Capítulo 3: Morir en Gaza

Este episodio no es apto para todos los oídos. Es un reflejo crudo y fiel de todo lo que ve y vive Raúl Incertis durante su trabajo en los quirófanos de urgencias de los hospitales Indonesian y Nasser en Gaza.

Desde su regreso a la Franja de Gaza, Raúl no ha parado de trabajar como anestesista atendiendo a los heridos que llegan tras cada ataque o bombardeo del ejército israelí sobre la población gazatí. Raúl es especialmente sensible con los niños, entre los cuales recuerda con cariño el caso de Sanad, un chico de diez años alcanzado por la metralla de una explosión mientras jugaba al fútbol con sus amigos. Sanad ha sufrido la paralización de un brazo, pero las secuelas más graves son las psicológicas: No duerme, no para de llorar y tener pesadillas, tiene la mirada perdida en el vacío y no acepta el contacto físico de sus propios padres.

Podríamos decir que Sanad ha tenido la suerte de sobrevivir. Por las manos de Raúl en su trabajo en el hospital pasan niños y adultos con todo tipo de heridas y mutilaciones. Situaciones críticas que muchas veces acaban con la muerte de los pacientes, o con la dura decisión de tener que elegir a quién atender y a quién no en función de sus probabilidades de supervivencia y los escasos medios operativos del hospital, que también sufre los ataques del ejército israelí.

¿Cómo se vive en medio del infierno, de la llegada constante de heridos y víctimas mortales? Raúl no está tranquilo. Ya no sonríe. Ya no siente. Algo está cambiando dentro de él. Un retrato sonoro directo de cómo es morir en Gaza.