Exposición en Barcelona sobre Ana María Matute

Más allá del reino de las palabras. Ana María Matute habitaba un mundo de carboncillo, acuarela y lapiceros. Su obra pictórica poco conocida puede verse por su centenario en la Biblioteca Jaume Fuster de Barcelona, donde nació hace 100 años.

Fue precoz, aprendiendo a leer y escribir. A los cinco años editó su primer cuento artesanalmente, pero de niña era muda. El miedo a las monjas de su colegio y a su madre, distante y fría, le produjeron tartamudez e inseguridad para hablar. Sabes lo que es sentirse la niña rara, la niña incomprendida.

Era la rarita. Decidió divorciarse en la España de 1963, sabiendo que perdería la custodia de su hijo de ocho años. Tardó casi tres en volverlo a recuperar en la madurez. Tuvo una depresión que duró 18 años, en los que no escribió nada. Su resurgir en el 96 con Olvidado rey Gudú la llevó a seguir escribiendo casi hasta el día de su muerte.

Como dijo en su último libro publicado en Vida, Paraíso inhabitado: "A veces la infancia es más larga que la vida".

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