Existen músicas que traspasan la piel, que nos hacen sentir cosas que no sabemos explicar. Obras que, cuando las escuchamos, nos transportan a otra dimensión o a otro mundo, como si nos envolvieran en una cálida manta. Es una sensación, en la mayoría de los casos, inefable. A todas estas músicas podríamos aplicarles la cualidad de sublimes.
FAURÉ: Après un rêve, op. 7, nº1 (2’40”) Yo-Yo Ma (vc.), Kathryn Stott (p.). SCHUBERT: Quinteto de cuerda en Do Mayor, D. 956 (selec.) (14’50”) Mstislav Rostropovich (vc.), Cuarteto Emerson. BRAHMS: Quinteto con clarinete en si menor, op. 115 (selec.) (12’47”) Martin Fröst (cl.), Janine Jansen (vl.), Boris Brovtsyn (vl.), Maxim Rysanov (vla.), Torleif Thedéen (vc.). SAINT-SÄENS: El carnaval de los animales, R. 125 (selec.) (2’50”) Yo-Yo Ma (vc.), Kathryn Stott (p.). BARBER: Cuarteto de cuerda en Si Mayor, Op. 11 (selec.) (7’01”) Endellion String Quartet. BEETHOVEN: Cuarteto de cuerda nº 13, op. 130 (selec.) (6’16”) Alban Berg Quartet.