Cataluña ha añadido una veintena de nuevas zonas de exclusión permanente a la pesca demersal, es decir, la de especies que habitan en el fondo del mar.
La iniciativa se enmarca dentro de la Estrategia Marítima de Cataluña, que está basada en el modelo de la cogestión. Sin embargo, los primeros pasos los dieron en 2013 un grupo de pescadores de la Cofradía de Roses que decidió realizar el primer cierre de una zona de pesca. Más tarde, en 2015, un equipo científico del ICM-CSIC empezó a estudiar cómo esta medida estaba contribuyendo a la recuperación del ecosistema.
Este primer cierre supuso un incremento en la abundancia de juveniles y adultos de especies comerciales, no solo dentro del área protegida, sino también en las áreas adyacentes. Por ello, se decidió extender la iniciativa a todas las cofradías de Cataluña hasta el establecimiento, ahora, de esta red de 20 nuevas áreas marinas protegidas a lo largo de todo el litoral.
Asimismo, el modelo catalán se está implementando en otras zona del Estado gracias a la colaboración entre el ICATMAR y el Instituto Español de Oceanografía (IEO) con la Secretaría de Pesca del gobierno español.
En conjunto, las diferentes zonas suman un total de 462 kilómetros cuadrados protegidos, lo que equivale aproximadamente a la superficie de Andorra. El equipo de investigación del ICM-CSIC valora muy positivamente el hecho de que, para poder llevar a cabo la implementación de este modelo en Cataluña, las diferentes cofradías de pescadores hayan renunciado a explotar parte de sus caladeros, contribuyendo así a la protección de los ecosistemas.