Sinopsis
Si bien la compra de souvenirs está en la agenda de cualquier turista, los establecimientos que los venden no están reconocidos por la Clasificación Nacional de Actividades Económicas (CNAE), que los considera ferreterías o tiendas de ropa. Durante la pandemia del COVID-19 estos establecimientos no pudieron acceder a las ayudas que la administración prestó a las empresas turísticas y muchos tuvieron que cerrar. Ahora que el turismo ya se ha recuperado, Repor echa un vistazo al sector.
Años atrás, las tiendas de souvenirs eran básicamente establecimientos donde comprar artesanía local: damasquinos, cuchillos y espadas en Toledo o taraceas en Granada, por ejemplo. Pero al tiempo que los maestros artesanos han ido desapareciendo, las tiendas de recuerdos se han llenado de imanes, llaveros, tazas o camisetas que, con algunos retoques, se pueden encontrar en cualquier parte del mundo. La mayoría de estos souvenirs “low cost” se fabrican fuera de España, pero con diseños hechos aquí. Son más artículos promocionales que objetos de recuerdo.
En las grandes ciudades, cerca de las más importantes atracciones turísticas proliferan tiendas de souvenirs. Hay quien considera que estos establecimientos desplazan el comercio local y distorsionan la vida de barrio. En Barcelona, el ayuntamiento ya hace años que intenta poner freno a lo que llaman “tiendas de repetición”, tiendas pensadas para el turista, con normas a veces difíciles de cumplir como por ejemplo que sólo el 20% de los artículos a la venta lleven el nombre de Barcelona y estén expuestos al fondo del local.
