Enlaces accesibilidad
ENTREVISTA

Marta Bustos, autora de 'Cuando perdí mis ojos marrones': "Ser vulnerable y pedir ayuda es un acto de valentía"

  • La autora cuenta en primera persona la historia que rodeó al accidente por el que perdió la vista en junio de 2020
  • "Cuando tienes la capacidad de reírte de ti, le quitas poder a las cosas malas"
  • Más noticias en Playz

Por
Marta Bustos: "Cuando tienes la capacidad de reírte de ti, le quitas poder a las cosas malas"

¿Qué pasaría si de un día para otro te encuentras en medio de un confinamiento, sufres un accidente que te hace perder la vista y tu vida cambia radicalmente en cuestión de horas? Lejos de ser un guion de ficción, es la historia de Marta Bustos. La autora de Cuando perdi mis ojos marrones narra en primera persona cómo gestionó un cambio tan drástico en su día a día, en pleno auge de la pandemia, y junto a una palabra que le acompañó durante todo el proceso: resiliencia.

"Me estaban pasando cosas tan surrealistas después de haber tenido el accidente... Incluso antes de sufrirlo, porque me mudé a Estados Unidos, me acabé casando con un americano, tuve un accidente, me quedé ciega. Luego recuperé la vista y dije: "esto da para libro, para serie, para peli y para todo". También a modo terapéutico, porque a mí siempre me había gustado escribir", confiesa la autora. Su relato, repleto de vivencias personales, no solo nos traslada a las largas noches de hospital y el posterior proceso de adaptación a su nueva vida, sino también a una historia llena de empatía, positividad, relfexión y altos niveles de fortaleza y superación.

"Que me llamaran resiliente todo el rato era como una especie de responsabilidad. Yo pensaba: "estoy haciendo lo que puedo sin darme créditos". Y también es cierto que para mí, ser resiliente no es decir: "voy a por todas, siempre estoy bien, siempre sonriendo". Es más bien: "intento hacerlo lo mejor que puedo con lo que tengo, permitiéndome tener días malos". Porque al final somos humanos, no somos robots, y no puedes estar siempre bien. Incluso los sentimientos malos son buenos para nosotros, son necesarios y tienen su sentido".

"Creo mucho en el cuerpo de una manera holística"

¿Cómo gestionas la incertidumbre?

Marta: A día de hoy todavía la llevo conmigo. Lo de la incertidumbre es lo peor, porque al final en el ser humano va implícito que hay un caos en el mundo y nosotros intentamos controlarlo siempre. Pero la incertidumbre es lo contrario del control. La meditación fue como mi gran maestra, pero también el irme poniendo alicientes a corto plazo. Al final acabas volviéndote loca, acabas torturándote si estás siempre pensando en qué va a pasar. Acabas como abrazando este caos.

Es muy complicado asumir que tu vida cambie radicalmente de un día para otro. ¿Crees que nos cuesta pedir ayuda?

Marta: Yo siempre he sido una persona muy independiente, que desde bien pequeñita yo me lo guiso, yo me lo como. Y sí que fue duro al principio, pero porque era como un bucle. Yo pensaba: si no pido ayuda para aprender a hacer las cosas que necesito hacer, nunca podré hacerlo sola. Y claro, el momento de ir a la ONCE con 24 años, un sitio al que nunca te esperas tener que ir y afiliarte, es muy duro. Al final todos necesitamos ayuda. Ser vulnerable y pedir ayuda no es más sino de valientes.

En alguna ocasión has dicho es que la positividad también se entrena también. ¿Tenías mucho trabajo previo realizado?

Marta: Es cierto que siempre he sido una persona muy agradecida y positiva, pero eso no quiere decir que no tenga bajones y malos momentos. Pero sí, yo creo que se entrena. Es igual que ir al gimnasio: si quieres los bíceps así y el culo asá, lo puedes entrenar. Una de las cosas que siempre recomiendo cuando doy charlas o conferencias es el tema del agradecimiento. Yo cada día cuando me levanto, agradezco cinco cosas. Este entrenamiento se ve cuando en tu vida tienes un un input, un estímulo negativo, y tu cerebro directamente piensa en algo positivo. Y ahí es cuando se ve el trabajo hecho.

¿Crees que vivimos anclados en el pasado o proyectados en el futuro y que se nos olvida vivir el día a día?

