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Cómo rodamos 'Verano azul'

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Foto del equipo antes de desmontar el barco 'La Dorada'
Foto del equipo antes de desmontar el barco 'La Dorada'

Aunque  Verano Azul vio la luz y se presentó a la audiencia el 11 de octubre de 1981, naturalmente todo aquello había comenzado antes. El rodaje se inició el 21 de agosto de 1979, martes, con una secuencia del capítulo primero en la playa de Burriana, en Nerja (Málaga). Sin embargo, no era la primera secuencia de ese capítulo, pues el plan de trabajo del rodaje estaba organizado para rodar por escenarios, uniendo varias secuencias de un mismo decorado, aunque no fuesen en el orden cronológico del guión ni fueran del mismo episodio. Hay que decir que en esos momentos contábamos con los guiones de diez capítulos. El resto, hasta veinte, que eran los previstos, llegaría mientras rodábamos la primera tanda.

Debido a que ya solo quedaba medio verano, se dio prioridad en el plan a las secuencias de esos diez que se desarrollasen en playas, ante la previsión de que la llegada del  otoño cambiase algo de su aspecto. Luego se filmaría el resto de decorados de esos mismos diez episodios.

Es decir, ese día arrancaba una serie de ficción que se iba a rodar en soporte cinematográfico de 16 mm.,  con situaciones de comedia enlazadas con otras algo más dramáticas, con un grupo de niños y adolescentes como protagonistas continuos, completamente ambientado en una estación concreta del año, rodando casi todo en escenarios naturales,  con un gran  porcentaje de la filmación en exteriores y con sonido directo. O sea, que se daban bastantes circunstancias para que nos topáramos con alguna que otra dificultad y, también, con algún suceso curioso. Y de todo eso, aquí van algunas pinceladillas.

¡Faltaba un Tito!

Lo primero que debe decirse es que a todos esos ingredientes de un cierto riesgo se unía un problema importante, pues no teníamos actor para encarnar a Tito, el personaje más pequeño de la pandilla. El actor previsto, un niño que no tenía experiencia en cine ni en televisión, no pudo rodar al verse entre tanta gente, tantas luces y tanta expectación. Como solución, se hizo una prueba al hijo de uno de los técnicos, aprovechando que estaba por allí, y el resultado fue parecido. Finalmente, Miguel, que era el hijo de un camarero del chiringuito en donde rodábamos y que se pasaba el día en la playa jugando y nadando,  hizo una prueba y la superó con creces, como más tarde pudo ver todo el mundo.

Pero Miguel,  hijo de alemana y español, leía mejor en alemán que en español, por lo que los guiones, los diálogos, se los tenía que leer su padre, y él los memorizaba. También eso se nota en la serie, pues en las secuencias de playa de los primeros capítulos, Miguel tiene un cierto acento germano, y en otras secuencias, rodadas meses más tarde, su tonillo es algo más cheli, contagiado sin duda por el equipo. El resto de la pandilla fue interpretado por niños y adolescentes que ya estaban seleccionados en Madrid antes de llegar a Nerja. Y lo hicieron estupendamente, como todos pudimos ver más tarde.

16 meses de rodaje

Los integrantes de la pandilla, niños y adolescentes, chicas y chicos, compusieron, junto con María Garralón (la entrañable Julia), el grupo de actores que permanecieron en Nerja todo el rodaje, los permanentes. Y estuvieron hasta principios de diciembre de 1980, 16 meses más o menos, salvo algún descanso por Navidad y Semana Santa. Por cierto, en uno de esos viajes a Madrid se  grabaron  las voces de las  canciones que luego irían en play back y  en  algún capítulo. También actor permanente era Antonio Ferrandis, el buen Chanquete, aunque si tenía algunos días sin rodar, se iba a su tierra.

Los demás actores, incluidos los personajes fijos como los “padres” de los chicos y los amigos de Chanquete –Buzo, Frasco, el alcalde, Floro, Barrilete, etcétera–, así como los personajes de apariciones puntuales y limitadas, acudían a Nerja justo cuando les tocaba intervenir.

