El relevo generacional amenaza a hostales y pensiones que tienen que competir con otras ofertas de alojamiento. Excursionistas y trabajadores son los...
01/06/2025 00:26:19Lucia regenta desde hace más de 20 años la Pensión Alicia, en Pontevedra. Un pequeño establecimiento de 4 habitaciones en el centro del casco antiguo de la ciudad que conserva el encanto de un lugar con solera. Cada día ella se encarga de poner a punto las habitaciones. En una de ellas el huésped es siempre el mismo: Luís. Él tiene 78 años. Llegó hace 5, en plena pandemia, tras pasar un ictus y ahora se ha convertido en uno más de la familia. Lucia y su hija se encargan de controlar su nivel de azúcar, de acompañarle al médico cuando hace falta, y de que no le falte un plato en la mesa.
Vivir en una pensión fue durante años una alternativa de residencia para algunas personas con escasos recursos. Ahora, con los precios de los alquileres por las nubes, no son pocos los que convierten un hostal o pensión en su morada. Alberto es pulpero y trabaja en el restaurante La Aldenana de Vigo. Cuando acaba su jornada laboral solo tiene que andar unos pasos para descansar en la habitación donde vive 6 días a la semana en el Hostal Buenos Aires.
También en el Hostal Bayona, en la Panadella paran a dormir trabajadores. Nada que ver con los camioneros que encontraban aquí un lugar para descansar en un trayecto entre Madrid y Barcelona. Hace 20 años, la apertura de la variante de la N.II dejó a este hostal fuera de la ruta. Tuvieron que despedir a la mitad de los trabajadores, pero gracias al restaurante han conseguido sobrevivir. Ahora, de las más de 100 habitaciones de que disponía el hostal apenas 30 funcionan, y casi siempre están libres.
Emili y Dolo regentan el único hostal que hay abierto en Portbou (Girona) durante todo el año. “Estos pequeños hostales familiares tienden a desaparecer, no hay relevo generacional” Nos lo cuenta Emili mientras confiesa que espera ansioso el año y medio que le queda para jubilarse. Cuando el Hostal Juventud cierre ya no habrá ningún alojamiento abierto en Portbou en invierno.
La lucha incansable de Luís y su familia mantienen a flote el Hostal La Barretina de Figueras. Desde que compraron el edificio, hace más de 30 años, no han parado de hacer reformas hasta convertirlo en el hostal que es ahora. Yolanda, su hija, apenas conoce el descanso ni días festivos. “Si mi padre se jubila no sé qué vamos a hacer con el hostal”. Su hija María, de 16 años, ha visto el ritmo de trabajo de su madre y de su abuelo. Por ahora tiene claro que, en un futuro, no va a continuar en el negocio.
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