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'En Portada' estrena 'Japón, ¿es país para viejos?'

  • Los ancianos japoneses sobreviven con pensiones bajas y muchos tienen que seguir trabajando hasta cumplir al menos 75 años
  • La precariedad lleva a muchos a robar comida y van a la cárcel
  • Miércoles 15 de mayo, a las 23:20 horas en La 2, y preestreno a la 20:00 en RTVE Play

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La precariedad lleva a muchos ancianos a robar comida y van a la cárcel
La precariedad lleva a muchos ancianos a robar comida y van a la cárcel RTVE

‘En Portada’, presentado por Lorenzo Milá, estrena el reportaje ‘Japón, ¿es país para viejos?’. Un equipo del programa ha viajado hasta Japón para explicar la situación de los ancianos en el país más envejecido del mundo. Sus vidas con pensiones muy bajas y mucha soledad los lleva a trabajar hasta edades muy avanzadas. Además, algunos acaban delinquiendo para robar comida. Las cárceles cada vez tienen más presos de más de 65 años.

En Japón dos de cada diez presos son ancianos. La mayoría ha ingresado en prisión por pequeños robos. La primera vez el juez suele perdonar, pero si se repite van a la cárcel, aunque el valor de lo robado sea un poco de comida. La pobreza y la soledad están detrás de estos delitos.

Ser viejo en Japón no es fácil. Uno de cada 10 japoneses tiene 80 años, es el país con más ancianos del mundo y no hay suficiente dinero para pagar tantas pensiones. Son bajas y no cubren los gastos básicos. Por eso muchos tienen que seguir trabajando hasta pasados los 75 años.

Para muchos ir a la cárcel se ha convertido en una solución, porque al menos allí tienen comida, techo y atención médica. Un equipo de ‘En Portada’ ha entrado en dos cárceles de Japón, una de hombres y otra de mujeres, para ver cómo viven estos ancianos en prisión.

Las cárceles han tenido que adaptarse y convertirse, en cierto modo, en geriátricos. Según las estadísticas, los ancianos viven una media de tres años más en prisión. No obstante, la vida en la cárcel no es fácil. Disciplina, horario y trabajo obligatorio, incluso cuando padecen alguna enfermedad. Los que están sanos se desplazan a naves dentro del recinto carcelario que denominan fábricas. Los enfermos trabajan en sus celdas, salvo los que presentan cuadros de demencia severa, que están ingresados en una zona hospitalaria de la prisión. Pero eso no les resta condena.