confesor de la princesa Isabel, luego coronada reina.

Se le considera el autor del Edicto de Granada donde se ordenó la expulsión de todos los judíos de la corona castellano-aragonesa en 1492. Fue ésta una decisión consecuente con sus sentimientos religiosos. Torquemada estaba convencido de que la ascensión social de los conversos redundaba en perjuicio de la religión.

Como persona de confianza de los Reyes Católicos, fue designado Inquisidor General en 1482. Torquemada vio crecer su poder a raíz del asesinato del inquisidor Pedro Arbués en 1485 en Zaragoza, lo que acabó con la oposición a la institución en la corona aragonesa.

El nombre de Torquemada es sinónimo de crueldad y fanatismo al servicio de la religión. Su leyenda negra, cuyos pasajes más oscuros se centran en la persecución, juicio y ejecución de judaizantes y herejes, se intensificó aún más con el tema de la expulsión de los judíos. También intervino en el sonado proceso del Niño de la Guardia, una de los episodios más turbios del Tribunal.

Pérez Galdós le describió como “sádico, cruel y fanático”. Walsh, por el contrario, afirmó: “Era un hombre apacible y estudioso, que abandonó el claustro para desempeñar un cargo desagradable, pero necesario, con espíritu de justicia templado por la piedad y siempre con habilidad y prudencia. Gran legislador y para algunos un santo”.

En 1493, se retiró al convento de Santo Tomás de Ávila donde murió cinco años después.