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Sant Jordi a pesar de todo

  • ¡Atención obras! vivió el Día de Sant Jordi en Barcelona
  • La importante convocatoria literaria ha alcanzado un curioso tinte pop

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Buscando al ganador del Sant Jordi 2013

No pudimos ni llegar. Habíamos quedado a mediodía con el responsable de la librería Documenta, en el puesto que por Sant Jordi instalan año tras año en plena Ramblas, frente a la bocacalle en la que está la librería. Y fue imposible. Era tal la riada humana a esa hora desde la Plaza Cataluña y por toda la parte alta de las Ramblas que desistimos del intento y lo dejamos para la tarde.

Nos había llamado la atención su eslogan: "Nosotros somos los otros", con el que preconizaban su intención de no dejarse vencer por el espíritu más mercantil del Sant Jordi. Un espíritu que pudimos constatar un año más. Los libros que vimos en los puestos callejeros no se corresponden por regla general con los que albergan los estantes de las librerías. En Sant Jordi lo que vende es otro tipo de libro: el comercial, el mediático. Incluso "fabricado" adrede.

Firmas de todo tipo

Y sin embargo seguimos preguntándonos qué hace todo un Don Enrique Vila-Matas, un Mendoza, o cualquier primera pluma del país firmando al lado de un Mario Vaquerizo, de un Frank de la Jungla, o de un político populista que aprovecha entre firma y firma para declamar en voz alta la esencia de su libro. Este año oleadas enteras de adolescentes -y sus madres- hacían cola ante los puestos en que firmaba Albert Espinosa, más reconocido como creador de una serie de éxito en la televisión autonómica que como autor de la novela de turno.

Sin duda Espinosa se ha llevado el récord de firmas de este Sant Jordi, porque el otro autor más vendido, Albert Sánchez Piñol, autor de Victus haciendo gala de su alergia a los medios de comunicación no ha comparecido. Pero eso no es nada nuevo. Me contaba Oscar López, director y presentador de Página 2, que hace ya muchos años Barcelona entera hacía cola para ver firmar a la cantaora María Jiménez frente a El Corte Inglés, quien para más inri, en vez de firmar se dedicaba a imprimir en los libros la huella de sus labios con un tampón.

Pero aún así sigo creyendo en Sant Jordi. Es una gozada ver tanto libro junto, aunque la mayoría sea mediático. La crisis tampoco perdona al sector y la gente parecía más pendiente de conseguir una firma que de comprar un libro, pero no hay que olvidar que para muchos será de los pocos, si no el único que compren en todo el año. Ánimo y a disfrutarlo, porque después de todo, no hay mejor antídoto contra la crisis que una buena lectura.