La risa es sin duda, la mejor de las terapias, aunque no se aplique tanto como sería deseable, por temor a ser tomados por locos. La risa llega sin ser llamada, sin provocación previa y ésta es la risa llena de verdad, por contra; la risa forzada, inventada no es risa, es mentirosa nadie se la cree.
Mark Twain dijo que la risa es el arma más potente que tenemos los seres humanos, sin embargo no está claro que aprovechemos éste potencial.
La risa es el último recurso con el que el tímido resuelve la situación embarazosa, convirtiéndose en la palabra adecuada para la comunicación, hablamos con la risa y rompemos el hielo cuando nos enfrentamos a la primera vez, para descubrir, para aprender o para preguntar.
La risa cura, alivia, es sinónimo de salud, la risa nos hace reconocibles porque no hay dos risas iguales como tampoco hay dos voces iguales, ni siquiera dos acentos iguales.
Es como un virus altamente contagioso y sería recomendable infectarse de la risa del que está cerca, prolongar ese instante, aunque contagiarse no sea el verbo de moda en estos momentos. Un contagio por risa combate la ira, el miedo y la angustia y además, no tiene efectos secundarios.
Ríase para relativizar, para que el pesimismo no escale posiciones, para que te llamen loco, contágiese de risas y ría.