Por eso, cuando había algún cambio por inclemencias del tiempo, solo podíamos sustituir el rodaje por secuencias en interiores en las que interviniesen María y la pandilla como máximo. Al principio empezamos a utilizar la cueva de Nerja como escenario alternativo, como cover set, cuando aparecía un día lluvioso, pero los guías de turismo tuvieron la misma idea. Ellos, si llovía, no podían llevar a sus turistas a playas o a recorrer pueblecillos y, lógicamente, la cueva les suponía una buena solución. Pero, aunque la cueva medía casi un kilómetro desde la entrada hasta donde rodábamos, el ruido de la gente al hablar llegaba con mucha claridad y no podíamos rodar con sonido directo. De esa forma sólo nos quedó la solución de variar el horario, de manera que en la cueva solo rodábamos después de que finalizaba la hora de visitas.

Casi ochenta personajes... y al final en Nerja

Entre estadísticas y datos podemos señalar lo siguiente: La serie contó con 78 personajes, alguno de los cuales fueron interpretados por miembros del equipo. Las localizaciones comenzaron a finales de mayo del 79  y recorrieron el siguiente itinerario: Madrid, Gandía – en donde Antonio Ferrandis invitó a comer al equipo de localización en el Restaurante La Gamba, que por entonces era de unos sobrinos suyos–  Moraira, Calpe, Altea, Villajoyosa,  Santa Pola,  Guardamar,  Torrevieja, San Pedro del Pinatar,  Los Alcázares, Palos, La Manga, Portman, Escombreras, Mazarrón, Águilas, Garrucha, Mojácar, Carboneras , San José, Roquetas, Aguadulce,  Adra, Castell de Ferro, Calahonda, Motril, Salobreña,  Almuñécar, La Herradura,  Nerja, La Caleta, Torre del Mar, Málaga, Arroyo de la Miel, Benalmádena , Málaga, Torre del Mar, La Caleta, Nerja,  Maro, Almuñécar,  Almería y Madrid. Todas estas reseñas  se deben al trabajo de análisis de  Fernando Quejido, el gran profesional de la producción que fue capaz de poner en papel todos estos datos, que confeccionó el plan de trabajo de Verano Azul y que me enseño a realizar las mejores planificaciones de rodajes.

La elección de Nerja como lugar de rodaje se debió, entre otras cosas,  a que estadísticamente garantizaba un clima con más de trescientas días de sol al año y a que el tono algo oscuro de sus playas ayudaba a una mejor fotografía, pues evitaba la excesiva luminosidad que reflejaban las playas de arenas blancas.

Además, pronto descubrimos la calidad humana de los nerjeños, que cooperaban con nuestro rodaje sin saber con claridad lo que hacíamos y de forma totalmente desinteresada. Aunque parezca una frase de cortesía obligada, es totalmente cierta. Con mucha frecuencia necesitábamos detener el tráfico cuando rodábamos, y ellos no solamente frenaban el vehículo, sino que paraban el motor. Se habían enterado de que el ruido  molestaba  para grabar con sonido directo, y cortaban cualquier sonido que incordiase. Pero no tenían ni la menor idea del impacto que podría tener la serie cuando se estrenara.

Verano Azul F.C.

Nosotros, por nuestra parte,  tratamos de implicarnos al máximo en la vida de Nerja. Asistíamos a manifestaciones exigiendo un ambulatorio o lo que fuera necesario, algunos poníamos casetas en las ferias, otros formábamos grupos musicales para actuar en los tablaos, y la mayoría, incluso, formamos un equipo de futbol para competir en la liga local. Y todo ello al tiempo que rodábamos de lunes a sábado.

Los partidos eran el sábado por la tarde, después del rodaje, o el domingo por la mañana. Del glorioso Verano Azul, C.F. y su participación en esa liga local, hay que resaltar el espíritu de lucha con que jugábamos y la naturalidad con que perdíamos. Lo hacíamos con tanta soltura que parecía vocacional. Los otros equipos se mostraban encantados de jugar con nosotros y siempre se iban contentos y satisfechos de aquellos encuentros.  Bueno, todos menos uno, pues en aquella temporada hubo un partido que ganamos. Aún no hemos encontrado la explicación, pues era un domingo que habíamos dormido muy poco.