Marta: Justo. Pero yo creo que esto viene de esta necesidad de controlarlo todo. Obviamente, tampoco es plan de carpe diem. Pero cuando a veces estamos viviendo momentos increíbles y estamos comiéndonos la olla por por otra cosa, es como: "¡qué desagradecimiento!".

Y en relación al control, me llama mucho la atención que en el libro dejas muy claro que los médicos de Estados Unidos te contaban las cosas. Sin embargo, en Barcelona se mostraron más empáticos y se preocuparon por cómo lo estabas pasando. ¿Crees que a veces se piensa que un exceso de información perjudica al paciente?

Marta: Claro, y supongo que también depende de la personalidad de cada uno. Llamadme loca, pero creo mucho en el cuerpo de una manera holística y en que los pensamientos que tenemos se proyectan en el cuerpo. Es como cuando estás nerviosa y luego te de la barriga, el cuerpo somatiza constantemente. Si tú le dices a tu cuerpo: "venga células, haced esto o lo otro", igual no pasa nada. Pero a mí me gusta pensar que ayuda. Y de hecho, una de mis doctoras en España me dijo que estaba comprobado que los pacientes tenían mejor reacción a las operaciones cuando sabían lo que les realizaban. ¿Cómo explicas eso?

¿Es cierto que cuando pierdes un sentido, se te agudiza el resto?

Marta: Más que se te agudicen, es que la atención que no le estás dando a cinco sentidos se la estás dando a cuatro. Siempre digo que la vista es un sentido súper dictatorial, porque puedes saber mucha información sólo con con un segundo de un plano. Yo me lo tomé un poco como un experimento bizarro.

"Cuando tienes la capacidad de reírte de ti, le quitas poder a las cosas malas"

¿Tuviste algún sueño recurrente durante el año en el que perdiste la vista?

Marta: Más que un sueño recurrente... Eran las pesadillas. Yo supongo que tenía tantos sentimientos encontrados, tanta angustia, tantos momentos... Que mi cuerpo salía por alguna vía. Al principio yo veía en los sueños. Cuando ya fui interiorizando que estaba ciega, en el sueño empezaba todo oscuro, pero al poco rato veía (porque toda toda la vida he visto) y mi cerebro proyectaba imágenes. Cada vez que me despertaba y me quitaba el antifaz era como; "porfa, porfa, porfa, que haya recuperado la vista". El momento de despertarme era lo más duro. Era como decir: "tengo que enfrentarme al día, vamos a por ello". Pero pensaba en que algún día me quitaría el antifaz y vería. Y así ha sido 400 días después.

¿Nos importa más la opinión ajena que nuestra propia aceptación?

Marta: Yo estando ciega no sabía qué pinta tenía. Me daba igual. Pasa a un segundo plano todo lo que es la imagen de las personas, incluso la mía. Luego, cuando me vi, me vi fea. Pero me dio igual también, ¡porque veía! Y fue a raíz de ver las miradas de la gente, ahí es cuando empiezas a cuestionarte. Al final es esta búsqueda de querer ser aceptados, de no querer que te vean como un bicho raro.

¿Alguna vez esperaste obtener el impacto en redes que conseguiste al contar tu historia?

Marta: Cuando empecé a divulgar y a contar lo que me pasaba, nunca lo hice con un con una intención de convertirme en un influencer. Fue desde la más pura necesidad. Y ver que mucha gente ha conectado con ello es lo más gratificante.

Y a pesar de eso, el sentido del humor es que no falta en ningún capítulo. ¿Ha sido uno de tus salvavidas?

Marta: Si, el humor es que se me hace inevitable. Cuando tienes el humor de reírte de ti, le quitas poder a las cosas malas. Hay momentos donde parece que si te ríes, parece que luego tu dolor no cuente o que no sea sincero.

¿Le dirías algo a la Marta de antes del accidente?

Marta: Sí, probablemente me diría que siguiera remando. Porque desde el minuto uno tenía la esperanza de que podría recuperar la vista. Creo que le hubiera dicho: "confía, confía en esa llamita de esperanza que tienes, porque todo va a salir bien".

¿Y a la Marta del futuro?

Marta: Que recuerde. Que no se olvide de esos momentos tan duros para seguir valorando las cosas.