Sinopsis
Luisa está dispuesta a irse, es la mejor opción que ha encontrado para alejarse de la investigación de la talla del duque, y más tras la discusión que anteriormente ha tenido con Alejo. Sin embargo, el Gálvez de Aguirre cree que ha llegado el momento de marcar un punto y seguido en la relación, y nervioso entra en la alcoba que han habilitado como su hogar. "Mañana marcharé a casa de mis hermanos" le dice cuando se da cuenta del saco que tiene preparado con sus pertenencias. Alejo insiste en que por favor no lo haga, pero Luisa no quiere que siga con la disputa.
Es entonces cuando el hijo del duque comienza su discurso antes de pedirle matrimonio, y el primer paso es disculparse. "Luisa, perdóname por todo lo que ha pasado estos días. Te juro que nunca más volverá a haber dudas entre nosotros", unas palabras que parecen detener a la criada para escuchar al joven: "Mira, me da igual la talla, y me da igual si Tomás es el ladrón, o si fue tu amante en el pasado, todo eso me da lo mismo. Sabe Dios que he luchado demasiado por ti para que permitamos que mis miedos lo derrumben todo ahora. Así que, reconozco mi error, y asumo toda la culpa por todo lo que ha pasado. Nunca debí permitir que los celos me nublaran la mente de esa forma".
La criada niega que eso sea cierto, y le pide que le deje hablar: "Alejo, la verdad es que Tomás...". No sabemos qué iba a decirle sobre el ladrón de la talla del duque, pues el Gálvez de Aguirre la interrumpe poniéndose de rodillas y mostrándole un anillo. "¿Quieres casarte conmigo?", le pregunta a Luisa.