Montaje de "La Dorada"

Un poco después de arrancar el rodaje empezó a construirse “La Dorada”, el barco y residencia de Chanquete. Un equipo de carpinteros y pintores de TVE comenzó a  emplazar la nave en unos huertos situados en lo alto de un acantilado. En realidad, "La Dorada" no era un barco, sino un decorado con forma de barco, que había sido construido en los Talleres de Prado del Rey, desde donde fue desmontado y trasladado a aquellos sembrados, en donde se montó de nuevo casi definitivamente. Medía 18 metros de longitud, 6 de altura y 7 de anchura, y su peso era de 7 toneladas.

Para el último capítulo era preciso rodar en el paraje del barco, pero sin el barco, por lo que era preciso retirarlo de aquel emplazamiento. Entonces TVE ofreció al Ayuntamiento la posibilidad de que el barco, el decorado,  se quedara en Nerja, pero la propuesta no fue aceptada. Hay que recordar que en Nerja  nadie pensaba que aquel rodaje fuese a tener la  repercusión que tuvo después.  Como ha quedado dicho, su colaboración obedecía a su manera de ser y no tenía como objetivo  ningún interés concreto. En esas circunstancias hay que entender que aquel barco para ellos no tenía mucha importancia y que, si se quedaba, iba a ser posiblemente un conjunto de maderas y trastos almacenados en cualquier nave, ocupando sitio y sin ninguna utilidad aparente.

En cambio, a TVE casi le venía mejor dejarlo allí porque, si volvía a Prado, iban a ser unas cuantas tablas desarmadas y abandonadas, como otros muchos decorados. Y además, si se quedaba en Nerja, no serían precisos los camiones para el transporte de esas tablas a Madrid.

Cuando se emitió la serie, sin embargo, el ayuntamiento acudió a TVE a pedir el barco, pero allí ya no estaban aquellas tablas para volver a construirlo. No obstante, la dirección de aquel momento ofreció la aportación de los planos y del decorador de la serie, que lo había diseñado, así como la donación de todo el atrezzo que se conservase en los almacenes. A cambio, Nerja debería hacerse cargo de la construcción. Pero, finalmente, creo,  no hubo un acuerdo entre los particulares que se ofrecieron a costearlo, que proponían una ubicación para “La Dorada”, y el Ayuntamiento, que quería que la ubicación fuese otra.

Filmando en la playa

Los rodajes en la playa y en Cala chica no se desarrollaban entre remojón y remojón, al contrario de lo que podría esperarse. En realidad, la mayor parte de las veces, aún estando a pleno sol ocho horas a la orilla del mar,  era solamente al finalizar la jornada de trabajo cuando nos metíamos en el agua. Había que dar ejemplo a los chavales y si la secuencia no lo preveía, había que evitar que ellos se mojaran, pues conseguir secarles el pelo después suponía una pérdida de tiempo importante.

En esas localizaciones usábamos una pieza de vestimenta que nos uniformaba en alguna medida. Se trata de las clásicas sandalias cangrejeras, que son de goma y pueden usarse tanto en agua como en tierra. Con ellas conseguíamos no quemarnos los pies con la arena que ardía y nos permitía correr por la orilla aunque hubiese piedrecillas o por otro tipo de terrenos. El equipo de vestuario conocía las tallas y se las proporcionó a todo el equipo.

Hubo escenarios con diversas dificultades. Por ejemplo, en el Puerto de Motril el mayor problema fue mantenerlo sin un ruido, cosa dificilísima en un zona tan abierta y con tanta maquinaria. Pero eso también se daba en otros sitios. Incluso, a veces, rodando tranquilamente en un chalet aislado, irrumpían sonidos de tiros, provenientes de alguna cala en donde la Guardia Civil inutilizaba y liquidaba munición caducada o cercana a caducar.

