Sinopsis
Las empresas familiares en España luchan para sobrevivir más allá de una generación. Seis de cada diez empresas de este tipo en España no llegan a pasar de padres a hijos. A pesar de todo, son cruciales porque representan el 60% del producto interior bruto (PIB). Los expertos piden planificar la sucesión de forma profesional y no dejarse llevar por las emociones.
Este es el caso del actual consejero delegado del grupo Teknia, que llegó a su posición tras suceder a sus padres hace casi cuatro años: "Pasó a través del consejo, de la junta, que son mis padres, y dieron luz verde a la oportunidad".
Quesada es el mediano de tres hermanos y es el relevo generacional de una de las empresas de componentes de automoción más grandes de España, con 3.500 empleados. Explica que por aquel entonces "acababa de terminar un master de negocios y vi la oportunidad de que la empresa se transformara un poquito a mejor". Al igual que Teknia, casi un tercio de las empresas familiares ya están en manos de la segunda generación. A pesar de esto, el 90% no llega a la tercera y muy pocas, menos del 1%, llegan a la cuarta.
El propietario del restaurante Miramar, Paco Pérez, afirma que "en la pequeña empresa familiar, abrimos nosotros la puerta y la cerramos y si hay que apoyar, donde sea apoyamos". Según el director de economía y empresa del Instituto de Empresa Familiar, Esteban Sastre, "el principal activo de las empresas familiares es el emocional, pero este, que puede ser muy potente, también puede ser tu peor enemigo si no sabes gestionarlo bien".
La falta de planificación de la sucesión, de formación entre generaciones, conflictos internos o la incapacidad de adaptarse al cambio son las principales dificultades a las que se enfrentan estas empresas para seguir adelante.
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