Aunque había hecho un amago de despertar, finalmente, el ama de llaves, recupera su vitalidad mientras Samuel lee la resurrección de Lázaro en la...
15/10/2025 00:04:18Aunque la señora Arcos seguía sin responder, poco a poco los dolores parecían remitir y su respiración se volvía más calmada. Teresa, Pía y María Fernández se volcaron en acompañar al ama de llaves durante estos delicados momentos. De hecho, las dos criadas fueron testigos de cómo Petra intentaba despertar y articular algunas palabras. Otro que también se entregó por completo a sus cuidados fue el padre Samuel. Precisamente, mientras el sacerdote leía a Petra el pasaje bíblico que narra la resurrección de Lázaro, la señora Arcos abrió los ojos.
"Jesús, profundamente conmovido otra vez, vino al sepulcro. Era una cueva, y tenía una piedra puesta encima. Y dijo Jesús: “Quitad la piedra”. Marta, la hermana de Lázaro respondió: “Señor, hiede ya, porque es de cuatro días”. Jesús le dijo: “¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?”. Entonces quitaron la piedra de donde había sido puesto el muerto, y Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo: “Padre, gracias te doy por haberme oído”. Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: “¡Lázaro!”", continúa leyendo Samuel, pero no es capaz de continuar, con un nudo en la garganta. Es entonces cuando Petra sigue la frase: "Lázaro, ven fuera. ¿Ya no sabe leer, padre?", le dice al sacerdote que inmediatamente cierra el libro sagrado al ver a la señora Arcos consciente y hablando sin dificultad.
El ama de llaves no recuerda nada de los últimos días. Sorprendida por la reacción del sacerdote, comenta con humor: “Ni que hubiera visto resucitar a Lázaro, padre”, dice mientras intenta incorporarse, aunque aún está demasiado débil. Samuel le explica lo ocurrido con su enfermedad e insiste en que debe descansar. En ese momento, doña Pía entra en la habitación y, al ver a Petra despierta, no puede contener la emoción: “Esta mañana hizo un amago, pero ya está consciente del todo”, exclama entre lágrimas.
La reacción de Pía desconcierta un poco a Petra, aunque se deja ayudar. La señora Adarre le ofrece la leche que traía en la bandeja, y el ama de llaves la acepta con gusto: “Me apetece la leche”. A pesar de la debilidad, consigue beber sin dificultad al tragar, un gesto que provoca la alegría del padre Samuel: “Al final, sí que va a ser lo tuyo como el milagro de la resurrección de Lázaro”.
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