En otras, para llegar, teníamos que subir o bajar por estrechísimos senderos, cargando el material. Es el caso de la entrada a la Cueva del Gato Verde y Cala Chica. Para rodar en la entrada ficticia a esa Cueva los camiones quedaban en la carretera, al otro lado del Rio de la Miel y para llegar teníamos que cruzar el rio y ascender por la montaña hasta media vertiente, más o menos. Y había que subir con todo lo necesario, por lo que parecíamos la imagen de los botes de Cola-Cao, cada uno portando un bulto.

Para el rodaje en la Cala Chica, los camiones del rodaje, es decir, el grupo electrógeno, el furgón de cámara, material eléctrico y atrezzo, llegaron hasta el borde del acantilado. Tuvieron que entrar (varias veces) por un camino entre los huertos que hubo que empedrar con gravilla en varias ocasiones. La grúa con el travelling y el material más pesado de iluminación entraban por mar en unas barcas desde la Playa de Burriana. Pero entonces el problema venía a la hora de descargarlo si había algo de oleaje. El resto, cámaras, trípodes, atrezzo y demás material eléctrico se bajaban andando, desde arriba del acantilado, así como el agua para el equipo. Las mangas para la corriente eléctrica quedaban “tiradas” desde el borde del cantil hasta la playa, convenientemente sujetas. Si el rodaje se iba a prolongar varios días, el material se quedaba a cubierto allí, custodiado por personal de guardia.

Cementerio de mentira

Entre las localizaciones curiosas debe figurar el cementerio en donde en el penúltimo capítulo es enterrado Chanquete, que no es un cementerio real, sino uno totalmente ficticio creado para la serie. Y en realidad no se creó en Nerja, sino en Almuñécar, que está cerca, pero pertenece a Granada. Su ubicación se sitúo en el llamado Peñón del Santo. La única fosa de allí es la que se excavó para el rodaje, pues es un paraje utilizado normalmente como parque y como mirador. Como cuestión curiosa,  en las lápidas de este falso cementerio se pusieron nombres de técnicos de la serie, y para dar ejemplo estaban el del decorador, Antonio G. Sanabria,  y el del productor, Eduardo Esquide. Las lápidas eran pura escenografía, de madera imitando piedra y mármol, muy logradas. Lo de poner los nombres de algunos técnicos, aparte de la broma de humor negro, también sirve para evitar poner nombres de terceros que puedan reclamar -ellos o sus allegados-. Cuando se rueda en cementerios reales, la primera condición que te ponen para concederte el permiso es que no se identifique ninguna lápida.

Acordeón y silbidos mudos

Para evitar algún accidente que estropeara alguna toma por un sonido a destiempo, el acordeón de Chanquete no producía sonido. Además, la música de acordeón que sonaba cuando Chanquete lo tocaba, se compuso después de terminado el rodaje. El bueno de  Ferrandis hacía los movimientos de brazos y manos, pero no sonaba nada.

Algo así pasaba con los chicos cuando aparecen silbando la sintonía en la presentación de los capítulos, pues esa banda sonora no se grabó hasta mediados de mayo o principios de junio de 1981, no recuerdo con exactitud. Lo que sí se sabía es que la sintonía iba a llevar silbidos, por eso, en la presentación, con los chicos en las bicis, estos llevan los labios como si estuvieran silbando.

Para ello el gran Carmelo Bernaola, que compuso la estupenda sintonía y toda la banda sonora, contó con Joaquín Laría, cantante del grupo Radio Topolino Orquesta, que era un gran silbador.

19 capítulos en vez de 20

El proyecto inicial era de veinte capítulos, aunque finalmente la serie sólo tuvo diecinueve.  El capítulo de “La excursión”, el no terminado y apenas iniciado, se fue dejando para el final, pues tenía un decorado único que no aparecía en el resto de los capítulos, como era el “bosque”. Además, aunque nuestros técnicos de efectos especiales lo tenían todo controlado, no se podía desarrollar ninguna actividad que supusiera el uso de fuego desde la primavera hasta el otoño, y aún así, tampoco si el entorno carecía de un mínimo grado de humedad.

