Sinopsis
Una nerviosa y temerosa Victoria con lágrimas en los ojos no es capaz de reaccionar al reconocer la voz de Dámaso. Al ver que su mujer se gira, el hombre se dispone a marcharse, pero es entonces cuando la duquesa se gira y le pide que espere: "Dámaso, ¿de verdad eres tú o estoy viendo un fantasma?". La Salcedo de la Cruz no puede creer lo que está viendo, y el nuevo personaje le da opción de comprobar por sí misma que es de carne y hueso.
Victoria no puede dejar de llorar, por lo que Dámaso le reprende con un poco de irónica: "No voy a pensar que te entristece verme. Lo único que quiero es verte feliz de que esté vivo". Pero al final, la actual duquesa puede reaccionar. "Debería matarte con mis propias manos. ¿Cómo has podido pasar todos estos años sin dar una señal de vida? ¿Tú sabes las veces que recé por ti hasta que me convencí que habías muerto y comencé a rezar por tu alma? De haber sabido la verdad ni un mísero Padre Nuestro habría salido de mis labios. Todo este tiempo sin tener una noticia de ti, una triste misiva", le dice reprochándole su ausencia.
Sin embargo, en un cruce de recriminaciones, Dámaso critica la vida que ha llevado desde que él no está: "Por lo que tengo entendido, no te ha ido tan mal todos estos años, ¿verdad duquesa?". El hombre le explica que Mercedes le ha puesto al tanto de todo lo que ha sucedido, por lo que Victoria accede a continuar hablando con él: "Es cierto que tengo mucho que contarte, pero este no es el sitio adecuado, podría descubrirnos José Luis". Algo con lo que el nuevo personaje está de acuerdo y motivo por el que concretan una cita en el monte para hablar largo y tendido.
