Sinopsis
La cultura gastronómica de España está intimamente relacionada con el pan a pesar de que lo consumimos cada vez menos. A principios de los años 60 se consumían 134 kilogramos de pan al año por persona. Desde entonces ha ido bajando hasta los 28 kilogramos por persona al año actualmente. Uno de los motivos es el precio, que se ha disparado y actualmente la compra de pan a diria ya es el algo raro. El clásico compañero de toda comida cada vez está más ausente de la mesa.
Detrás de las constantes caídas de consumo están los cambios sociales y un claro corte generacional. Según el secretario general de la Confederación Española de Panaderías, José María Fernández, su "generación no sabe comer sin pan, la generación de mis hijos y de mis nietos sí saben comer sin pan". Los jóvenes prefieren ahora los carbohidratos en pizzas o pasta, y relacionan el pan con sobrepeso e intolerancias.
Desde la Asociación de Industrias de Panadería, Silvia Martín, explica que "el pan se ha demonizado por el mantra equivocado de que engorda, y porque muchas personas que no son intolerantes, erróneamente, dejen de comer productos con gluten".
Debido a la caída del consumo las panaderías de siempre se han visto obligadas a cerrar. Cuatro de cada diez ya han desaparecido desde principios de siglo. El pan se ha encarecido un 30% en una década y ahora las barras se venden sobre todo en supermercados y gasolineras. Según la experta en pandaería artesana 3Letras Pan, "lo que ha pasado es un producto a nivel industrial con una fermentación muy corta y con mucha levadura y unos sabores muy muy planos, y con eso nos conformaos".
No es fácil de encontrar, pero se sigue haciendo buen pan, incluso de masa congelada. Recuperar el consumo, cree el sector, debe llegar de mano de la calidad. Escarpa sentencia que "si en todos los sitios donde se elabora pan, se realizara pan de verdad, pues aumentaría el consumo de este producto de manera significativa."
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