Así las cosas nos fuimos metiendo en noviembre del 80, agotando todos los escenarios del resto de capítulos a la espera de unos días adecuados, esto es, con suficiente humedad ambiental, no lluviosos y con luminosidad adecuada como para que pareciera que estábamos en verano. Mientras esperábamos, entre los últimos escenarios naturales que rodamos está la clínica en la que Chanquete está hospitalizado, en donde Mercero hace el papel de médico, y que en realidad es el Hospital de San Juan de Dios, situado en Vélez-Málaga, cerca del “bosque” que habíamos localizado.

Eso, en términos cinematográficos, como ya hemos dicho antes, se llama cover-set, y se refiere a un decorado alternativo,  a algún escenario, generalmente interior, que se tiene de reserva, cerca, para poder utilizarlo en la jornada que no pueda rodarse el “exterior” previsto por lluvia, niebla o cualquier circunstancia. Por eso nunca conviene programar un rodaje en exterior sin tener un cover alternativo. El caso es que, esperando el momento adecuado, se nos acabaron los cover. Durante dos jornadas, más o menos,  intentamos rodar algo de ese capítulo (con Jorge Sanz, entre otros), pero se alternaban claros con nubes, lloviznaba a veces y el tiempo se iba a mantener así algunos días. Mantener a todo un equipo desplazado, con dietas, esperando casi un milagro, era muy costoso.

Además, aplazar ese rodaje a febrero o marzo esperando mejor clima, suponía un gran retraso para el montaje y emisión de la serie y, sobre todo, que los chicos no paraban de cambiar y de crecer, pues tenían unas edades en que la transformación física era evidente día a día. Creo que los mayores ejemplos son Quique, interpretado por Gerrado Garrido, y sobre todo Javi, interpretado por Juanjo Artero, cuyo aspecto en algunos planos del rescate del primer capítulo, rodados al inicio, es muy diferente al aspecto que presenta en otros planos de esas mismas secuencias del acantilado, rodadas al final. Sopesando todo eso, TVE decidió evitar el rodaje de ese capítulo.

Una comunidad muy unida

Durante todo ese tiempo los técnicos y los actores, sobre todo los actores permanentes que eran con quienes más convivíamos, formamos una comunidad muy unida, aunque todos pudiéramos llevar una vida independiente al terminar cada jornada. Podíamos quedar o ir cada uno por nuestro lado, pero si alguno necesitaba algo, rápidamente nos ayudábamos. Los chavales creo que lo pasaron bien en aquel tiempo, aunque sobrellevaban el doble esfuerzo del rodaje y de los estudios. Pero pienso que les mereció la pena y que lo guardarán en su memoria para siempre. Alguno ha dicho que allí tenía dos familias: la suya propia, que les acompañaba y tutelaba en aquella singladura, y el resto del equipo, que les sobreprotegía continuamente.

Creo que aquel verano de 16 meses fue para todos una experiencia única e inolvidable. De vez en cuando,  cuando nos juntamos por alguna circunstancia, es como si nos acabáramos de ver el día anterior, con el mismo ánimo para empezar otra vez una aventura como aquella, si esas cosas fuesen posibles. Y con el mismo punto de alegría y de locura. Pero ya no nos juntamos todos. Alguno porque ahora no recuerda bien que aquello lo hizo él, aunque,  seguramente, que cualquier día se acuerda y viene encantado a vernos y a comentarnos lo buena que es “Cantando bajo la lluvia”. Otros están por ahí, con Chanquete, localizando entre todos, ellas y ellos, un alto y gran acantilado donde emplazar otra “La Dorada”  y poder ver desde allí, cada año, como las pandillas de niños y adolescentes pintan de azul el verano de nuestra Nerja. Todos ellos vendrán siempre con nosotros, ellos y sus sonrisas,  cada vez que viajemos con nuestros recuerdos a aquel verano que fue tan importante en nuestras vidas.